Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 357

Con la compañía de la sirviente, Santiago llegó a la habitación de la señora Cotilla.

—Señora, ha llego el señor Santiago —dijo la sirviente.

—Ven, hijo —dijo la señoraCotilla sonriendo.

—Espero que no le molesto, señora Cotilla —sonrió Santiago.

—Claro que no, ven aquí, mi hijo —dijo la señora Cotilla.

Santiago entró a la habitación y se sentó al lado de Vanesa.

—¿Qué pretendías hacer en mi casa? —preguntó Vanesa en voz baja.

—No fui a tu casa —dijo Santiago en un volumen aún más bajo—. Sé que te encontraste con un problema, por eso mentí para sacarte del apuro.

Vanesa se quedó de pronto sorprendida.

«¿Qué quiere este hombre?»

—Siendo vosotros los jóvenes, siempre tenéis tema común —dijo la señora Cotilla suspirando—. Vanesa y yo no teníamos casi nada para charlas, jajaja.

—No te ofendas, señora —bajó las miradas Vanesa con un rostro avergonzado—, estaba preguntándole por algo.

Cerrando el álbum, la señoraCotilla miró a ellos a ojos descubiertos,

—¿Os conocíais antes?

Con la boca abierta, Vanesa no sabía qué contestarla.

—Sí, nos conocimos antes y nos llevamos bien —dijo Santiago.

Vanesa le echó una mirada furtiva.

«No hace falta que agregues la última frase.»

—Lo sabía —sonrió la señoraCotilla.

Vanesa sonrió forzosa.

—Si no te hubieras casado, Santiago, te la habría presentado a Vanesa —suspiró la señora Cotilla—. Seréis una pareja perfecta.

Vanesa se quedó de pronto avergonzada.

Santiago se río,

—¿Usted lo cree?

—Claro que sí —dijo la señora Cotilla en un tono serio—. Nunca miento a nadie.

Santiago se le acercó a Vanesa sonriendo,

—¿La has oído?

—¡Cabrón! — gritó Vanesa.

Santiago sonrió aún más fuerte.

La señora Cotilla volvió a presentarle a Vanesa los miembros de la familia para que tuviera alguna idea sobre ellos.

Como Santiago no sabía todavía lo que la había adoptado a Vanesa la señora Cotilla como su nieta, entonces agregó de vez en cuando unas palabras para que Vanesa los recordara mejor.

«No me interesa nada, ¿quién sabe cómo me tratarán después? Si no hubiera sido por la señora Cotilla, no me habría hecho ningún caso nadie. Ahora que me adopta la señora Cotilla, el resto me tratará como rival. ¡Qué surte me ha tocado!»

Escuchando distraída sus palabras, Vanesa suspiró en silencio.

Caída la noche, Santiago dijo,

—Ya es tarde, señora Cotilla, deberíamos despedirle para que descanse. Llevará a Vanesa a su casa, no se preocupe.

Pensaba la señora Cotilla que la llevaría Benito a Vanesa a su casa, pero su actitud era poco simpático con Vanesa, entonces no insistió más.

—¡El tiempo pasa volando! —murmuró la señora Cotilla—, ni siquiera me di cuenta.

Luego volvió a mirar a Vanesa,

—Entonces que te lleve Santiago a tu casa, cuando tengas tiempo, ven aquí, mi hija.

—De acuerdo, señora Cotilla —dijo Vanesa.

«Pero no creo que tenga mucho tiempo para las visitas, porque estaré ocupada en la tienda.»

Hasta que salieron Santiago y Vanesa del patio, nadie de la familia la familia Cotilla se asomó para despedirles.

«¡Por fin! No los quería volver a ver nunca.»

Cuando se metieron al coche, Santiago se dio cuenta de la pulsera que se llevaba Vanesa.

—Parece que te cae muy bien la señora Cotilla, la pulsera es de mucho valor —dijo Santiago.

Vanesa la quitó precipitada,

—No debería venir aquí.

—¿No te gusta la señora Cotilla? Veo que te trata bien —dijo Santiago.

«Sí me trata bien, pero…»

Después de un largo silencio, Vanesa le contó a Santiago lo de la adoptación por la familia la familia Cotilla.

—¿En serio? —dijo Santiago sorprendido.

—Sí, ni una palabra mentirosa —suspiró Vanesa—. Me quedé asustada por su inesperada decisión. Si me hubiera enterado del suceso, no habría venido nunca.

Santiago se calló de pronto.

Vanesa lo miró con cierta impaciencia,

—¿En qué estás pensando?

Santiago se río,

—Estaba pensando en tu nueva familia, señorita Vanesa.

Resopló Vanesa apartando sus miradas.

Cuando llegó a la casa de Vanesa, Santiago dijo,

—¿No me vas a invitar a tu casa? De todas maneras, te he sacado del apuro.

Después de una inmóvil reflexión, Vanesa dijo,

—Vale, te invito una copa de agua, nada más.

Sonriendo, Santiago siguió a Vanesa hasta su casa.

Sacó Vanesa directo una botella de agua del refrigerador y se lo pasó a Santiago,

—Toma.

—Por cierto, en cuanto a lo que pasó en la familia la familia Cotilla, te aconsejo que no lo tomes en serio —dijo Santiago con un rostro serio—, la señora Cotilla es de confianza, pero el resto no lo será.

Apoyada contra el sofá, Vanesa suspiró,

—Tampoco quería formar parte de ellos. Me gustaría estar sola y no necesito los familiares.

«¡Ni hablar los familiares reunidos a base de los intereses, además, con quienes no tengo nada relación genética!»

Mirando la pulsera, Vanesa murmuró,

—Y esto, ¿cómo podría devolvérsela a la señora Cotilla?

—Guárdala —dijo Santiago—. Si es sólo un regalo, no hace falta que se lo devuelvas porque la pondrás a la señora Cotilla en ridículo.

—Vale, la guardaré por el momento, pero se la devolveré después —suspiró Vanesa con cierta impaciencia.

Santiago miró de repente a Vanesa a ojos descubiertos,

—Por cierto, ¿no te parece que somos una pareja perfecta?

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Atrevido: Amor Retardado