Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 135

Santiago no lo saludó ni lo respondió.

Apenas cerró la puerta del ascensor, César lo detuvo precipitado con su pie, así la puerta se abrió de nuevo.

César lo miró sonriendo,

—Señor Santiago, creo que ya malentiende todo así que vino aquí, deberíamos sentarnos hablando con paciencia, ¿no te parece?

—¿Malentiendo? —echó a reír Santiago— Supongo que ya te has puesto en contacto con los periodistas para lanzar un escándalo mío, ¿no es cierto?

César se quedó sorprendido por sus palabras porque no pensaba que lo hubiera sabido Santiago tan pronto.

Planeaba comunicar primero con Santiago para conseguir algo, si fracasó, volvería a cooperar con los medios.

Pero ahora Santiago sabía todo.

César lo miró con un rostro avergonzado,

—Señor Santiago, aquí no se puede hablar, vamos a otro sitio. ¿Qué te parece?

Con mucha gente circulando a su alrededor, César estaba un poco avergonzado.

—Ni lo pienses —terminadas las palabras, Santiago apartó su pie con el suyo y se cerró de nuevo la puerta del ascensor.

Cuando subió el ascensor, el rostro de Santiago estaba serio. Apenas llegó, se fue directo a la oficina y llamó a Adam venir aquí.

—¿Qué pasó? —llegó precipitado Adam—, ¿has visto a Vanesa? ¿Qué pasó entre…?

Detuvo de repente porque vio los ojos llenos de enojo de Santiago entonces dijo en voz baja,

—Señor, ¿en qué puedo ayudarte?

—César está abajo y llama a las guardias y le echa —dijo Santiago con tono frío.

—¿César? ¿Del Grupo Antolin? —Adam dijo enojado—, ¿cómo se atreve a llegar hasta aquí? ¿No quiere desprestigiándonos?

Santiago no le respondió, así que continuó,

—Vale, ahora mismo lo haré, ¡ese cabrón!

Después de salir Adam, Santiago se quedó relajado y se apoyó contra la silla suspirando profundo.

Nunca había sido en su vida maniobrado por los demás, excepto Vanesa que lo amenazó ayer, pero la permitió porque la debía.

«Nadie podrá amenazarme excepto ella».

En poco tiempo volvió Adam con el problema resuelto, entonces Santiago se dedicó atentamente a los trabajos por toda la tarde. Alexander lo buscó en el intervalo de su descanso preguntándole si volvería a casa por la noche.

—Volveré a casa esta noche para unos equipajes —dijo Santiago.

—No te preocupes por tu madre, que no tardará mucho en adaptarse a tu ausencia —sonrió Alexander.

—Papá, eres siempre tan simpático con mi madre —dijo Santiago.

Escuchando sus palabras, Alexander se quedó sorprendido por un momento, luego sonrió con ternura,

—Tu madre es amable, pero un poco caprichosa. Todo el mundo tenemos los defectos, y justo el matrimonio puede complementarse.

Santiago bajó las miradas, callado.

«No es tan fácil la tolerancia en el matrimonio. ¿Verdad?»

Suspiró Santiago cuando salió Alexander.

«Un matrimonio sin amor, la tolerancia es nada más que la ignorancia».

Era diferente a su padre. No podría amar a una persona como su padre.

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