¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 15

Suspiro, pero al final no me queda de otra que mentalizarme, me probaré el vestido y decidiré si lo uso o no, siempre tengo la última palabra.

¿Qué cuánto tiempo llevo conociendo a Jillie? Parece que toda la vida, pero en realidad han sido siete años, desde que nos conocimos en la universidad. Ella prefirió una carrera que nada tuviera que ver con el giro de la empresa de su padre, eligió diseño de interiores y publicidad, yo abogacía, que nada tienen que ver la una con la otra, solo que coincidíamos a la hora de los recesos, pedíamos lo mismo para comer y como éramos de primer ingreso, ocupábamos la misma mesa, la plática se dio sola y aquí estamos después de tantos años, aguantándola, aguantándonos.

Todavía es temprano, por eso me tomo mi tiempo en llenar la bañera con agua caliente, colocarle sales aromáticas y zambullirme en un relajante baño de espuma, pongo música clásica para ambientar, los minutos pasan y no me queda de otra que salir, ya que se ha tornado el agua un tanto fría de repente. Me pongo la bata, me seco y paso a la habitación.

Sacudo mi largo cabello castaño, procedo a recogerlo en una coleta alta, agarro mi bolsa del maquillaje y comienzo a aplicarme la base, maquillo mi rostro realzando mis ojos con sombra color humo, la combinación con las mejillas en un tono rosa pálido siempre me ha encantado, uso solo un brillo labial rojo, después de peinar y maquillar, me deslizo dentro del ajustado vestido, no es incómodo de colocar, la tela es suave al tacto.

Me acerqué al espejo para estudiar cómo se acentuaban mis curvas con la tela, no era revelador en exceso, le daba un toque sutil a cada una de mis curvas, aun así, no quería dar a entender algo que no estaba en mis planes, es que el vestido gritaba otra cosa, tendría que permanecer todo el tiempo con el abrigo puesto, aunque me estuviera muriendo de calor ya dentro del restaurante.

Al salir de la habitación, tomo camino rumbo a la sala, donde Jillie no se encuentra, giré hacia la cocina, tal como lo supuse Jillie atacando todo lo que se le había cruzado en su camino, casi siempre salía con que, las reglas eran para romperlas, que su cuerpo no podía aguantar tan arduos días a base de jugos, licuados y ensaladas, aunque solo hayan pasado un par de días. Las galletas y el té, pasaron de ella, la comida chatarra es la que prefiere.

‒ Me reúso rotundamente a salir con este vestido.

Casi se atraganta con las papas que se había llevado a la boca, al tomarla por sorpresa; haciendo que en el sobresalto lanzara la bolsa de frituras al aire. Fueron varios segundos de pura comicidad, parecía que hacía malabares con todo lo que traía en las manos.

‒ Hija de tu...

Solté una carcajada.

‒ ¿Tan espantosa quedé? Yo pienso que no es para tanto, entonces mejor me lo quito.

‒ Wow, wow, wow, a Owen se le van a caer los calcetines cuando te vea.

Intento encaminarla hacia una dirección diferente, con solo la mención de Owen, me empezaban a sudar las manos, se me escapaban esos caballos al corazón y ni que decir de la jauría de avispas en el estómago.

‒ ¿Crees que este vestido sea apto para esta ocasión?

Me observa detalladamente y puedo esperar cualquier cosa que salga de su sucia boca. Se para con las manos en las caderas.

Le recrimino, no es broma lo que me pasó con su hermano para que a cada rato me lo restriegue en la cara y se burle de mí, lo que pasó, pasó y punto, eso lo tenía muy presente, me tenía a mí misma para recordármelo constantemente y con eso ya tengo suficiente. No voy a negar que de lo que he llegado a recordar me trae un buen sabor de boca. Lo que sí puedo decir es que no me arrepentía de nada, con gusto lo repetía. Pero era algo que no podía decir abiertamente. No quería echarle más leña al fuego.

‒ Bueno...volviendo al punto.

Me extendió la mano para hacerme girar en mi propio eje dándome una vuelta completa, suelta un silbido, pero no dice nada, estaba segura que acabará diciendo otra de sus ocurrencias. Se le podía ver la intención desde que atravesara la entrada del edificio.

‒ Es muy tarde para retractarse en cuanto a la vestimenta, me trago lo antes dicho y si mi hermano te insinúa algo indecoroso, doy mi permiso para que le plantes una buena cachetada.

Pudo haberlo dicho con toda la seriedad en la boca, más sus ojos la delataban, parecía a punto de echarse a reír.

‒ Por lo visto no pensaras que me presentaré con la espalda al aire y pesque una pulmonía.

‒ ¡Lo olvidaba!.

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