La cena benéfica organizada por la familia Romero era distinta a las demás; al fin y al cabo, siendo un clan tan grande, no necesitaban la ayuda de los medios para hacerse notar, por lo que escogieron una villa en las afueras, en las colinas.
Por la noche, habría una fogata en la villa, y la mayoría de los asistentes eran jóvenes.
La presencia de Oliver sorprendió a muchos.
A pesar de su cortesía con los socios que se le acercaban, todos notaron su distante amabilidad. Fuera de las necesarias negociaciones, no tenía interés en invertir tiempo en relaciones sociales.
Con el tiempo, todos aceptaron la idea de que las flores que crecían en lo alto debían mantenerse alejadas del polvo, altas en sus ramas, y que ni siquiera intentar tocarlas valía la pena.
Por eso su presencia aquella noche era tan inesperada.
¿Acaso tenía planes de quedarse en el alojamiento arreglado por la familia Romero?
Oliver dejó su copa de vino y Verónica no se dejó desanimar por su frialdad, buscando incansablemente un nuevo tema de conversación.
Con una leve sonrisa en los labios y largas pestañas que caían suavemente sobre sus ojos, había una bruma en su mirada que se dispersaba lentamente, siendo imposible de descifrar.
Verónica estaba fascinada con ese aire distante que él proyectaba, y tragó saliva antes de preguntar: "¿El señor Borges piensa quedarse en la villa esta noche?"
Oliver arqueó una ceja y asintió con una sonrisa, como si estuviera ofreciéndole una silenciosa invitación.
Él no había planeado quedarse, pero en aquel momento le intrigaba la idea.
Esperaba ansiosamente el espectáculo de la noche; más le valía no decepcionarse.
Su asentimiento sin duda alimentó ciertas esperanzas en Verónica, que intentó acercarse más, pero fue interrumpida por un socio que se unió a la conversación.
Irritada, pero consciente de que estaban en medio de un trato, Verónica se retiró hacia donde estaba Aarón, apretando su copa con emoción y diciéndole: "Hermano, dijiste que me ayudarías, ¿verdad? Él se quedará en la villa y me lo ha dicho a mí, ¿significa eso algo?"
Con las mejillas ardiendo de excitación, incluso llamó para que le entregaran un conjunto de pijama sensual hecho a medida.
Ella estaba decidida a conquistar a Oliver.
Al verla así, Aarón solo pudo sentir un sabor amargo en la boca.
"Ya he hecho los arreglos, Vero, pero piénsalo bien. Es Oliver, y si lo enfadas..."
"Hermano, ¿no viste cómo me habló hace un momento? No me rechaza en absoluto, y si logro quedar embarazada, seguro podré casarme con él."
Todos los invitados se alojaban en ese otro edificio, pero Oliver se hospedaría solo en el último.
Al entrar al ascensor, empezó a sentir calor, recordando aquella vez en París cuando poco después de beber, perdió la conciencia.
Se había convertido en el chisme favorito de Charles Wilson para halagar a Ariana.
Estaba bien, eso también lo ayudaría a meterse más en el papel.
La gente de la familia Romero estaba a su lado, y al ver su expresión suave y escuchar cómo su tono se volvía más ligero, comentaron: "Presidente Borges, ¿qué le parece este terreno? Es un lugar tranquilo y además cuenta con la seguridad de la familia Romero. Nicolás había hablado con nosotros antes, no imaginábamos que usted, vendría personalmente hoy".
Oliver levantó la mano frotándose la frente, como si estuviera muy cansado y dijo: "El ambiente está bien, lo demás háblenlo con Nicolás".
Gabriel Romero se quedó parado en su sitio, dándole instrucciones específicas al guardaespaldas junto a la puerta del ascensor: "No dejen que otras personas vengan a molestar al Presidente Borges mientras descansa. Esta noche también estén atentos a los otros pisos".
El guardaespaldas asintió con la cabeza.
Después de que Gabriel entrara al ascensor, no pudo evitar dar otra advertencia: "Especialmente con esas mujeres de dudosa reputación, estén más atentos y si pasa algo, infórmenme de inmediato".
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