La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 198

Al escuchar esa respuesta, Santiago finalmente se tranquilizó, desviando su mirada hacia la mesa de centro y diciendo: "No sé quién tomó esta foto, pero mirándola con atención, la persona de arriba ni siquiera se parece a ti."

La escena era demasiado borrosa y tampoco había un rostro nítido que pudiera identificarse con certeza; cualquiera podría ser el de la foto.

Pero aquel mensaje anónimo había plantado la idea de que se trataba de Oliver y Ariana, así que cuanto más miraba la imagen, más convencido estaba de que eran ellos.

En ese momento, al escuchar la respuesta de Oliver, Santiago finalmente se relajó y con una sonrisa, le dio unas palmaditas en el hombro diciéndole: "Mejor que no sepas, así te casas con Isabel. Eres joven, con el tiempo entenderás."

Oliver contempló el agua clara en su taza y frunciendo levemente los labios dijo: "Si aparece otra foto así, no hace falta que se preocupe, tampoco quiero experimentar lo que Sofía había experimentado."

Todos sabían cuán cruel había sido Santiago con Álvaro Rivera en aquellos tiempos.

Era tan dominante que incluso regulaba la frecuencia mensual de sus encuentros íntimos al detalle; si no cumplía con el "deber", Sofía terminaba llorando y quejándose.

"Pues no te metas en líos como los de la pequeña Sofía. Puedo entender que como mujer, se vea afectada por asuntos del corazón, pero los hombres de los Borges, jamás deben dejarse influir por tales cosas. Mira a tu hermano mayor, a Diego, y al joven Bruno, los hombres de los Borges nunca han sido de los que se enamoran perdidamente."

Incluso Santiago, con su larga lista de amantes, apenas había encontrado a algunas mujeres que le dieran hijos.

No fue hasta que conoció a la madre de Oliver que decidió sentar cabeza.

Oliver levantó la mano con indiferencia, jugueteando con su reloj de plata pura.

El patriarca, al ver ese gesto, simplemente hizo un ademán de despedida y le dijo: "Este asunto termina aquí esta noche. No importa quién lo haya orquestado, está prohibido investigar más."

Oliver alzó una ceja y sonrió levemente diciendo: "Parece que mi padre ya tiene una idea clara."

Después de todo, el viejo había vivido entre la violencia y la sangre, ¿cómo no iba a entender esos trucos?

Una vez que se fue, Oliver se quedó solo sentado en el sofá, con el ceño fruncido, frotando el borde de su vaso.

El mayordomo Boris asomó la cabeza desde la cocina y se acercó diciendo: "Señor, si no está de buen humor, podría llamar a la señorita Moore."

"No hace falta."

La voz de Oliver era apagada y su mente inevitablemente volvía a esa foto.

O tal vez, después de ver la foto, el patriarca los llamara a la mansión y le dictaría la “sentencia de muerte” a Ariana. Para una mujer de tan baja condición como ella, sería imposible escapar de su destino.

Oliver tomó la fotografía borrosa, la examinó por unos instantes y, mientras la guardaba en el cajón, comentó con desgano: "El hijo del Nil acaba de regresar del extranjero, ¿verdad? Quiere unirse al Grupo de Inversión Borges. Pues no lo permitas, que Ariana se quede tranquila en el puesto de directora."

"¿Y la señorita Moore se quedará en el hotel esta noche? ¿Irá a buscarla?"

Oliver sentía irritación. ¿Por qué la gente a su alrededor no dejaba de mencionar a Ariana?

La foto escondida en el cajón era mucho más inocente comparada con las que Ariana y Bruno se habían tomado juntos, y además Ariana había admitido en su momento que no le era indiferente a Bruno.

Sin saber por qué, sentía un malestar creciente en su interior.

"No hace falta."

Tal vez esa relación estaba a punto de llegar a su fin.

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