Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 230

Vanesa no captó otro significado oculto en las palabras de Gustavo, y simplemente asintió con la cabeza, diciendo,

—Confía en mí, por favor.

Después de copiar la llave, Gustavo acompañó a Vanesa hasta la tienda, donde Adam estaba de pie en la entrada, observando al decorador en el interior.

Vanesa se acercó y le dijo a Adam,

—La llave, aquí la tienes.

Adam se dio la vuelta mientras decía,

—¿Dónde te has metido?Por qué has tardado tanto ...

La sonrisa de Adam desapareció en el mismo segundo cuando vio a Gustavo detrás de Vanesa. En un buen rato, recuperó el sentido y le saludó,

—Gerente Gustavo, ¿qué le atrae?

—He venido a echar un vistazo a la tienda de Vanesa —dijo Gustavo sonriente, luego dijo a Vanesa—. Bueno, ahora me voy.

—Ten cuidado en el camino —advirtió Vanesa.

Gustavo se despidió, se giró, cruzó la calle para dirigirse a su coche, que estaba aparcado frente a un restaurante cercano.

Vanesa seguía mirando a Gustavo cuando Adam habló con una mirada sospechosa,

—¿Por qué estás con Gustavo?

—Me lo encontré por casualidad en camino, así que me he parado a charlar.

Adam parecía un poco molesto, advirtiendo a ella,

—Aléjate de Gustavo a partir de ahora, y no te acerques demasiado a él.

—¿Por qué tú y Santiago reaccionáis igual? Ni siquiera ando muy bien con Gustavo. ¿Tenéis miedo de que tome a Gustavo como un candidato repuesto? Guarden su aliento todos ustedes, no quiero volver al infierno de la familia Icaza.

Adam se quedó mirando a Vanesa durante un momento antes de soltar un suspiro de alivio,

—¡Bien! ¡Qué bueno que eres una persona sensata! No debería preocuparme tanto por eso.

Con eso, guardó la llave, y agregó,

—Bien, terminaré todo esto ahora mismo. Volveré a la oficina, ¿y tú? ¿a casa o a la oficina como yo?

—¿Qué sentido tiene ir a la oficina si Santiago tiene una cita esta noche? ¿Para pasar la tarde con él y luego vuelvo sola a casa por la noche? No hay razón.

—No te preocupes, me iré a casa. Ve tú primero, yo tomaré un taxi.

Aunque Vanesa no quería volver a casa, no sabía qué podría hacer. Tenía tiempo y dinero, pero no sabía cómo aprovecharlos .

Vanesa fue enviada a casa por Adam al final. Sin saber qué hacer, se quedó en el estudio para leer libros sobre los exámenes de conducir. Cuando llegó la noche, Stefano le llamó por teléfono, diciendo,

—La familia Merazo llamó a mi padre y le dijo que había reservado una sala privada en el Restaurante Fidelma para invitarle a una buena comida.

—¿Le dijiste a tu padre que vendría?

—Sí, dije que llevaría a una amiga allí. En realidad, mi padre se puso bastante contento al saberlo.—dijo Stefano en tono un poco presumido.

Vanesa quiso reírse un poco.

«La reacción de tu papá se debe a que por fin tienes una amiga».

—De acuerdo, entonces haz que tu chófer venga a recogerme. Ahora me preparo bien para la cena.

Después de colgar el teléfono, Vanesa se apresuró a subir las escaleras para maquillarse y cambiarse de ropa. Para este tipo de ocasión, sin duda tendría que llevar la ropa que había traído de la csa antigua de la familia Icaza. Aunque no la apetecía tanto, a la familia Morillo y Merazo les debía gustar el estilo.

Escogió un vestido que era más de su agrado, y se arregló bien antes de irse al patio.

Stefano llegó con bastante rapidez y, al igual que Vanesa, se había cambiado de ropa.

Vanesa lo miró de arriba abajo y comentó,

—Está mucho mejor que te quites la gran cadena de oro.

Stefano acarició su collar de oro que llevaba en la clavícula y respondió sonriente,

—¡Esto es un símbolo de estatus para mí!.

Vanesa enderezó el cuello de la camisa de Stefano y dijo,

—Sinceramente, eres guapo. Si te vistes adecuadamente, se notará que eres un noble rico a primera vista. ¿Por qué siempre actúas como si fueras un friki?

Stefano miró fijamente a Vanesa y, de repente respondió con seriedad,

—Es cierto.

Cuando los dos entraron en el coche, Vanesa quería quitarse los zapatos y cruzar las piernas, pero su vestido no le dejó hacerlo. No tuvo más remedio que recostarse en el asiento.

—¿Sabes quiénes son los demás que van?—preguntó Vanesa.

—Solo sé que Jairo Merazo se presentará, pero no estoy seguro de la presencia de su padre... —respondió él.

Vanesa asintió sin decir nada.

Vanesa entornó los ojos por la ventana y susurró,

—Este lugar debe ser muy caro.

—No es tan caro, efectivamente hay sitios más caros —Stefano empujó la puerta, sin tomarlo en serio.

Vanesa la siguió hacia abajo. El portero estaba en la puerta y, al ver a Stefano, llamó inmediatamente hacia el lobby

—Gerente

Unos segundos más tarde alguien se acercó,

—Sr. Stefano, entre, por favor. Le están esperando en la sala privada.

Vanesa siguió a Stefano hasta el ascensor. Tras salir del ascensor, alguien les condujo a la entrada de la sala privada.

Stefano empujó la puerta y entró.

Era una sala bastante grande, y el interior estaba decorada de estilo. No parecía un restaurante sino el comedor privado, bastante acogedor. No había mucha gente en la sala y cuando Vanesa miró a su alrededor, vio a Jairo. No era Lidia la que estaba a su lado sino su esposa,Violeta Xirau.

Stefano entró con una sonrisa, explicándose,

—Oops, todos están aquí.

Volvió a mirar a Vanesa y la cogió del brazo, diciendo,

—Ven, entra, no te avergüences. Es una comida corriente.

Vanesa nunca había conocido al padre de Stefano, Milagros Morillo, pero pudo reconocerlo a primera vista. El padre de Stefano era muy compuesto, mientras que éste no era nada de eso. Había una mujer sentada junto alMilagros, no muy mayor, pero se veía muy seria por su cara y el traje.

Los dos de la familia Merazo cambiaron de cara al ver a Vanesa entrar. Vanesa casi se ríe de alegría.

«Probablemente esta pareja vieja me esté maldiciendo en su interior por mi presencia sorprendiente».

Stefano llevó a Vanesa a sentarse junto a una joven, y dijo a ésta,

—Hermana, no he imeginado que has seguido a nuestro padre hasta aquí. Pensé que sería la hermana mayor.

La tercera señorita de familia Morillo, Eva Morillo miró a Stefano con desprecio, diciendo,

—Incluso puedes tener una amiga.

Luego miró a Vanesa y le preguntó,

—¿La señora Icaza ¿vino aquí por el secuestro de mi hermano?

Vanesa seguió las palabras de la señorita,diciendo,

—Sí, él se ha ido a mi casa y me ha apuntado con una pistola, pidiéndome que venga aquí a respaldarlo.

Eva sonrió de inmediato, y respondió,

—Tú y mi hermano parecen estar en el mismo equipo.

Vanesa no pudo distinguir si estas palabras eran un cumplido o una crítica.

Luego, Eva añadió,

—¿No viene su marido? No se preocupa por que mi hermano te haya traído aquí? Debería saber que mi hermano es un cabrón, y que siempre hace lo que le dé la gana sin importarle nada.

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