Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 312

Vanesa bajó la cabeza para estrechar la falda y se levantó sin conciencia con ayuda de Santiago.

Ella no volvió en sí misma aunque Santiago cogió su mano.

Hasta que se llevó unos pasos y se alejó de la mesa, de repente se dio cuenta de que Santiago se puso raro y libró su mano de Santiago. Luego frunció las cejas.

—No juegues a los trucos, ¿vale? —Vanesa lo miró y le dio orden con cara sumamente seria.

—¿Qué dices? Sólo me preocupaba que te cayeras —Santiago mantuvo calma.

En este momento, Lidia notó la expresión de Santiago. Sabía muy bien que ahora Santiago estaba contento.

Pero, a diferencia de Lidia, Vanesa se lo perdió por completo.

Los cuatro entraron en una sala para disfrutar el café.

—Qué aburrido, ¿no? —en la silla Vanesa se desperezó y dijo a Stefano.

Pero Santiago respondió

—Claro,l porque no has venido aquí por ningún beneficio ni intención. Pero para muchos, lo consideran una oportunidad perfecta para buscar socios.

La mayoría de la gente acudía a estas fiestas sólo para conocer a los jefes y a los empresarios y entablar amistad con ellos, de esa manera buscaban cooperación y desarrollo.

—Entonces ¿por qué no te has quedado ahí? —al oír esto, Vanesa echó una ojeada y dijo.

Lidia también lo miró esperando su repuesta. Porque no entendió. Para desarrollar el negocio de la familia Icaza, había que tener una buena relación social. Y sin duda, eso era la ocasión mejor.

—¡Porque estás aquí! —Santiago fijó la mirada en Vanesa.

Vanesa se quedó confusa.

«¿Qué le pasa a este tipo últimamente, por qué siempre dice todas estas tonterías?»

Para otros, en realidad era bastante obvio que Santiago la trataba de forma muy diferente de otro. Quizás Vanesa ya notó algo pero no se atrevía a creer lo que sentía porque ella creía que Santiago nunca se enamoraría de él.

Cuando Vanesa no sabía qué responder, Stefano abrió la boca.

—¿Qué quieres decir? ¿Que te preocupas porque Vanesa está conmigo?

Santiago no le hizo caso y seguía mirando a Vanesa.

Al escucharlo, Lidia se sintió un poco triste.

En cualquier ocasión como así o más formal, realmente, ella había solido ser la que sabía bien controlar la atmósfera y la conversación. Todos los temas de charla se trataban de ella.

Sin embargo, siempre que estuviera metida Vanesa, toda iría diferente. El tema de la conversación nunca sería de ella. Incluso fue ella quien siempre se ignoró.

Lidia cerró los ojos y lanzó un suspiro silencio.

—Santiago, si te encuentras mal, no dudes en ir al médico, ¿vale? —Vanesa tiró una ojeada indolente a Santiago y le hizo una burla.

Le gustaba a Santiago tomarla el pelo. Era muy divertido.

Los tres estaban charlando pero Lidia estaba callada.

Ella odiaba a los dos: Vanesa y Stefano. Así que no quería charlar con ellos.

Pensó que podía quedarme con Santiago a solas, así que acudía a este banquete. Pero el día había visto a Vanesa comprar los vestidos, ya sabía que lo deseaba era imposible, además, lo que dijo Santiago en el teléfono le enfadó un poco, por eso no quería presentarse en la fiesta, pero finalmente vino porque quería saber por qué Santiago había cambiado repentinamente su actitud hacia su ex mujer.

Mientras que los tres charlaban, ella tomaba atención en la actitud que mantenía Santiago. Cuando hablaba con Vanesa, siempre dijo sonriendo. Eso nunca ocurriría en el pasado.

Por más bien Santiago tratara a esa mujer, más molestia se sentía Lidia. Y el celo cada vez era más intenso.

Por fin, no sabiendo de qué estaban hablando los tres, entre el estallido de risa, se levantó.

—Sigan charlando. Ahora tengo que buscar a mi padre. Y a propósito, a saludar a la señora Tatiana.

Lo que dijo advirtió a Santiago.

—Yo también quiero saludarla.

Como un invitado en el cumpleaños de la señora Tatiana, tenían que saludarla primero.

Después de terminarlas, Santiago tiró una mirada a Stefano.

Sin embargo, él lo negó agitando la mano.

—Yo no voy. Seguro que hay alguien que no quiera verme.

Siempre estaba claro bien de la situación en la que estaba.

—¿Por qué no? No me parece bien que no vayas. Es el cumpleaños de señora Tatiana.

—Debería de que muchos han ido. No pasa nada si no voy —Stefano insistió en no hacerlo porque no quería meterse en los líos.

—Hombre, venga, por favor. Santiago también está contigo, ¿por qué estás preocupando? —Vanesa perdió la paciencia y empujó sus brazos.

—No me preocupo por nada —Stefano se levantó directamente.

—Espéranos aquí, no tardaríamos en volver —Santiago tiró una mirada a Vanesa y dijo.

Vanesa no le hizo ningún caso.

Luego Santiago y los dos demás se fueron.

Parecía que no terminaron la cena. Nadie más entró en la sala.

Vanesa se apoyaba en la silla. Se desperezó y ordenó la falda.

Luego mantenía las vistas en la ventana para mirar afuera.

Para las personas comunes, era muy preciosa esta ocasión, o decir, esta oportunidad. Pero de verdad que no le gustaba.

Dentro de poco, entró una persona en la sala.

Pensando que volvieron Santiago y los dos, pero resultó que no. Volvió la cabeza. Vio a un hombre mirar a todos lados con un micrófono en la mano.

Posiblemente quisiera venir a ver si alguien estaba dentro. Pero cuando vio a Vanesa, se sintió un poco sorprendido.

En una sala tan grande, estaba sentada aquí sola.

Llevó varios segundos quedado en la puerta y luego se acercó.

Detrás de él, seguían dos personas. Uno de ellos vino con una cámara y el otro era el director.

Obviamente son el personal de los medios.

En seguida, Vanesa entendió. Sabía que ellos deberían venir por ella porque estaba sola en la sala.

—¡Qué casualidad! señorita Vanesa —el que llevaba la cámara se acercó a ella riendo.

—¿Eso sí? —Vanesa fijó los ojos en él.

—Señorita Vanesa, está aquí esperando a sus amigos, ¿verdad? —ese hombre vio los cuatro vasos en la mesa y dijo tentando.

—Sí, los estoy esperando —Vanesa contestó.

—Señorita Vanesa, es que acabo de verle sentada con el señor Santiago y la señora Lidia, quiero hacerle unas preguntas —manteniendo la cortesía, él no se sentó, sino se acercó bajándose con el micrófano.

—¿Qué quieres preguntar? —Vanesa levantó la cabeza para mirarlo y dijo tranquila.

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