Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 303

—Ven aquí —dijo Vanesa precipitada a Stefano.

Colgado el teléfono, Santiago dijo en un tono relajado,

—Eva es cada vez más potente en la solución de los líos.

«La última vez en que le sacó a Stefano de la comisaría no fue tan rápida como ahora.»

Vanesa suspiró desalentada,

—Tienes que tomarlo en serio, a ver si fueron protagonistas los dos hermanos de la familia de Covarrubis.

—No te preocupes, no lo dejaré escapar a nadie porque casi te involucraron en este lío —dijo Santiago.

Escuchando sus palabras, Vanesa se quedó confusa.

«¿Qué quiere este hombre? Sus comportamientos en los últimos días me parecen muy raros. Seguro que está ocultándome algo.»

Apartando los ojos, Santiago sonrió aún más fuerte. Mientras Erick se quedó de repente callado porque entendió con claridad sus palabras, cuyo propósito era ponerlo en ridículo frente a Vanesa.

Ahora todo se volvió silencioso.

Adam se levantó dirigiéndose al patio para hacer una llamada emprendiendo la investigación sobre Dylan Alvarado. Terminada la llamada, Adam se quedó en el patio por un buen rato hasta que vio llegar a Stefano, y éste seguía quejándose tras haber bajado del coche.

«¡Cuánto enojo tendrá este hombre para ponerse tan furioso!»

Con sólo volver la cabeza, Santiago lo vio y se río de pronto,

—Su collar de oro es…

—Es feo, ¿cierto? —dijo Vanesa con un guiño.

Santiago detuvo de repente.

«El gusto de Stefano es siempre diferente al de los demás, pero tampoco existen criterios sobre aquello.»

Stefano entró a la sala con un rostro lívido y se bebió la taza de té que estaba en la mesa.

—¿Cómo te va todo? ¿Alguna novedad? —preguntó Vanesa.

—¡Joder! —gritó Stefano enojado—

Los que tienen mentes lúcidas insistieron en que no sabían nada y echaron toda la culpa al cabrón Dylan Alvarado, cuyo paradero no sabía nadie, entonces salí en vano de ahí.

—¿Has ofendido a alguien recientemente? —preguntó Santiago.

Stefano se quedó de repente emocionado,

—¡Por favor! Sabes cómo soy, son tantas personas a quienes había ofendido.

—Pero me refiero a los últimos días, ¿recuerdas algo? —dijo Santiago con cierta impaciencia.

De repente el rostro de Stefano se demudó.

—Hablándolo —murmuró Stefano cabizbajo—, recuerdo que he ofendido a dos mujeres de la familia Merazo.

—¿Quiénes? —preguntó Santiago

—¿Quiénes crees que serán? —dijo Stefano en un tono emocionado— Son Lidia y su madre, a quienes he ofendido hace poco.

—Pero ellas son gente decente que no será capaz de hacerlo —dijo Vanesa con los ojos asombrados—. Además, no les dará tiempo hacerlo porque las ofendiste recién por la mañana.

«Será imposible que lo arreglen todo de manera tan rápida.»

Stefano se calló por un momento y añadió,

—Creo que son ellas, ¡las dos zorras y sin vergüenzas!

—¿Has discutido con ellas? —preguntó Santiago.

—Sí, efectivamente —dijo Stefano mientras se dirigió a Vanesa—, ella sabe todo.

—Stefano había discutido con ellas y todo es por mi culpa —dijo Vanesa suspirando—. Pasa es que hoy estaba comprando un vestido en el centro comercial y justo le gustaba también a Lidia, entonces su madre me insultó con unas palabras inadecuadas. Como Stefano estaba a mi lado y para ayudarme, él destruyó directo el vestido para que nadie pudiera comprarlo, de ahí empezó el conflicto.

Escuchando sus palabras, Santiago se quedó entendido. Sabía que Vanesa iba a presentarse en el cumpleaños de Señor Tatiana junto con Stefano, entonces necesitaría un vestido de noche.

—¡Son definitivamente ellas! ¡Esas dos zorras! —gritó Stefano enojado— ¡No las dejaré en paz!

—¡Cálmate! Stefano —dijo Erick con cierta impaciencia— No seas tan emocionado porque nada pruebas tienes de que fueron ellas quienes te metieron en el lío.

Pero Stefano seguía sintiéndose ahogado por lo pasado, porque nunca había sufrido una humillación de tal manera.

«¡Me están abriendo el fuego! ¿Cómo podría soportarlo?»

Vanesa se le acercó acariciando su hombro,

—No te preocupes, Stefano, todo estará bien.

Escuchando sus palabras, Stefano se quedó más tranquilo,

—Siendo todas vosotras las mujeres, tú eres suave y tierna, mientras ella, ¡todo un hombrecito! No tendrá surte de tener un novio.

«¿A quién se refiere?»

—Es la mujercita Celeste Gilabert, que me hace sufrir casi en cada nuestro encuentro —clamó Stefano.

—¿La policía? —preguntó Erick.

—Sí, ella —dijo Stefano enojado—, es una bruja que siempre me trae la mala suerte.

Quería Stefano vengarse de ella, pero no se le ocurrió nada buena idea, porque era policía cuya identidad le impedía hacerlo.

—Pero a mí me cae bien ella —dijo Vanesa en un tono serio—, es una mujer fuerte y de confianza.

Apenas escuchó sus palabras, Stefano suspiró,

—Una mujer como ella es fracasada, porque ningún hombre quería ser protegido.

Vanesa se río a carcajadas,

—Vale, vale, no insisto más.

Mientras Vanesa acariciaba el hombro de Stefano, Santiago se quedó de repente incómodo por sus contactos tan íntimos.

Con un resoplo suave, Santiago se sentó recto y dijo,

—Por cierto, Stefano, ¿Eva tiene alguna novedad?

Escuchando el nombre de su hermanita, Stefano se quedó de pronto rígido de estremecimiento, entonces Vanesa dejó de acariciarlo.

—Me dijo que no la contactara sin nada urgente, o me mataría hasta la muerte —murmuró Stefano con las miradas abajo.

Santiago se río de repente.

—Santiago, tienes que ayudarme, quería saber quién está haciéndome sufrir. Cualquier novedad no dudes en decírmela, por favor —dijo Stefano con un rostro lívido.

Santiago contestó calmado,

—No te preocupes, tampoco lo dejaré escapar de sus debidas responsabilidades porque había hecho a Vanesa en el peligro.

—Vale, eres siempre de confianza, no me fallarás —dijo Stefano en un sorprendente tono de ternura.

Santiago volvió a mirar a Vanesa,

—¿Tú qué crees?

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