Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 225

Dicho esto, Vanesa apoyó su cabeza en el hombro de Santiago y dijo,

—Ahora mi hombre puede tener un buen descanso extra después del trabajo, ¡qué bueno!

Ni siquiera pareció darse cuenta de las expresiones de los demás mientras añadía,

— De verdad, no hace falta toturarse por la cortesía inútil

Santiago miró a Vanesa y esbozó una sonrisa, falsa. A Vanesa no le importaba lo que estas personas pensaran en sus mentes, sólo quería incomodarlas.

Santiago atrajo la mano de Vanesa y apretó el anillo en su dedo. Luego, dio un leve movimiento de cabeza sí, que en cierto modo era una indicación de que estaba de acuerdo con ello.

Vanesa se rió de contento, incluso más alegre de lo que lo había hecho antes, y Santiago la miró, comprendiendo claramente las emociones que se escondían detrás de esta sonrisa. A esta chica, cada vez más agresiva, le daba igual la persona que tenía enfrente.

Eustacio tomaba té sin decir nada, mientras Alexander que era listo, era capaz de notar que algo andaba mal. Dicidió distraer a Eustacio mediante hablar del mercado actual, y dijo,

—En el mercado actual, cada vez surgen más pequeñas empresas y el mercado se está acercando a un punto de saturación. Ahora se trata de ver qué empresa puede mantenerse más firme y durar más tiempo.

Eustacio asintió, y respondió,

—De acuerdo. Por eso las empresas debemos unirnos para salir ganando.

Alexander dijo,

—Sí, espero que nuestra cooperación posterior sea muy fluida y exitosa.

Lidia permaneció en silencio, con su taza de té en la mano, fijándose en la tetera que había sobre la mesa en vez de mirar a Santiago y a Vanesa.

Vanesa soltó una carcajada silenciosa.

«¡Así es! Por fin, Lidia consigue ver la situación con claridad. Con mi presencia, Lidia debería comportarse con cuidado»,

Vanesa no tenía hambre y se bebió el gran vaso de zumo que Santiago había pedido para ella. Por desgracia, sintió ganas de mear muy pronto.Vanesa esperó un rato y se levantó para buscar el baño antes de que nadie se diera cuenta.

Cuando Vanesa salió del baño, vio a Lidia de pie junto al lavabo, lavándose las manos y sacando el maquillaje para empezar a retocarse. Sin miedo se dirigió directamente a su lado, mientras se lavaba las manos lentamente, decía,

— ¿Cómo? ¿Ya te sientes incómoda con este tipo de situaciones? Pues nada es fácil para ser una mujer fuerte.

Lidia que estaba inclinada hacia adelante y estaba frotando su base de maquillaje, miró a Vanesa en el espejo, y contestó con desprecio,

—Te equivocaste mucho en eso. De todas formas conseguiré todo tarde o temprano.

No estaba claro si se refería a la empresa de la familia Merazo o a Santiago.

—No se puede decir cosas con tanta arrogancia. Tienes un hermano, ¿no? De hecho, sabes perfectamente que la empresa no será tuya, y Santiago menos aún —respondióVanesa.

Vanesa se lavó las manos y se miró en el espejo para arreglarse el pelo para desvelar las marcas en su cuello. Al notarlas Lidia de inmediato giró la cabeza para mirarla, o mejor dicho, a su cuello.

Vanesa levantó el cuello del vestido y miró de reojo a ésta, haciendo una mueca, aparentemente impotente a las marcas en su cuello.

Lidia se quedó inmóvil, cuando Vanesa salió. Ésta no se marchó hasta haber escuchado a ella tirar su base de maquillaje al suelo. Así, tarareó de alegría y volvió a la sala.

Alexande fue el primero en mirar hacia la puerta al que llegó Vanesa. Por supuesto ésta sabía que estaba esperando a Lidia que entrara, así que le dijo,

—La señorita Lidia está en el baño, y me dice que no se encuentra bien.

—¿Cómo? —preguntó preocupado Eustacio y se levantó de salto.

—Tal vez sea por el olor de cigarrillo, vi que seguía respirando en el baño y su cara no tenía muy buena pinta —respondió Vanesa con una explicación inventada

—¿Olor de cigarillo? Efectivamente, he fumando en esta la sala. Pero con este tipo de ocasión social, es inevitable. Si hasta eso no soporta... —Alexander frunció los ceños.

Eustacio no creía en absoluto las palabras de Vanesa, pero probablemente era cierto que Lidia lo pasaba mal.Seguramente le resutó dolorida ver a Santiago y Vanesa poniéndose muy cariñosos. Se levantó y dijo,

—Con permiso, voy para allá.

Cuando él salió, Vanesa se recostó en su silla sonriente. Santiago no prestaba importancia en eso sino en comer, porque no había comido esta mañana además de haber gastado demasiado energía anoche. A esta hora, no había nada más importante para él que llenar el estómago.

En un rato, Alexande volvió, y Lidia le siguió. Lidia entró y explicó,

—Lo siento, no me sentía muy bien en mi estómago, así que me tomé un descanso fuera. Todos sigan su comida, no se preocupen por mí.

También le dijo a Alexander que ya estaba mejor. Aún así, Alexander dejaría de fumar aquí, además tendría en cuenta eso en futuros encuentros con Lidia.

Vanesa observó lo todo con una sonrisa de satisfacción.

Tras la comida, Santiago y Vanesa se subieron al mismo coche y Alexander se fue a su propio coche.

Santiago preguntó a Vanesa,

—La última vez, estuvimos socializando con la familia de Merazo y después volvimos a esa sala donde estaba Stefano, ¿recuerdas lo que le dijiste a Erick?

Vanesa frunció el ceño, sin entender la pregunta de Santiago. Parecía que él no se animaba a dar una explicación de su pregunta, y se limitó a hablar con el chófer para indicarle adonde condujera.

Sólo después de un largo tiempo, Vanesa comprendió su pregunta. Cuando volvieron a la sala donde se encontrabaStefano, Erick preguntó cómo había terminado la comida tan rápidamente. Ella contestó,

—Sí, no habrá convivio pacífico cuando esté presente Stefano .

Entonces... Santiago estaba refiriéndose a ella con la misma frase: cuando ella estuviera presente, no habría convivio sobreviviente...

«¡Vaya! ¡Eso es exacto! ¡Muy acertado! Pero también depende de la otra parte, simplemente que no sea de la familia Merazo o la señora Erika. Esta vez está presente alguien que no me gusta, eso es el origen de tantos problemas».

Vanesa mostró una risa malvada, sin haber imaginado que Santiago era tan listo.

«Es bastante astuto, entonces... No le costaría nada notar el odio que guardo a Lidia. Pero... No ha hecho nada para mantener la distancia con esa perra. ¡Cabrón!»

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