Había un momento en que Mencía sintió el mismo impulso que Lidia.
Pero rápidamente se dio cuenta de que sería demasiado precipitado.
Además, si le contaba la verdad a Robin en aquel momento, incluso si él se daba cuenta de la verdadera cara de Rosalía, probablemente querría volver con ella.
No quería quedarse atrapada por Robin de nuevo, ni quería acercarse tanto a él como para que descubriera la existencia de Bea y Nicolás.
Mencía meditó durante un buen rato antes de decir: "Le contaré la verdad después de dejar Cancún. Para entonces, ya no podrá encontrarme."
De repente, Lidia recordó algo y se rio cubriéndose la boca: "Si te digo, ¿no está a punto de casarse? ¡Sería mejor revelarle la verdad en su propia boda! Ahí quiero ver si sigue con la boda o no."
Solo de pensar en esa escena, Lidia sentía un gran placer.
Viendo a Mencía con su semblante triste, Lidia quiso animarla y dijo: "Cuando me siento mal, me encanta ir a bailar salsa. Después de sudar un buen rato, me siento relajada. ¿Qué tal si vamos a bailar?"
"¿Bailar salsa?"
Mencía había ido algunas veces, pero no era algo frecuente para ella.
Lidia, desde que estaba con Fernando, tampoco había ido en mucho tiempo.
Sentía un cosquilleo de emoción y apuró a Mencía diciendo: "Vamos, vamos, déjate llevar y relájate. Al fin y al cabo, tenemos algo contra esa zorra de Rosalía, no hay nada por lo que sentirse mal, al contrario, ¡es motivo para celebrar! ¿Verdad?"
Mencía no pudo resistirse a la insistencia de Lidia y, considerando que pronto se iría al extranjero, decidió cumplir todos los deseos de su amiga.
Fue así como ambas terminaron en un elegante bar de Cancún.
Al caer la noche, el bar se iluminaba con luces de neón y la música vibrante sonaba sin cesar.
Mencía miró su ropa de estilo más formal y comentó: "Creo que mi atuendo no es el más adecuado para bailar salsa."
"¿Cómo que no?"
Lidia miró su figura y dijo: "Aunque lleves camisa y falda, tu falda es ajustada y la camisa es entallada, con curvas en todos los lugares correctos, ¡mucho más sexy que esos tops de tirantes!"
Lidia, que ya llevaba un top de tirantes debajo, se quitó la chaqueta y arrastró a Mencía al centro de la pista.
Después de todo, cada día al lado de Fernando era tan opresivo, quería desmadrarse, quería liberarse, quería dejar ir todas sus penas y su infelicidad.
Pero no se dio cuenta de que, no muy lejos, una mirada codiciosa y sorprendida ya se había fijado en ella.
Ian Rodríguez pensó para sí mismo que hacía ya mucho tiempo que no veía a Lidia.
La última vez que la vio, estaba esperando para entrevistar a una estrella emergente de su compañía y después de una larga espera, se torció el tobillo con sus tacones altos y siguió al joven actor cojeando.
Lidia lo miró con furia, dándose cuenta de que había llegado a ese punto por su propia culpa, por haber confiado en un desgraciado como él.
Con una risa fría y cortante, replicó: "Por malo que sea Fernando, es mi elección estar con él. En cambio, tú me repugnas. Sr. Rodríguez, por más que hayas usado tretas viles para apoderarte de la empresa de mi padre, sigues siendo un don nadie. He ido a muchas fiestas de alta sociedad con Fernando y nunca he visto a tu patética familia Rodríguez por allí."
Esas palabras golpearon a Ian donde más le dolía, en su vanidad.
En un impulso violento, la atrajo hacia él, intentando arrancarle la ropa mientras gruñía: "Vamos a ver si no soy mejor que Fernando. ¡Pronto me estarás rogando!"
Pero Lidia no era de las que se dejaban avasallar. No había aprendido taekwondo solo para defenderse de Fernando.
Apenas Ian se acercó, Lidia le propinó una rodillazo en sus partes íntimas.
En los minutos siguientes, Ian no tuvo oportunidad alguna de reaccionar antes de que Lidia lo dejara con el rostro amoratado y suplicando piedad.
El altercado atrajo la atención de los guardias del bar.
Mencía estaba aterrada cuando vio a Lidia siendo sujetada por los guardias mientras Ian la pateaba furiosamente. Había ido a buscar a su amiga al baño y no podía creer lo que sus ojos veían.
Sin pensarlo, Mencía tomó una botella de vino de una bandeja cercana y la estrelló contra la nuca de Ian.
En ese instante, el bar se convirtió en un caos total.
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