¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 16

Sale de la pequeña cocina corriendo a la sala, la sigo a paso lento, llego a la puerta y la encuentro sacando un despampanante abrigo negro largo, de una de las bolsas que había traído, un dineral me supongo que le costó. Me puedo dar el lujo de comprar este tipo de ropa, pero el ahorro es el ahorro, y siempre he sido ahorrativa en exceso, un nuevo departamento, más amplio tal vez estaría bien, ahora que puedo disponer del dinero que había estado guardado en el banco, para cierto evento que nunca llegó.

‒ No digas nada.

Suelta.

‒ Callada estoy, cuando no dogo nada.

Ayuda a que me lo ponga y efectivamente, ahora me siento cubierta, protegida, con una sensación de no sentirme desnuda, un poco exagerada tal vez.

‒ Me gustaría ver la cara de mi hermano cuando te ayude a quitar el abrigo, daría todos los dedos de mis manos por estar ahí y poder tomarle una foto.

Despegue los labios volviéndolos a cerrar mordiendo en el proceso el labio inferior, a nada estuve de externarle mi intención, la de no quitarme el abrigo durante la cena, fue un breve movimiento de ojos y eso fue lo que me delató.

‒ No, no y no, Livy, tienes que lucir esta noche, no es para que estés cubierta todo el tiempo, el vestido tiene que ejercer su función.

Debería haberlo visto venir, intuirlo que venía de plan con maña, presentándome delante de su hermano como a un regalo, como si fuera un pedazo de carne ante un lobo feroz, me estoy empezando a enojar, como que me siento en una emboscada, en definitiva, esa sensación no me ha agradado nunca.

‒ ¿De verdad vas a seguir con lo mismo? Una vez es entendible que hagas un poco de broma y nos riamos, pero ya las siguientes mil veces pierde el chiste, ¿qué te parece si hablemos un poco de ti, como vas con los preparativos de la boda? ¿Ya están planeando tener niños? ¿Para cuándo el bautizo?

Eso salió un poco más enfático de lo que esperaba, pero no me importa, el cambio de conversación no ha sido muy de su agrado, por lo visto hay problemas en el paraíso, pero les dura tan poco que en menos de medio día están tan acaramelados que jurarías que no han tenido ninguna discusión. Son tal para cual.

‒ ¿Sabes qué? Tienes razón y lo siento. Más bien debería ir largándome a donde nadie me llama.

Muy buena elección; no respondo, por dentro estoy que me carcajeo, así como es de buena amiga, muchas veces hostiga tanto, que la sutileza no es lo suyo. Estudia mi cara como si estuviera buscando algo en mis ojos, no tengo intensión de contradecirla.

‒ Gracias Jack, en un segundo voy.

Tomo el bolso que estaba a dos milímetros de mí, inhalo un respiro profundo y me dispongo a salir, la sensación de los nervios, no ha menguado un ápice, necesito control, mucho control.

Mil caballos galopando en mi pecho, ni que decir del estómago, me siento como adolescente en su primera cita, una principiante. En lo que me voy acercando al lobby, respiro pausado, llenando mis pulmones y dejando salir el aire lentamente, llegando a controlar los latidos del corazón, camino lo más recta que puedo, mi semblante presenta una serenidad que en verdad no tengo, por dentro estoy que me muerdo las uñas.

Lo miro sentado en uno de los sillones del lobby, se pone de pie y viene a si mí, esa sonrisa es hermosa, siempre lo había dicho, ahora parece que iluminara más su cara, tiende su mano hacía mí, la tomo, da un beso en el dorso y levito, mucho me temo que las respiraciones no sirvieron de nada, la serenidad que no tenía se ha escapado al octavo carnaval.

Jala un poco de mí hacía él, plantando un pequeño beso en mis labios. Me derrito.

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