Ariana nunca hubiera imaginado que regresando a su casa a las tres de la madrugada, se encontraría con Oliver en la puerta. Además, ¿su vecina le estaba buscando parejas a Oliver?
Se apresuró a abrir la puerta de su casa, mientras le agradecía a su vecina: "Gracias, de verdad, él no lo necesita, es soltero por convicción."
La vecina no era ninguna tonta y mirando con curiosidad, preguntó: "¿Cómo es posible que un soltero por convicción entre a tu casa? ¿No estás comprometida?"
La culpa era de Bruno, que había hecho tan público su vínculo con Ariana que todos en el barrio parecían saberlo.
Ariana se atragantó con la pregunta y cerrando la puerta, soltó una risita mientras decía: "Eso es algo que tiene que mantenerse en secreto de mi prometido."
La vecina se quedó en la puerta con una expresión que lo decía todo, pero Oliver era tan guapo que ella no podía dejar de insistir y murmuró: "Tan bonito que es, pero qué mal gusto tiene, aunque sea un mantenido, debería buscarse alguien con dinero, ¿quién de por aquí tiene algo en el bolsillo?"
Dentro de la casa, Oliver estaba sentado en silencio en el sofá, con un semblante algo perturbado.
Ariana se había sentido somnolienta al principio, pero al verlo, no pudo evitar sonreír.
Fue a la cocina, le llevó un vaso con agua y dijo: "Disculpa, presidente Borges, mi vecina siempre anda buscando emparejar a la gente, supongo que le gustó tu apariencia."
Oliver levantó la mirada, observándola entre cejas fruncidas.
Aparte de la fatiga en su rostro, no se podía leer nada más, ni tristeza, ni arrepentimiento, ni enojo.
De repente, sintió como si algo le apretara el corazón y bajó la mirada hacia el vaso con agua que estaba sobre la mesa.
"¿Qué hace el presidente Borges aquí a estas horas? ¿Es algo relacionado con Programas Paradigma?"
Ariana no se hacía ilusiones de que Oliver hubiera ido a verla y lo primero que pensó fue en Programas Paradigma.
Ella había organizado los documentos, ¿acaso había algún problema con ellos?
Miró el reloj en la pared; ya eran las tres y media de la madrugada. Oliver debía estar trabajando hasta el límite para visitarla a esa hora por asuntos de trabajo.
Una mirada aguda y una frialdad cruzó los ojos de Oliver.
¿Presidente Borges?
Cuando estaban solos, ella solía llamarlo Oliver de manera más traviesa.
Ariana no le prestó atención, ya que en aquel momento estaba repasando en su cabeza lo que tenía que hacer.
Los Moore querían vengarse de ella y Diego no la dejaría en paz, el director y los niños aún la necesitaban y en el Grupo de Inversión Borges, la gente de su departamento también estaba en su contra.
Laura también podría estar vigilándola, por lo tanto parecía que ella estaba en una situación muy peligrosa.
Continuar su relación con Oliver le ahorraría muchos problemas, al menos podría esperar hasta que pudiera dejar Los Ángeles libremente antes de cortar lazos con él.
Después de darse cuenta de eso, aunque estaba cansada, Ariana se sentó en sus piernas y con dulzura, besó sus labios.
No había duda, los labios de Oliver eran irresistibles, tan tentadores que era fácil perderse en ellos mientras los besabas.
Especialmente cuando él adoptaba esa actitud de entrega total, parecía que cualquier mujer desearía rendirse por completo a él.
Exhausta, Ariana tomó la iniciativa por un rato, pero pronto, simplemente se acurrucó contra él, apoyando su frente en su hombro.
Era una clara invitación.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Dama de los Sueños Dorados