Lo esperaba Vanesa por un buen rato.
«¿Por qué tarda mucho?¿Estará charlando con Lidia, o con otras señoritas?»
Hasta que vio a Lidia, Vanesa suspiró relajada.
«Con quienquiera que sea la señorita podrá charlar, excepto con ella.»
La vio Lidia hace mucho tiempo y hasta que se marchó Santiago, se le acercó.
Vanesa la miró con una sonrisa,
—Aquí estamos otra vez.
—Vanesa, eres muy inteligente.
Vanesa echó a reír,
—¿A qué te refieres?
Luego los dos se miraron mutuamente calladas, pero como si quedara en el aire el olor de la pólvora.
Después de una inmóvil observación, Vanesa dijo en voz alta.
—Eso es la forma de diversión entre mi marido y yo. No tienes nada que ver contigo, ¿no?
—Vanesa, estamos en público, por favor cuida tus modales, —dijo Lidia.
—¿Cómo? —echó a reír Vanesa—, ¡eres tú quien debe cuidar tus modales! Santiago y yo hemos casado. Sí, eres una chica educada, deberías saber que mantener la distancia con un hombre casado.
Atraídos por su discusión, se detuvieron algunos invitados cuando pasaron por ellas.
De hecho, todo el mundo sabía el compromiso de Santiago y Lidia antes, pero luego había oído hablar de que Santiago se casó con Vanesa. La relación entre los tres era complicada, pero Lidia era una señora conocida. La reputación era muy importante para la familia. Así que no debería seguir molestando a Santiago después de cancelar el compromiso.
—Vanesa —dijo Lidia.
—Soy la señora Icaza —dijo Vanesa en un tono emocionado—, ¿cuántas veces te he advertido que soy la señora Vanesa? A mí no me importa cuánto lo amas a mi marido, tendrás que esperar por lo menos hasta que nos divorciemos, ¿no? Supongo que no te va a gustar el escándalo titulado de que la señorita decente de la familia Merazo está enamorada de un hombre casado. Si no te importa, ahorita me pondré en contacto con los medios para que lo publiquen.
Lidia la miró con los ojos asombrados,
Santiago detuvo por un momento y dijo,
—Aquí no hay casi nada comida para llenar el vientre, así que comemos afuera.
Vanesa se mantuvo sorprendida,
«Pensé que tendríamos que estar aquí hasta que terminara el evento.»
Santiago dijo sonriendo,,
—Vámonos, no hace falta esperar a su fin.
Suspiró Vanesa de alivio.
«¡Muy bien! No me gusta nada ocasión como ésta en que todo el mundo sonrío con hipocresía y me siento muy incómoda con tanta cortesía…»
Luego los dos se marcharon, mientras Lidia se mantuvo inmóvil allí mirándolos.
Vanesa sostuvo el brazo de Santiago sonriendo suavemente y éste la miró a Lidia con un rostro desalentado.
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