Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 130

En este momento Erika estaba llorando y la acompañó Alexander acariciándola paciente. Estaba enojada por toda la tarde encerrada en su habitación y apneas lo miró a Alexander entrar, sus lágrimas se cayeron de repente.

Alexander suspiró y le acarició suavemente el hombro,

—Ahora que Vanesa no es miembro de la familia, no la podrás tratar como quieras, además, nuestro hijo necesita aún su ayuda, de todo modo, la debería respetar.

Erika gritó enojada,

—Sí, lo hice mal y lo siento mucho, pero me golpeó a mí.

En este momento, Santiago llegó golpeando la puerta a pesar de que estaba abierta.

En cuanto lo vio, su llanto redobló.

—¿Cómo marcha lo de Vanesa? —preguntó Alexander.

—Todo bien, pero no volverá a vivir aquí ni yo tampoco —dijo Santiago tranquilo.

Con lo que pasó ahora, sería mejor que las dos se mantuvieran alejadas. Y con lo enojada que estaba Erika, la podría insultar de nuevo y para entonces ella sería la que sufriría como ahora.

—Está bien, siendo los dos adultos, ya podréis vivir solos —dijo Alexander.

Mientras Erika lloró más fuerte y Alexander la volvió a mirar, en un tono suave dijo,

—A ver, ¿dónde te golpeó? ¿Te duele mucho? ¿Quieres que llame al médico?

Santiago los miró en silencio.

Con las preocupaciones llenando en sus ojos, Alexander la trataba siempre así de manera bien suave y paciente. La tenía colocada en su corazón durante muchos años y le importaba todo relacionado con Erika, y le interesaban hasta las compras de Erika.

«¿El amor se cultiva?»

Santiago no entendió del todo.

Con la presencia de Santiago, Erika no pudo mostrarle a Alexander su herida, pero murmuró quejándose lo humillante que estaba hoy.

Alexander acarició su cabello y dijo,

—Ya veo, cuando no la necesitamos, me vengaré de ella por ti.

Aun sabiendo que era promesa nula, Erika se quedó bastante satisfecha y dijo,

—Algún día le devolveré lo que sufrí hoy y que venga aquí pidiéndome perdón a mí.

Apoyado contra la puerta, Santiago abrió la boca,

—¿Vanesa te golpeó hoy? ¡Qué atrevida es!

—Es bien atrevida ahora que me golpeó a mí y a las sirvientes, no viste con qué fuerza que nos atacó. ¡Es una loca que casi nos devoró a todos!

Detuvo Santiago por un momento pensando en lo loca que estaba Vanesa, pero nada se le ocurrió, lo único que recordó fue cuando era humillada por su madre y lo fuerte que era frente a sus insultos.

—Padre, por favor revísale su herida para ver si es necesario llamar al médico. Voy abajo.

—Vale, vete a comer —dijo Alexander.

Cuando Santiago llegó al primer piso, seguía sentada ahí la señora Diana, entonces la acompañó hasta el comedor.

Aunque el comedor no era grande, con los dos comiendo, el ambiente se volvió un poco silencioso.

Diana miró el asiento vacío y suspiró,

—Es ruidosa Vanesa, pero sin ella me siento muy sola.

Santiago echó una mirada furtiva al asiento que estaba a su lado.

«Comía sí de manera nada elegante haciendo muchos ruidos y siempre nos puso en ridículo, pero con ella a mi lado, podré disfrutar mejor de la comida.»

—¿En serio? Creo que es demasiado ruidosa —dijo Santiago.

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