Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 49

Santiago dejó los palillos y miró a Vanesa sin expresión. Parecía que no sentía nada por las palabras de Vanesa.

Vanesa preguntó cuando terminó de reírse,

—Qué pasa, ¿no estás contento de escuchar la verdad?

—No —Santiago respondió seriamente—. Me alegro que pudieras pensar así, si no es, me sentiría culpable.

La sonrisa de Vanesa desapareció lentamente y miró a su alrededor como si no supiera cómo responder. Santiago miró lo que tenía delante de Vanesa, en realidad no había comido nada.

—¿No quieres comer más? ¿Ya estás llena? —Santiago preguntó.

Vanesa dejó la cuchara.

—Sí, ya estoy llena.

Santiago llamó al camarero para que cobrara.

Vanesa vio a la persona que les estaba grabando había escondió el móvil.

De hecho, para qué servía esos vídeos, Vanesa no lo entendía.

«Drogar a alguien era muy despreciable en realidad. Si la otra parte no se cae en la trampa, debe detenerse todos los trucos a tiempo, ¿pero por qué tiene que seguirlos y romper la pacífica apariencia? ¡Qué ridículo! »

Cuando Santiago pagó la cuenta, Vanesa se acercó a Santiago y le abrazó el brazo.

Viendo la mano que tenía de su brazo, dos segundos después, cogió la mano de Vanesa, y entrelazó sus dedos con los de ella.

Vanesa casi se rió. Santiago a veces era sensato.

Los dos salieron del restaurante con las manos cogidas, cuando pasó por delante de ese hombre que les estaba grabando, Vanesa levantó una mano y golpeó suavemente al hombro de Santiago.

—Y por qué me haces enfadar en el avión, si lo haces una próxima vez, coquetearé con otro chico más guapo que tú —Ella dijo sonriendo.

—A ver si te atreves —Santiago parecía sonreír, con una voz suave. No era una advertencia, era más como una broma.

Los dos salieron del restaurante bromeando y sonriendo. Vanesa no soltó la mano de Santiago cuando ya estaban fuera sino lo cogió muy fuerte, estaba muy pegada a Santiago.

Lo que quería hacer era molestar un poco a Santiago. Ya que él quería que le ayudara, sería mejor no esperar que ella fuera obediente. A lo mejor antes ella era muy obediente, pero como estaban divorciados. Ella ya no tenía miedo a nada, ni le importaba nada.

Santiago habló cuando entraron al ascensor,

—¿Me puedes soltar ya?

Vanesa miró a Santiago.

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