—CALRO. Puedo hacer todo lo que quiero. Si no lo crees, puedes sacar el móvil de mi bolsillo y confirmarlo.
Darío estaba confuso, en realidad, no quería hacer lo que dijo Santiago, pero eso estaba relacionado a la seguridad de su hijo. Así que tomó el móvil de Santiago.
Lo que vio le hizo temblar a Darío, es un vídeo recién grabado. Hizo clic en el vídeo.
—Papá, Papá, sálvame. Tengo mucho miedo —su hijo que fue atado a la silla llorando gritó.
—Hijo de puta, ¿qué hiciste a mi hijo?
—Tranquilo, mi subordinado no le hizo nada por el momento, pero si no podemos salir de aquí sano y salva, ¡te lo prometo! ¡Lo que sufrimos ahora ocurrirá también a tu hijo!
Cuando ellos estaban hablando, Erick ya entró secretamente.
Pero en este momento, los ojos de Darío se pusieron muy rojos, sostenía el mechero tembloroso.
—¡Eres despreciable! Cabrón.
—Ojo por ojo, somos iguales, ¿no?
Santiago quería amenazar a Darío y le hizo obligarse a rendir.
—No me digas las tonterías. Sé que incluso si te dejo ir, no me perdonarán. Mi hijo también será menosprepresible por el mundo por mis crímenes. En lugar de dejarlo vivir a lomos de la discriminación, deberíamos morir juntos.
Santiago frunció las cejas inmediatamente al escuchar dichas palabras.
—Realmente estás loco —dijo Vanesa emocionada—. Él es tu hijo, ¿cómo puedes abandonarlo tan fácilmente? ¿Quién crees que eres? No tienes derecho a decidir a la vida o la muerta de una persona aunque tú fueras su padre. ¡Realmente eres muy egoistón!
—¡Cállate! ¡Perra! Sí, soy egoísta, pero todo eso es causado por vosotros. Así que todo el mundo debemos morir. Nos lo merecemos. JAJAJAJAJA.
Cuando escuchó lo que dijo Santiago, Vanesa se quedó estupefacta. Se sintió conmovida.
Erick disparó tres vez a la cadena. Por fin, se destruyó y Vanesa se salvó. Luego Erick preparó hacerlo mismo para salvar a Santiago. Sin embargo, se agotaron las balas.
Vanesa se puso ansiosa inmediatamente.
—¿Por qué solo se quedaron tres balas en el pistola? ¿Por qué?...
Toc, Toc... el sonido de toser interrumpió las palabras de Vanesa.
Santiago cerró sus ojos y suspiró cuando sabía la situación. Luego se volvió la cabeza para mirar a Erick y le dijo firmemente,
—Sácala de aquí, rápidamente.
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