Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 62

Santiago sonrió después de escuchar las palabras de Vanesa

—Está nervioso.

Adam no sabía lo que estaba pasando Santiago, así que le preguntó,

—¿Está nervioso el César? Jefe, ¿qué hiciste que lo pusiste nervioso?

—Ya he dicho, lo sabrás en el momento preciso —dijo Santiago sin apresurarse.

Adam estaba descontento pero Vanesa no dijo nada más solo prestó la atención a las comidas.

Los platos vinieron muy rápidos. Obviamente, Vanesa había pedido demasiado.

El propietario del restaurante temía a que retirasen los platos por lo tanto cocinaron muy rápido.

Los tres estaban comiendo, pero finalmente quedaba mucho de sobra y Vanesa pidió empaquetarlos.

Porque había una pequeña nevera en la habitación del hotel, podía ponerlo dentro cuando regresaban. El propietario vino sonriendo y los empaquetó. A la hora de pagar, les hizo un descuento por la belleza de Vanesa.

Vanesa también estaba contenta y le deseó buena suerte con su negocio. Vanesa se secó la boca y quiso irse, pero en este momento Santiago la miró e insistió,

—Toma las pastillas.

Ella se detuvo y miró a Santiago, pero éste apartó la mirada, se paró en la puerta y miró afuera.

Vanesa se rió entre dientes y sacó la medicina. Había más medicamentos que tomar después de las comidas que antes, muchas eran partículas pequeñas y amargas.

Vanesa no dudó y se los comió por lotes.

Luego recogió las cosas y dijo,

—¿Vámonos?

Santiago ni siquiera la miró y salió directamente. Los tres cogieron un taxi de regreso al hotel, pero apenas era el mediodía, Vanesa ya estaba sudando, no podía soportarlo, así que se apresuró a ir al baño y se dio una ducha.

Duchó a la mitad y Vanesa escuchó el sonido de la puerta que se abrió desde fuera.

Sería Santiago.

El vidrio era esmerilado y no se veía claramente, pero Vanesa se sonrió pues como lo que pensaba, Santiago abrió la puerta pero el siguiente segundo salió y la cerró directamente. El comportamiento simpático de Santiago hizo a Vanesa sentir un poco divertido.

Ya sabía estaba duchando. Vanesa terminó de lavarse lentamente y se envolvió con la toalla.

No se secó el pelo, sólo se paró junto a la ventana y miró hacia afuera, entró la brisa del mar y su cabello no tardó mucho en secarse.

Vanesa se quedó un rato junto a la ventana y la puerta se abrió de nuevo. Santiago entró y miró el baño primero, luego miró hacia otro lado.

Vanesa se giró para mirar a Santiago,

—¿Necesitas usar el dormitorio?

Santiago frunció el ceño,

—¿Puedes vestirte más decente?

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