Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 223

Los dos no se detuvieron hasta media noche.

Después de oír a Santiago levantarse de la cama, Vanesa cerró los ojos y se quedó dormida en pocos segundos. Sin embargo, se despertó inmediatamente cuando Santiago se acercó para llevarla al baño.

Miró a Santiago con ojos entrecerrados y murmuró,

—Santiago, ¿te gusto?

Santiago no le respondió. Pero Vanesa ya sabía su repuesta. Si la hubiera amado, no habría tenido que pensar ni un segundo.

Vanesa esbozó una sonrisa irónica, y dijo en una voz tan baja y suave que era casi inaudible,

—Ya lo entiendo.

Santiago lavó suavemente a Vanesa, la secó y la llevó a la cama. Después de todo eso, se fue a ducharse. Cuando volvió a meterse en la cama, Vanesa estaba dormida como un bebé, pero él no tenía nada de sueño.

Se levantó, se dirigió a la ventana, la abrió a medias, encendió un cigarrillo y miró hacia fuera, contemplando el paisaje nocturno. De repente, sintió una pizca de deleite por la venganza. Aquellas charlas que había tenido con Erick le habían hecho sentir tan molesto, tal incomodidad por fin fue expulsado a través de tener sexo con Vanesa.

«Qué importa que estemos divorciados? Aún así, follamos con mente sobria.»

¿Santiago tiró el cigarrillo por la ventana y exhaló unos cuantos anillos de humo. Tras cerrar la ventana, volvió a la cama, donde Vanesa dormía acurrucada en un ovillo.

Él miró la herida en la pierna de Vanesa, que no era grave y que parecía estar cicatrizando. Por si acaso, Santiago fue a buscar el botiquín y, con mucha paciencia, la volvió a vendar con mucho cuidado antes de tumbarse en la cama.

La lámpara de la mesilla de noche se apagó y estas dos personas durmían a cada lado de la grande cama.

Vanesa no se despertó hasta el mediodía del día siguiente, momento en el que Santiago ya se había ido de la casa. Todavía estaba un poco mareada y se sentó un rato en la cama.

A medida que su memoria se aclaraba lentamente, Vanesa recordaba lo de la noche anterior.

«Esta vez no siento ningún remordimiento, porque ambos estábamos conscientes. Por otro lado, fue él quien él había tomado la iniciativa».

Vanesa no se sentía en desventaja. De todos modos, había hecho el amor con Santiago tantas veces, esta vez sólo se trataba de una más.

Vanesa se preguntaba qué pensaría Santiago a día de hoy.

«¿Es cierto que los hombres pueden separar sus deseos corporales de sus sentimientos reales? Será bastante interesante»

Vanesa se puso el pijama y entró en el baño para aseararse. Cuando se puso delante del lavabo, Vanesa se sorprendió al verse en el espejo: ¡tenía el cuello y la clavícula cubiertos de chupetones! –¡Joder!¡Lo ha hecho a propósito! ¿Acaso tengo que llevar un cuello de tortuga para ocultar las marcas? ¡Qué rollo!

Vanesa airada llamó a Santiago de inmediato. Sorprendentemente él contestó de inmediato. Antes de que ella pudiera decir algo, dijo él mismo,

—Anoche te acostaste conmigo, no hace falta preguntar eso.

¡Bah! Vanesa se puso aún más enfadada, y exclamó,

—Estaba sobria anoche ¿acaso no lo sabía? Sólo quería preguntarte por estas marcas en mi cuello, lo hiciste a propósito, ¿no?

Santiago se congeló un momento y respondió,

—No habría sido capaz de controlarme en esa ocasión tan emocionante.

La cara de Vanesa se puso sonroja al escuchar esta respuesta.

—¿Qué clase de palabras estaba diciendo este tipo? ¡Qué cara dura tiene!

Durante un buen rato, sin saber cómo responderle.

Santiago rompió el silencio y preguntó,

—¿Acabas de levantarte?

Vanesa lo confirmó, mirentras Santiago añadió,

—Por lo de anoche, seguro que estás agotada, ¡ve a comer algo para recuperar la energía!

Vanesa se puso sonroja como un tomate al escuchar estas palabras poco puras. Esta vez Vanesa no dijo nada y colgó el teléfono al instante. Se quedó quieta y respiró profundamente, luego dejó el teléfono sobre la cama, sintiéndose inexplicablemente infeliz.

Vanesa sí tenía hambre, de hecho había sentido un poco de hambre después del sexo de la noche anterior, sólo que estaba demasiado cansada y quería dormir más que otra cosa.

Vanesa ordenó y se apresuró a bajar a cocinar tallarines. Cuando se sentó a comer, miró las noticias en su teléfono y encontró una noticia en la sección económica sobre la colaboración entre las familias Icaza y Merazo.Según el informe, los presidentes de las dos empresas se habían reunido hoy en la empresa de la familia Icaza para firmar un acuerdo.

Sólo había unos pocos comentarios debajo de la noticia, pero todos eran sobre Santiago y Lidia. Se dice que Santiago había estado comprometido con Lidia, pero que Vanesa se metió.

También se comentaba que Lidia y Santiago eran más compatibles y que hacían buena pareja porque ambos estaban en el mismo nivel de estatus, educación y educación. También se especuló que la alianza entre las dos familias podría deberse a la relación pasada entre Santiago y Lidia ...

Estos comentarios eran muy similares y todos alaban a Lidia, diciendo que era la verdadera mitad de Santiago. Vanesa leyó todos los comentarios y cerró la página.

Menos mal que no había mucha gente que siguiera este tipo de noticias, por lo que la repercusión era limitada y, en el mejor de los casos, sólo hacía feliz a Lidia. Vanesa comía, sintiéndose un poco enfadada por dentro, sin saber si era por Santiago o por Lidia.

Las marcas en el cuello de Vanesa eran tan evidentes que subió a cambiarse a un vestido con escote de encaje, que apenas las cubría.

La recepcionista de la empresa conocía a Vanesa y la saludó con una sonrisa, concediéndole la entrada enseguida.

Tarareando, Vanesa se dirigió al despacho de Santiago. Cuando llegó, Santiago estaba trabajando allí dentro, y Vanesa entró con el resto de ira. Tosió ligeramente y preguntó,

—¿Estás muy ocupado?

—¿Qué te atrae? —preguntó Santiago, que se quedó aturdido.

—Fui a mi tienda, y vengo aquí de paso—Vanesa se inventó una excusa.

—Siéntate.— dijo Santiago. Mientras él dejaba a un lado los papeles que tenía en la mano, la puerta del despacho se abrió de un empujón y entraron Eustacio, Lidia y Alexander.

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