Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 134

Desayunó Vanesa casi al mediodía, por lo que no tenía mucha hambre en este momento, entonces se sentó a la estera de yoga cerrando los ojos para meditación.

De pronto sonó el teléfono de Santiago, pensando que llegó la comida, pero fue la llamada de Erika. Mirando a Vanesa que parecía estar dormida allí, recibió la llamada.

—Santi, ¿estás descansando ahora? —dijo Erika en un tono tranquilo.

—Sí, ¿ pasó algo en la villa? —dijo Santiago.

Erika detuvo por un momento y dijo,

—No, nada, pasa es que me visita ahora Lidia.

Lo sabía Santiago porque ayer se lo contó ella.

—Si estás libre ahora, come en casa. He preparado varios platos que son casi todos tus favoritos.

—Gracias, madre, pero no volveré a casa, es un largo viaje —dijo Santiago.

—No es para tanto, tienes coche. ¿No? Podrás llegar un poco tarde a la empresa, y nadie lo tomará en cuenta —suspiró Erika.

Mientras Erika detuvo las palabras, Santiago escuchó la voz de Lidia,

—Tía Erika, ¿con qué plato lo pongo?

Parecía que Lidia estaba ayudando a Erika en la cocina, y ésta la contestó rápido para dirigirse a Santiago,

—Vale, vale, si no vuelves ahora, ¿volverás por la noche?

Después de un largo respiro, Santiago asintió y colgó el teléfono. Volvió a mirar a Vanesa que seguía inmóvil como que se quedó dormida.

Poco después, llegó la comida. Santiago salió y volvió con dos bolsas.

Cuando se fue al comedor, Vanesa abrió los ojos de repente.

«¡Qué suculenta! La comida es mucho más atractiva que su llamada.»

Mientras Vanesa se quedó inmóvil, Santiago se dirigió a ella,

—Si no estás dormida, ven y comemos juntos.

Apenas terminó sus palabras, Vanesa se levantó de pronto,

—Es tu llamada que me despertó.

Cuando se sentó a la mesa, lo preparó todo Santiago listo.

Mirando los platos de sobra, Vanesa dijo,

—Has pedido demasiado, ¡qué desperdicio!

—Pero tienes buen apetito —dijo Santiago.

«¡Excusas!»

Mientras comiendo, los dos se mantuvieron callados y Vanesa disfrutaba de la comida de una manera exagerada que la miró Santiago con los ojos asombrados.

Aunque Santiago creía que ella no tenía nada que ver con la elegancia, no se sintió molesto cuando le vio comer.

Como tenía que volver a la empresa, Santiago comió más rápido y dejó de comer antes de que terminara Vanesa.

Limpiando las manos, Santiago dijo,

—Me voy a la empresa, ¡buen aprovecho!

Sin levantar las miradas, Vanesa le contestó,

—OK.

La miró por un rato y salió Santiago.

Quedando sola, Vanesa ahora comía de una manera aún más exagerada.

Apenas entró a la empresa, Santiago vio a César del Grupo Antolin discutiendo con la recepcionista.

«¡Qué coraje tiene para aparecer por aquí! ¡Sin vergüenza!»

Se metió directo al ascensor sin mirarlo cuando éste explicó su propósito de visita, como no reservó con antelación, la recepcionista no lo dejó subir.

Volviendo la cabeza sin darse cuenta y lo vio César a Santiago pasar por su lado, se le acercó corriendo,

—Señor Santiago, buenas tardes, yo…

Ni siquiera lo miró, Santiago entró al ascensor.

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