Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 54

En principio, Vanesa quería venir a la piscina para relajarse. Sin embargo, ahora que Santiago había venido, parecía ser que no había manera de relajarse. No importaba de cómo actuaba de forma natural, su corazón siempre se sentía tenso. Así que Vanesa se recostó en su silla, un poco desinteresada.

—¿Queréis seguir jugando? Quiero irme.

—Vámonos entonces.

A Santiago no le gusta coquetear con las mujeres y su interés se perdió cuando esa mujer se vino a la piscina hacía un rato, por eso, las tres se fueron.

Vanesa cambió de ropa, y los esperó en la entrada de la piscina, hasta que Santiago y Adam salieron.   Adán miró a Vanesa con el rabillo del ojo, pero las palabras iban dirigidas a Santiago.

—Jefe, salgamos mañana, ya tengo un sitio fantástico.

Santiago no le importaba tanto, incluso tampoco le preguntó del lugar, directamente dijo,

—Vale.

Adam se sentía un poco alegre, levantaba las cejas hacia Vanesa, pero Vanesa no le hacía caso.

Las tres personas bajaron por el ascensor y esperaron a salir.

Adam se recordó de una cosa.

—Por cierto, Vanesita, podrías recoger tus cosas y después, ir a la habitación de mi jefe, ya te dejo la tuya.

Vanesa frunció el ceño y, antes de que pudiera decir nada, Adam añadió,

—No hay pareja que duerme en habitaciones separadas, ¿no? No trata a los demás como idiotas, el Grupo Antolin probablemente esté buscando algún error nuestro. —Para que Vanesa y Santiago no dijeran nada, Adam continuó—, Incluso si ellos hubieran visto las cámaras de vigilancia, podría saber que vosotros dos estáis juntos ese día, pero si los dos siguen discutiendo en este momento, el Grupo Antolin habría tenido la oportunidad de crear el rumor sobre jefe y esa empleada. Lo sabes, la gente descarada se atreve a hacer todo.

—Vale, vale, no me des la chapa, ya lo veo —Vanesa ya no quería escuchar esas teorías y enseguida agitó la mano para hacerle callarse. Luego se dirigió directamente a su habitación.

Santiago frunció las cejas pero no dijo nada, se dio de vuelta y caminó hacia su lado correspondiente. Adam se quedó quieto, frunció los labios, miró a su alrededor, y luego se rió en silencio.

Vanesa volvió a su habitación y se sentó en el borde de la cama. No tenía muchas cosas, su pequeña maleta ni siquiera estaba llena, y no necesitaba recoger mucho.

Después de estar sentada un rato, Adam llamó a la puerta diciendo que quería ayudarla a trasladar sus cosas. Vanesa fue y abrió la puerta, señalando la maleta que estaba junto a la puerta.

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