Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 129

Con lo cansado que estaba Santiago, decidió no consolarla tampoco a su madre.

—Mañana visitaré a Vanesa y puede que me aloje ahí con ella porque no le gusta vivir aquí —dijo Santiago.

Diana asintió.

Siendo una persona tan altanera como Erika, la volvería a humillar algún día si las dos convivían debajo de un mismo techo. No se caían bien la una con la otra.

—Está bien, su casa está cerca de la empresa, así te ahorrará el tiempo —dijo Diana.

Mientras charlando los dos, llegó Alexander.

Tenía de hecho, una reunión por la tarde, pero la abandonó porque Erika lo llamaba sin parar quejándose de los sufrimientos que le impidió seguir trabajando, entonces pidió a su hermano que se presentara por él.

Regresó para ver qué le pasó a ella.

En cuanto lo vio, Diana suspiró,

—Mira lo caprichosa que está ella, y todo por tu culpa que la has mimado.

Alexander sonrió avergonzado

—Iré a verla.

Apenas salió Alexander, Santiago murmuró,

—Pero sus relaciones me dan envidia.

A pesar de que los caprichos de Erika crecieron con su edad, la trataba Alexander siempre de manera inclusiva y con ternura. Fuera lo diminuto que fuera el problema, Erika lo discutiría con su marido durante casi todo el día, pero éste nunca estaba enojado con ella. Durante los años, Alexander ya estaba acostumbrado a sus caprichos así que Erika se volvería aún más altanera.

—De hecho, ellos no se amaban cuando se casaron —dijo Diana

Santiago bajó las miradas, callado.

—Vanesa es de una familia miserable, y con su actitud cobarde que no era capaz de mantener la familia unida, pero un vez divorciada, veo que recuperó su debida fuerza —dijo Diana en un tono emocionado.

—Pero ahora se parece a Erika, de carácter fuerte y caprichosa —añadió Diana.

De repente echó a reír recordando las miradas furiosas de Vanesa cuando discutía con Erika, y de ahí le cayó bien de pronto.

«Si hubiera nacido en una familia decente con una mejor educación, sería más encantadora».

Escuchando sus palabras, Santiago se mantenía callado. Cuando terminó Diana su discurso, Santiago subió al segundo piso.

Pasando por la habitación de Vanesa, abrió la puerta y entró a ella. La cama seguía desordenada y la copa de vino seguía ahí en la ventana que la dejó al azar. Recordó de repente los momentos dulces en que compartía con ella anoche.

Cerrando los ojos por un momento, Santiago salió y se fue al baño duchándose. Luego llegó a la habitación de Erika.

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