Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 352

—CALRO. Puedo hacer todo lo que quiero. Si no lo crees, puedes sacar el móvil de mi bolsillo y confirmarlo.

Darío estaba confuso, en realidad, no quería hacer lo que dijo Santiago, pero eso estaba relacionado a la seguridad de su hijo. Así que tomó el móvil de Santiago.

Lo que vio le hizo temblar a Darío, es un vídeo recién grabado. Hizo clic en el vídeo.

—Papá, Papá, sálvame. Tengo mucho miedo —su hijo que fue atado a la silla llorando gritó.

—Hijo de puta, ¿qué hiciste a mi hijo?

—Tranquilo, mi subordinado no le hizo nada por el momento, pero si no podemos salir de aquí sano y salva, ¡te lo prometo! ¡Lo que sufrimos ahora ocurrirá también a tu hijo!

Cuando ellos estaban hablando, Erick ya entró secretamente.

Pero en este momento, los ojos de Darío se pusieron muy rojos, sostenía el mechero tembloroso.

—¡Eres despreciable! Cabrón.

—Ojo por ojo, somos iguales, ¿no?

Santiago quería amenazar a Darío y le hizo obligarse a rendir.

—No me digas las tonterías. Sé que incluso si te dejo ir, no me perdonarán. Mi hijo también será menosprepresible por el mundo por mis crímenes. En lugar de dejarlo vivir a lomos de la discriminación, deberíamos morir juntos.

Santiago frunció las cejas inmediatamente al escuchar dichas palabras.

—Realmente estás loco —dijo Vanesa emocionada—. Él es tu hijo, ¿cómo puedes abandonarlo tan fácilmente? ¿Quién crees que eres? No tienes derecho a decidir a la vida o la muerta de una persona aunque tú fueras su padre. ¡Realmente eres muy egoistón!

—¡Cállate! ¡Perra! Sí, soy egoísta, pero todo eso es causado por vosotros. Así que todo el mundo debemos morir. Nos lo merecemos. JAJAJAJAJA.

Luego encendió el mechero y estaba a punto de arrojarse a ellos. Vanesa y Santiago aguantaron la respiración y mantenían las manos apretadas mutuamente.

En este momento, Erick se lanzó a Darío y lo empujó, y el mechero encendido se cayó en los cartones.

En un instante, los alrededores comenzaron a estar rodeados de fuego.

Darío se apresuró a sacar el pistola, pero Erick sujetó la mano de Darío y la chocó a la pared. Debido a dolor, Darío soltó el pistola y luego Erick le dio una patada. El secuestrador se cayó en los cartones ardientes. El fuego le encendió. Como se había derramado las gasolina sobre él hace un poco, ahora el fuego estaba cada vez más fuerte hasta que devoraba a Darío.

Solo sonó los gritos miserables en el almacén...

Por otro lado, Erick preparó desatar a Vanesa, pero la cadena estaba tan apretada que Erick no pudo desatar sin usar herramienta. Lo peor era que no existía nada herramienta que podía desatar la cadena. El humo era cada vez más intenso. Cada uno empezaba a toser.

—Erick, ¡¡el pistola!! ¡Date prisa! —dijo de repente Santiago.

Erick entendió de inmediato y se apresuró a recoger el pistola.

—Salva a Vanesa primero —Santiago añadió.

Cuando escuchó lo que dijo Santiago, Vanesa se quedó estupefacta. Se sintió conmovida.

Erick disparó tres vez a la cadena. Por fin, se destruyó y Vanesa se salvó. Luego Erick preparó hacerlo mismo para salvar a Santiago. Sin embargo, se agotaron las balas.

Vanesa se puso ansiosa inmediatamente.

—¿Por qué solo se quedaron tres balas en el pistola? ¿Por qué?...

Toc, Toc... el sonido de toser interrumpió las palabras de Vanesa.

Santiago cerró sus ojos y suspiró cuando sabía la situación. Luego se volvió la cabeza para mirar a Erick y le dijo firmemente,

—Sácala de aquí, rápidamente.

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