Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 305

—Vale —dijo Santiago en un tono poco animado.

«Parece que no está de ánimo con las charlas.»

Cuando Lidia iba a colgar el teléfono, Santiago la detuvo preguntando,

—Por cierto, Lidia.

—Dime, ¿qué pasa? —dijo Lidia en un tono lleno de asombros.

—Dijeron que hoy has discutido con Vanesa y Stefano, ¿es cierto? —preguntó Santiago.

Lidia se quedó de repente atónita, pero en apenas un segundo se volvió calmada,

—¿Querías justificarlos ahora?

—No, no te ofendas —explicó Santiago con cierta impaciencia—, no tengo derecho a hacerlo, sólo quería confirmarlo, nada más.

—Sí he discutido con ellos —dijo Lidia en un tono serio—, pero la culpa no la tenía yo.

No le importaba a Santiago quién tenía la culpa, su propósito era nada más que confirmarlo.

—Sabes que Stefano es un poco caprichoso y lo conoces bien, te aconsejo que no lo retas más porque él es capaz de hacer cualquier tontería —dijo Santiago.

—Lo sé, por eso no hice nada contra él —dijo Lidia en un tono enojado.

Santiago sonrió de pronto,

—Por cierto, Vanesa es aún más caprichosa que Stefano, es mejor tampoco provocarla.

Mientras Lidia se mantuvo callada, Santiago añadió,

—No importa lo complicado que sea la relación entre Vanesa y yo, siendo su ex marido, yo me pondré del lugar suyo si le pasa algo. No espero que haya discordia entre vosotras.

Mientras Lidia seguía callada, Santiago colgó directo el teléfono.

«¿Por qué me siento tan aliviado?»

Pensando distraído, Santiago abrió su WhatsApp donde encontró una noticia recién publicada por Vanesa. Estaba adjuntada una foto suya en que sonrió contenta con la máscara facial pegada.

Su rostro era bello y joven, lo miró Santiago por un buen rato.

«Supongo que ella no sabe todavía que la he vuelto a agregar como amigos en el WhatsApp.»

Leyó casi todas las noticias que publicó Vanesa. Detuvo hasta el tiempo en que vivía en la villa. A pesar de llevar una vida amarga, Vanesa era siempre positiva. En sus fotos aparecían con frecuencia el Sol, el cielo y las flores del jardín, pero ni una foto de los de la familia Icaza.

Santiago se sentía muy penoso cuando leyó hasta el final.

«Es una mujer positiva y alegre, pero de ello nadie de nosotros nos dimos cuenta.»

Dejó del lado su teléfono y apagó la luz, en una oscuridad profunda, Santiago iba cerrando los ojos.

«¡Quizá yo también cambié!¡Quizá ella me ya ha tocado mi corazón! ¡Me arrepiento de haberme divorciado de ella!»

En los siguientes días, Santiago no se puso en contacto con Vanesa porque estaba ocupado y ésta a él tampoco como si se hubieran roto sus relaciones.

Pero Stefano no dejó de molestarle a Santiago por las novedades de la investigación siendo él una persona tan impaciente.

—Ten paciencia —dijo Santiago en un tono tranquilo—, no podremos tener ningún fallo para no meterte en más líos.

—¡Los cabrones los de la familia Covarrubis y los de Merazo, no los dejaré en paz! —gritó Stefano enojado.

—¡Cálmate! —dijo Santiago en un tono serio—. Por cierto, ¿te has puesto en contacto con Vanesa estos días?

—Sí, que sí —dijo Stefano con cierta impaciencia.

—¿Qué está haciendo ella? —preguntó Santiago.

Luego Stefano le contó casi detalladamente los paraderos de Vanesa. Hablando de su examen sobre la conducción, Santiago preguntó sorprendido,

—¿No la acompañas hasta ahí?

«Siendo Stefano una persona fiestera, le interesa casi todo tipo de actividades y eventos. ¡Qué raro que no la acompañe a Vanesa a la escuela de conducción!»

—Pues ella ya tiene a Erick como compañía —dijo Stefano.

Escuchando sus palabras, Santiago se detuvo de repente y dejó el bolígrafo encima de los documentos.

—¿Erick no trabaja ya? —preguntó Santiago sorprendido.

—¿No lo sabías todavía? Erick ya se había despedido del trabajo y en estos días está con Vanesa casi todos los segundos —dijo Stefano.

Cerrando los documentos, Santiago dijo,

—Vale, ya lo sé.

Colgado el teléfono, Santiago se marchó precipitado de la oficina.

Caminando hacia el ascensor, se encontró con Adam.

—¿A dónde vas? —preguntó Adam asombrado.

Se detuvo de repente Santiago.

«¿A dónde voy? Quería buscar a Vanesa, pero, ¿con qué propósito?»

—¿Vas de viaje? —preguntó Adam.

—No —murmuró Santiago cabizbajo.

—Claro que no, no tienes hoy ningún viaje de negocio —dijo Adam con firmeza.

Mirando los documentos que sostenía Adam, Santiago detuvo ahí inmóvil por un buen rato y se dio la vuelta para caminar hacia la oficina.

Apenas entró a la oficina, Adam le pasó los documentos diciendo,

—En cuanto a la investigación sobre la familia de Merazo todavía no la tengo confirmada, entonces volví a investigar los hermanos de Covarrubis porque éstos son más sospechosos. Y, ¿sabes qué resultado me salió?

Callado y con un rostro sereno, Santiago levantó sus ojos para clavarlos en los de Adam.

—De hecho, los hermanos de Covarrubis no habían hecho nada malo, pero cuya madre, la señora Estela se había encontrado ese día con Dylan Alvarado en el centro comercial. ¿No lo piensas raro? —dijo Adam en un tono emocionado.

Sin embargo, no contestó nada Santiago porque se quedaba distraído pensando en lo de Vanesa.

«Salí casi corriendo de la oficina apenas supe que Erick estaba al lado de Vanesa. ¿Por qué tuve tanta prisa? ¿Por qué ese tío siempre se queda al lado de Vanesa? Y ¿por qué me siento incómodo cuando los veo juntos?»

Suspiró en silencio Santiago con las miradas abajo.

Estaba muy preocupado.

Con los ojos cerrados, Santiago volvió a suspirar.

—¿Entonces se lo digo ahora a Stefano? —preguntó Adam.

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