¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 122

Al día siguiente cuando me despierto, miro a Olivia su cabeza descansa sobre mi hombro, está durmiendo profundamente, hago el menor de los movimiento para no despertarla, dejo que siga durmiendo, estaba esperanzado de que hoy conociera la parte de la playa que más me gusta, podríamos ir a una excursión a las ruinas de Tulum, tomar muchas fotos, asolearnos, relajarnos. Comer un delicioso pescado al Tikin-xic o una sopa de lima, uno de mis platillos favoritos, también espero llevarla al museo Maya, hay muchos lugares a los que me gustaría llevarla, pero si solo desea estar en el hotel y dormir, es un placer para mi consentirla y contemplarla.

Estoy contento, me casé con la mujer que ha estado a mi lado por muchos años, sin proponérnoslo, nos casamos y pronto tendremos a nuestros retoños en brazos, pensé que ya había experimentado la más alta felicidad, pero me doy cuenta que aún falta mucho, la quiero cada día más, quiero que recorramos el mundo entero tomados de la mano, como pareja, como amigos, como amantes.

Veo el rostro de mi chica, me doy cuenta que es nuestro primer día de marido y mujer, veo su silueta detalladamente, mientras duerme y mi deseo va creciendo desde un punto exacto hasta golpear mis entrañas, todo comenzó como un acto sin medir las consecuencias, como dos almas que buscaban una salida, de una noche y fue la mejor decisión de mi vida, porque más adelante me di cuenta que no podía dejarla ir, que por algo sucedían las cosas.

Tomo el móvil de la mesita de noche y me propongo en mandarle mensajes a mis padres y a los de Olivia, hoy estaremos prácticamente todo el día afuera, así que es mejor comunicarme ahora.

*Buenos días a todos, hoy saldremos de excursión, les mandaremos las fotos en cuanto regresemos*

También la alberca es fabulosa, por el momento no la puedo llevar a hacer snorkel, por obvias razones, mis pequeños pueden resultar afectados y mejor evitar ese tipo de actividades. Me deslizo lentamente de los brazos de Olivia, me levanto de la cama y la acomodo de lado, no se despierta para nada, no me sorprende que esté tan agotada por todo lo acontecido el día de ayer.

Voy recogiendo la ropa que dejamos esparcida por toda la habitación, la coloco en el respaldo de la silla, entro al cuarto de baño completamente desnudo, tal como dormimos ayer, cuando termino de asearme regreso a la habitación, me visto con un pantalón color caqui, camiseta blanca y un par de zapatos del mismo color del pantalón, la verdad es que el clima está estupendo.

Me siento en una silla muy cerca de la cama, tomo el periódico y me dedico a leer los acontecimientos del día anterior. Después de lo que pareció una eternidad, Olivia se despierta y me encuentra contemplándola.

‒Hola, mi hermosa esposa.

Decir esa palabra me causa un gran placer, me gusta cómo suena, me hace sentir que pertenezco a alguien y que ese alguien me pertenece, no un sentido posesivo o toxico, es más bien algo natural, algo que supera todas las barreras negativas. Me acerco y me siento en el borde de la cama, retiro el pelo de su frente, colocándolo detrás de su oreja, se reincorpora y se sienta a mi lado.

‒Hola, esposo.

Juntamos nuestras frentes y nos damos un corto beso. Con eso es suficiente como para querer volverme a acostar a su lado. Evito ir más allá, espero a que se recomponga

‒ ¿Nuestra noche de bodas, cumplió con tus expectativas?

Le pregunto, porque para mí rebasó las expectativas y mucho más, la felicidad desborda por toda mi piel al recordar todo lo que hicimos. Lo de anoche superó hasta lo inimaginable. Su sonrisa no espera en asomarse.

‒Mucho más que eso, fue perfecta.

‒Tú eres perfecta.

‒Eres mi tesoro más preciado.

‒Y tú el mío.

Se recuesta en mi pecho y así permanecimos unos minutos, sin nada que decir, disfrutando del momento.

‒ ¿Ya es hora?

‒Podemos hacer lo que quieras, nena, no necesariamente tenemos que recorrer los sitios en un solo día, podríamos empezar por conocer los alrededores, ir ala alberca.

‒Quiero conocer Chichén Itzá.

Su rostro se ilumina, es una de los tantos sitios de los que están enumerados, por supuesto que iba a escogerlo de primero, es magnífico y me gusta ser yo el que la lleve a conocerlo. No escatimaré en gastos para llevarla a conocer el mundo entero, no me cansaré de decirlo. Cualquier lugar que quiera ver, estaremos juntos compartiendo la experiencia, acompañados de nuestro hijos.

‒Claro que sí, amor, ya nos están esperando en cuanto estés lista.

‒ ¿Qué hora es?

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