Ella llegó a su cubículo, encendió su computadora y abrió el correo electrónico. Al ver el nombre en la pantalla, el último rastro de color en su rostro desapareció.
Las expresiones de los demás en la oficina también cambiaban, hasta que finalmente, con miradas complicadas, todos observaron hacia la puerta de la oficina del director.
Luz se sentía sin fuerzas, desfalleciendo en su silla de trabajo.
Alguien se acercó y le tocó el hombro con voz compasiva diciendo: "Gerente Pérez, ¿no escuchó lo que dijo la directora Moore hace un momento, sobre la propuesta de licitación?"
En aquel momento nadie se atrevía a llamar a Ariana por su nombre, optando por dirigirse a ella con el nombre formal "directora Moore".
Luz volvió en sí y apresuradamente sacó la propuesta de licitación.
Se sentía como si se hubiera tragado una mosca, siendo incapaz de escupirla o tragársela, con un sentimiento nauseabundo que la invadía.
Parada frente a la puerta de la oficina del director, notaba claramente las miradas llenas de simpatía de sus compañeros.
El rostro de Luz empalideció, y sus dedos apretaban con fuerza los documentos de la licitación.
Tras vacilar durante unos segundos, finalmente empujó la puerta.
Ariana estaba de pie frente a su escritorio, revisando los papeles sobre él.
Había recogido su cabello dejando solo unas mechas sueltas a los costados, descubriendo así su cuello albo como el de un cisne.
Una ola de celos cruzó por los ojos de Luz. ¡Qué tenía esa mujer para merecer todo eso!
Reprimiendo sus emociones, le dijo con resentimiento: "Directora Moore, aquí tiene la propuesta de licitación de Pizcas Precisas S.A."
Ariana la tomó, echando un vistazo al vacío tazón de café sobre la mesa.
Era algo que Luz debía haber hecho.
Luz entendió el mensaje, mientras clavaba sus uñas en la planta de su mano.
¡Desgraciada!
Respiró profundo, conteniéndose para no estallar, y sin mostrar su enojo, fue a servirle un café fresco.
Ariana no dijo nada para humillarla, pero su silencio era como un cuchillo que incomodaba a Luz.
Se sentía incómoda de pie, queriendo preguntar algo, pero temiendo una respuesta despectiva de su parte.
Su corazón estaba inquieto.
Luz tragó saliva, sabiendo que no era alguien fácil de tratar, y con cuidado eligió sus palabras.
"Hoy Ariana vino a trabajar, se convirtió en la nueva directora y me pidió que cambiara el estilo de la oficina. Esta oficina fue decorada por usted, director Borges, y no sé..."
Bruno se levantó de un salto del sofá, con los ojos llenos de ira y preguntó: "¿Quién dijo que es la nueva directora?"
Luz se estremeció, preguntándose si él no sabía de la promoción de Ariana.
Bruno, de hecho, no sabía nada, había sido despedido sin explicaciones y reprendido en casa. En aquel momento que Diego había sido llamado de vuelta a la mansión de los Borges por asuntos del edificio, nadie le había informado sobre Ariana.
¡La posición de director de fusiones y adquisiciones no era para Ariana!
Furioso, lanzó su teléfono al suelo y, después de calmarse, salió rápidamente en su llamativo auto.
Algo debía haber sucedido sin su conocimiento.
Luz, al escuchar que la llamada se había cortado, se llenó de alegría.
Parecía que Bruno iría personalmente.
No pudo evitar sonreír con satisfacción, Ariana solo tendría unas pocas horas de ventaja.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Dama de los Sueños Dorados