Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 132

Viendo su mensaje, Santiago se quedó inmóvil por mucho tiempo.

«¿Se quedó dormida? ¡Mentirosa!»

Pudo imaginar la mirada triunfante de Vanesa cuando se lo envió.

Luego Santiago se sentó en la silla de al lado donde se había sentada Vanesa hace poco con las piernas extendidas y sonriendo relajada. En este momento, estaba parado en la jardín y vio a Santiago sonriendo con irania, luego se fue.

Apenas salió Gustavo, Santiago la llamó directo a Vanesa.

Recibiendo su llamada, no sintió nada sorpresa Vanesa porque ella era ahora importante para la familia Icaza y la necesitaba más que nunca.

Pero deliberadamente no recibió Vanesa su primera llamada hasta que la volvió a llamar.

Apenas cogió el teléfono, Vanesa dijo en un tono tranquilo,

—¿Pasó algo?

Cuando escuchó su voz, Santiago recordó de repente lo que dijo Gustavo recién. Se sintió de pronto incómodo por los sufrimientos a que se sometió Vanesa en su familia, y un poco culpable porque había fallado a su abuelo la promesa de que la habría cuidado bien.

Santiago se quedó callado, pues Vanesa dijo impaciente,

—Tu madre me ha pedido perdón hoy por la tarde, si te preocupa que rompa mis palabras, pierdas tu preocupación porque soy fiable.

—No —dijo Santiago—, no es eso. He oído hablar de tus sufrimientos en mi familia y te quería pedir perdón por no haberte cuidado bien.

Vanesa se quedó sorprendida, y echó a reír.

—Tu disculpa… —detuvo por un segundo—, siempre llega tarde.

Si se lo hubiera dicho antes de que se divorciaran, no se habría quedado tan desesperada como ahora.

Escuchando sus palabras, Santiago seguía callado. Sabía que sufrió en su familia, pero no tenía ni idea de que era tanto. Era su negligencia por lo que no la había cuidado bien, y nada podría justificarse.

Tras un largo y profundo suspiro, Vanesa dijo,

—¿Qué quieres decir?

—Pues ya he resuelto el conflicto y a partir de ahora, no tendrás que venir aquí… —dijo Santiago.

Apenas terminó sus palabras, Vanesa lo interrumpió.

—Entonces mañana vengas con tu equipaje, porque aquí no queda nada tuyo. Tienes que prepararlo tú mismo —añadió en un tono frío—, además, espero que se resuelva lo de tu empresa lo antes posible para que podamos empezar de nuevo.

Vanesa suspiró cuando Santiago no dijo anda.

—Si no hay nada más, voy a descansar.

—Vale —dijo Santiago.

Vanesa dejó el teléfono a su lado y poco después, las olas de agotamiento le azotaban una tras otras. Hacía un momento, tenía mucho sueño, pero la llamada de Santiago ya la despertó completamente.

Mirando a su alrededor, Vanesa suspiró largo y profundo.

«Está bien, así no podré sentir miedo cuando me quedo en casa, además, es una ayudante de tareas domestica gratuitamente».

Pensándolo, Vanesa se quedó satisfecha.

«Arrebatándole de su hijo, Erika estará descontenta por mucho tiempo. ¡Genial!»

De hecho, la familia Icaza tenía un principio de que todos vivirían juntos en la villa, y lo estableció el señor Enrique. Cuando Vanesa se casó recién con Santiago, la tuvo al lado de su cama y dijo que, viviendo juntos, todos deberían ayudarse mutuamente. Mientras estaba vivo, todos dijeron que sí con la máxima sinceridad, pero apenas murió el señor Enrique, cambiaron de pronto de actitud.

Pensándolo, Vanesa se volvió enojada. Y ahora estaba rompiendo su principio porque ya no era parte de su familia, pero Santiago sí lo era.

«Ahora Erika debería saber la consecuencia de provocarme.»

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Atrevido: Amor Retardado