¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 74

Todavía no me explicaba por qué la había dejado ir sola, cómo me pude dejar convencer de ella, sé que era capaz de cuidarse por sí misma, pero no me fiaba de ex novios conflictivos. No pensaba someterme a semejante martirio por un minuto más. Conduzco el auto con destino a casa de Livy, sí, lo confieso, era mi primera vez como un novio celoso y no me gustaba nada lo que estaba pasando por mi cabeza. Definitivamente de esa manera no se podía vivir.

¿Era normal que sienta la necesidad de estar junto a Olivia todo el día? Sí, era lo que deseaban tanto mi mente como mi cuerpo. A la cabeza no me viene más que estar a su lado, pegados como dos imanes. De haber podido, la mantengo amarrada a mi cintura, para que no se alejara de mí. El caso es que solo en casa no voy a encontrar ni la calma ni la paz que ella me trasmite.

Podría haber aprovechado la mañana he ir a visitar a mis padres, cuando Olivia llamó diciéndome que estaba bien. Había salido con esa intención de llegar a casa de mis padres, más a casi mitad de camino, mi brújula me marcó mi norte. Estaba cerca de su casa y no me puse a reflexionar a qué hora citaría a su ex. Todavía no había terminado de estacionar el auto afuera del edificio, cuando mis ojos se percataron de cierto individuo en la puerta.

Lo veo salir del edificio de Olivia, me aguanto para no bajarme del auto y no romperle la cara a golpes. Y yo que de camino había intentado convencerme de dejar eso de lado. Me hierbe la sangre nada más de pensar lo cerca que estuvo de mi mujer, que pudo haberla tocado con sus sucias manos. Porque Olivia ya es mi mujer y como tal la voy a defender de cualquiera que pretenda dañarla. Le lancé una mirada asesina.

Por primera y última vez la iba a dejar a solas con él, si bien es cierto que Olivia fue la que lo terminó, él puede tratar de reconquistarla y no le voy a dar la más mínima de las oportunidades, en resumen de ser posible me convertiría en su sombra, la ataría a mi día y noche, a fin de cuentas el anillo ya estaba en mis manos. En un parpadeo me imaginé a Olivia portando mi anillo de compromiso. Tal vez estuviera enloqueciendo al comportarme como un novio tóxico, que nadie se le pudiera acercar, la realidad en cambio era que el amor que sentía me estaba orillando a cometer esta locura.

Cinco minutos han sido suficiente tortura. Salgo del auto y tomo el bolso de viaje que siempre cargo conmigo, por cualquier eventualidad, artículos de aseo personal, ropa casual y un pijama. Inspiré hondo, y sintiendo que la sangre ya había tomado su curso normal, me acerco a la puerta y toco el timbre. La cara sorprendida de Olivia me recibe al abrir la puerta con demasiado ímpetu. Se hace a un lado y me deja pasar, estando los dos dentro del apartamento, me doy la vuelta agarrándola por la cintura acercándola a mí. Su sonrisa es la luz que ilumina mi camino.

–Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma viene a la montaña.

– ¿Me estabas espiando?

–No, esa no era mi intención.

–Más te vale.

Sonrío y la voy arrinconando a la pared de la sala, meto la nariz en mi lugar favorito, su cuello. Sus labios tocan los míos, pero no es lo que vine a hacer, vine a ser su enfermero, cocinero y ayudarla en todo lo que se pueda. Sube su mano a mi nuca metiendo los dedos en el pelo, atrae mi cabeza hacia abajo para intensificar el beso. Esto no es bueno para mi polla que empieza a tomar vida propia. Me retiro un poco y no porque no quiera seguir, desearía llevarla de inmediato a su habitación y hundirme en ella, darle todo lo que me pide. Le doy un beso corto.

– ¿Nena? – le doy otro beso, me doy cuenta que tiene los ojos cerrados – ¿nena?

Veo que se cae de sueño, hubiera preferido que primero se hubiera acostado a descansar y después haber llamado al inútil de Justin y no al revés, la tomo en brazos y la voy llevando hacia la puerta que creo es su habitación y acierto.

–Sí.

– ¿Cómo te sientes?

–Mucho mejor, pero estaba a punto de meterme a la cama.

La dejo en la cama y empiezo a quitar su ropa, quiero que esté lo más cómoda posible, quito sus zapatos y subo sus pies a la cama, la cubro con la sabana y toma su pose de lado. Le retiro el pelo de la frente y le doy un beso, me pasaría todo el día besándola y haciéndole el amor, pero mi lado menos lascivo me dice que es en lo que menos debo pensar, estando aún convaleciente.

–Me supongo que no has desayunado.

–Supones bien.

Era lo que me temía. Sola y sin nadie que velara por su bienestar, por su salud. Eso lo quiero solucionar lo más pronto posible.

–Deja que te prepare el desayuno, ¿Qué quieres desayunar?

–Un sándwich está bien, están todos los ingredientes en la cocina, estaba a punto de hacerlo, pero no creo.

A no ser, que lo quisiera hacer en modo sonámbulo.

–No te preocupes, tú descansa y ya en un rato te lo llevo, ¿Jugo de naranja está bien?

–Excelente.

Entro a la cocina y le preparo el sándwich, lo pongo en una bandeja con un vaso de jugo de naranja. Me siento en la orilla de cama y veo a Olivia echa un ovillo del lado derecho, no quiero despertarla, pero tiene que ingerir algo de comida, puede que la migraña haya pasado, más no me arriesgo a que le suceda algo más. Coloco la bandeja en la mesita de noche. Quito el pelo de su cara y beso su mejilla.

–Pequeña, ya está el desayuno..

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