En aquel entonces, ya nadie en el lugar se atrevía a alzar la voz para defender a Verónica.
Incluso Bruno, quien solo podía sentir cómo sus mejillas ardían de la vergüenza.
¿Acaso Verónica había quebrantado la ley? ¿Todo el tiempo fue Ariana quien donaba?
¿Cómo podía ser tan equivocada la imagen que Bruno tenía de Verónica?
Esa grieta en los recuerdos felices finalmente se había abierto, pero él se rehusaba a aceptarlo.
Verónica, como si finalmente lo recordara, lo llamó entre lágrimas: "¡Bruno!"
Esa expresión de inocencia, esa voz dolida, hacían que cualquiera pensara que ella era la víctima.
Bruno se quedó parado entre la multitud, con un estruendo ensordecedor en su mente.
Cuando Ariana vio la conexión tan profunda entre ambos, no pudo evitar reírse con sorna y dijo: "Bruno, se me olvidó decirte, nuestro compromiso esta noche se cancela. Tú que amas tanto a Verónica, y ahora que ella está en problemas, como su prometido deberías ser el primero en actuar y pagar su fianza, ¿no crees?"
Los ojos de Verónica se llenaron de sangre y furia mientras decía: "¡Esa desgraciada!"
Mientras tanto, Bruno se quedó inmóvil, como si le hubieran dado un golpe.
No sabía qué hacer, e incluso miró a Ruth buscando una respuesta.
¿Quién podría decirle qué era lo correcto en un momento como ese?
Entre la multitud, el rostro de Ruth se oscureció como nunca.
Después de esa noche, Verónica seguramente se convertiría en el hazmerreír del círculo social. Ruth estaba furiosa, y en un instante tomó una decisión con una sonrisa forzada en el rostro.
"Ariana, lo que pasó antes fue un error de Bruno, ninguno de nosotros esperaba que Verónica fuera así."
Ruth rápidamente analizó los pros y los contras de la situación. Tenía que distanciarse de Verónica y ese escándalo, esa era la mejor opción.
Ariana levantó una ceja, con una mirada irónica esperando a ver qué Ruth diría a continuación.
Con el sudor perlándole la frente, Ruth agarró la mano de Bruno con desesperación y dijo:
"Ariana, lo de cancelar el compromiso no lo digas en serio. Bruno te ama, solo está confundido, lo de él y Vero fue solo un desliz. Ustedes deben arreglar las cosas y no permitir que otros los separen."
Ruth había aguantado mucho por culpa de Diego durante años, lo que decía mucho de su carácter.
En aquel momento que Ariana había ganado la simpatía y admiración de todos los presentes, no tenía sentido que su hijo se manchara con el escándalo de Verónica.
Aunque Ruth no apreciara a Ariana, tenía que tragarse su orgullo.
Verónica no podía ser culpable, tenía que ser un malentendido. Después de todo, ella era tan bondadosa.
¡Todo tenía que ser una trampa de Ariana!
Bruno se engañaba a sí mismo, como si estuviera bajo un hechizo de autohipnosis, negándose a admitir que su elección había sido errónea. Por eso, buscaba cualquier excusa para justificar a Verónica.
Incluso, su resentimiento hacia Ariana crecía más y más.
Ruth estaba furiosa, tan furiosa que ya no insistía en romper el compromiso. ¿Cómo se atrevía esa bastarda de Ariana a rechazarla tan rotundamente?
Se sentía humillada, herida en su orgullo, y en un arranque de ira levantó la mano diciendo:
“¡Tú...”
Pero esa mano nunca alcanzó su destino porque fue detenida en el aire.
Siguió el brazo hasta encontrar una muñeca adornada por un reloj de plata pura.
Nadie había notado la llegada de Oliver. Su mirada era tranquila, sin mostrar rastros de emoción cuando le preguntó: “¿Ya terminaste tu show?”
Esa frase, pronunciada con indiferencia, apagó el fuego de Ruth, quien se quedó atónita y asustada mientras decía: “Oliver, Bruno es aún un niño, yo solo estaba...”
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