En este momento Erika estaba llorando y la acompañó Alexander acariciándola paciente. Estaba enojada por toda la tarde encerrada en su habitación y apneas lo miró a Alexander entrar, sus lágrimas se cayeron de repente.
Alexander suspiró y le acarició suavemente el hombro,
—Ahora que Vanesa no es miembro de la familia, no la podrás tratar como quieras, además, nuestro hijo necesita aún su ayuda, de todo modo, la debería respetar.
Erika gritó enojada,
—Sí, lo hice mal y lo siento mucho, pero me golpeó a mí.
En este momento, Santiago llegó golpeando la puerta a pesar de que estaba abierta.
En cuanto lo vio, su llanto redobló.
—¿Cómo marcha lo de Vanesa? —preguntó Alexander.
—Todo bien, pero no volverá a vivir aquí ni yo tampoco —dijo Santiago tranquilo.
Con lo que pasó ahora, sería mejor que las dos se mantuvieran alejadas. Y con lo enojada que estaba Erika, la podría insultar de nuevo y para entonces ella sería la que sufriría como ahora.
—Está bien, siendo los dos adultos, ya podréis vivir solos —dijo Alexander.
Mientras Erika lloró más fuerte y Alexander la volvió a mirar, en un tono suave dijo,
—A ver, ¿dónde te golpeó? ¿Te duele mucho? ¿Quieres que llame al médico?
Santiago los miró en silencio.
Con las preocupaciones llenando en sus ojos, Alexander la trataba siempre así de manera bien suave y paciente. La tenía colocada en su corazón durante muchos años y le importaba todo relacionado con Erika, y le interesaban hasta las compras de Erika.
«¿El amor se cultiva?»
Santiago no entendió del todo.
—Vale, vete a comer —dijo Alexander.
Cuando Santiago llegó al primer piso, seguía sentada ahí la señora Diana, entonces la acompañó hasta el comedor.
Aunque el comedor no era grande, con los dos comiendo, el ambiente se volvió un poco silencioso.
Diana miró el asiento vacío y suspiró,
—Es ruidosa Vanesa, pero sin ella me siento muy sola.
Santiago echó una mirada furtiva al asiento que estaba a su lado.
«Comía sí de manera nada elegante haciendo muchos ruidos y siempre nos puso en ridículo, pero con ella a mi lado, podré disfrutar mejor de la comida.»
—¿En serio? Creo que es demasiado ruidosa —dijo Santiago.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Atrevido: Amor Retardado