¿Será que Robin había descubierto algo?
Mencía no dijo nada, pero contuvo la respiración, manteniéndose tensa.
Luego, Robin soltó una risita, sacudiendo la cabeza y diciendo: "Creo que debo estar loco; solo es un compañero de clase de Aitor. Quizás ese niño no se parece a nadie, y yo solo estoy demasiado ansioso por creer que nuestro hijo no murió, que no nos dejó. Pero no hay 'y si'..."
Fue entonces cuando Mencía pudo respirar con alivio, pero en su corazón, un dolor sutil comenzó a brotar.
Por alguna razón, ver al hombre frente a ella en ese estado también le dolía.
Por eso, rápidamente cambió de tema y dijo: "Tu chequeo cardíaco no muestra problemas, todo parece estar bien. Escuché que te vas a casar pronto, felicidades."
Con esas palabras, su relación volvió al presente.
Robin forzó una sonrisa incómoda y dijo: "Gracias."
En ese momento, se dio cuenta de que, en ese matrimonio, el único que buscaba venganza era él mismo.
Él nunca había conseguido vengarse de Mencía, pero ella ya lo había sacado de su corazón.
Si ella lo odiaba tanto, ¿cómo iba a importarle con quién se casara?
Así, Robin salió de su consultorio.
Se movía despacio, pero al final, su silueta desapareció de su vista.
Fue solo cuando sintió la humedad ácida en sus ojos que Mencía se dio cuenta de que había llorado.
Se limpió rápidamente las lágrimas con la punta de los dedos y llamó al siguiente paciente para el examen.
Después del chequeo, siendo Robin un alto ejecutivo de AccesoEquis, sus resultados estuvieron listos rápidamente.
El Dr. Saúl pensó que la relación entre Mencía y Robin era distante, así que le envió a Mencía el informe médico de Robin.
"Dra. Elizabeth, aquí tiene el informe médico del Sr. Rivera. Échele un vistazo, hay algunos valores que están altos, debería advertirle sobre las precauciones a tomar."
Mencía no quería que su relación actual con Robin se hiciera pública, así que aceptó el informe y respondió cortésmente: "Está bien, Dr. Saúl, gracias por molestarse."
Después de alistarse para dormir esa noche, Mencía miró el informe sobre su mesita de noche, planeando enviarlo a la familia Rivera por mensajería al día siguiente.
Quería simplemente guardarlo en el cajón, pero instintivamente lo revisó de nuevo.
Sin embargo, esa simple mirada la dejó atónita.
Porque en el informe de sangre de Robin decía "Tipo A".
¿Qué significaba eso?
En su mente, Mencía recordó el día en que Aitor tuvo una grave anemia y necesitaba una transfusión urgente.
Recordaba claramente que el tipo de sangre de Aitor era B y que Rosalía había dicho que su sangre era tipo A y, por lo tanto, no podía donarle a Aitor.
En ese momento, quería que Robin fuera a donarle sangre, pero Rosalía lo impidió con todas sus fuerzas.
Al pensar en todo eso, Mencía sintió un sudor frío recorriendo su espalda.
¿Cómo podrían dos personas con sangre tipo A tener un hijo con sangre tipo B?
¡Eso era absolutamente imposible!
Las manos de Mencía temblaban sosteniendo el informe y su mente estaba en un completo desorden.
¿Entonces, Aitor no era el hijo biológico de Robin?
Dios mío, ¿qué había estado haciendo Rosalía todos esos años, atreviéndose a contar tal mentira?
Entonces, ¿debería decirle a Robin sobre eso?
El corazón de Mencía latía fuertemente y tardó un rato en calmarse.
Suspiró y decidió no revelar ese descubrimiento.
Después de todo, iba a dejar Cancún pronto y no quería tener más nada que ver con Robin en el futuro.
¿Por qué complicar las cosas?
Rosalía fue la elección de Robin, y cada uno debía pagar por sus decisiones.
¡Todo había sido un error!
Mencía se frotó la frente adolorida, recordando fragmentos dispersos, incluyendo la vez que Rosalía, con una apariencia de inocencia, había hecho algo extremadamente cruel.
En ese momento, Mencía abrió los ojos, su mirada era clara y penetrante.
Había querido dejar atrás su pasado y poner fin a todo eso.
Pero justo en aquel momento había descubierto que había soportado tantas injusticias a lo largo de los años.
¿Cómo no odiar?
¿Cómo perdonar fácilmente?
Fue entonces cuando alguien tocó la ventana del auto, haciendo que Mencía se sobresaltara.
Abrió la puerta y Lidia se deslizó dentro por el asiento del copiloto.
"Jejeje, ¿esperaste mucho?"
Lidia dijo con una sonrisa apenada: "Lo siento, fue una tarea de último minuto que el jefe me dio. Era urgente."
Mencía negó con la cabeza, respondiéndole: "No hay problema."
Fue entonces cuando Lidia notó los ojos rojos de Mencía, como si hubiera estado llorando.
"¿Qué pasa contigo?" Preguntó Lidia, preocupada: "Tus ojos... no me digas que has llorado."
Mencía respiró hondo y le contó a Lidia lo que acababa de descubrir.
Lidia se quedó boquiabierta, sintiendo tanta rabia y conmoción como Mencía.
Mencía sollozó y dijo: "Lidia, creo que he recordado algo, pero todo lo que recuerdo son los malos momentos con Robin y Rosalía. La vida de hace cinco años, todo estaba entrelazado entre nosotros tres. Él no me dejaba en paz, y aun así, yo me sentía como la más prescindible."
Lidia, furiosa, maldijo: "¡Esto es el colmo! Esa desgraciada de Rosalía sabía que era Robin esa noche, y aun así te insultaba, diciendo que habías sido violada. ¡Luego ella fue corriendo a esa habitación para acostarse con Robin! Dios mío, ¿cómo una persona puede ser tan desvergonzada?"
De repente, se le ocurrió algo y le dijo a Mencía: “¡Vamos! Nos dirigimos a la casa de los Rivera ahora mismo, y vamos a aclarar este asunto cara a cara hoy mismo. Quiero ver hasta cuándo esa zorra va a seguir saltando por ahí. ¡También quiero ver si Robin admite que ha estado ciego!”
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