La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 84

Él tomó un pañuelo y con suavidad comenzó a limpiarle las mejillas.

La piel de sus mejillas era tan suave como la del resto de su cuerpo y era una mujer que parecía destinada a ser nutrida por el poder y el dinero.

Afuera, el cielo rompió en un estruendo y un relámpago cayó con furia.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre la ciudad con un ruido constante.

Oliver, que estaba sentado al borde de la cama, se levantó y caminó lentamente hacia la ventana panorámica mientras amanecía.

Las gotas de lluvia golpeaban el cristal, brillando como diamantes rotos.

A las diez de la mañana, Nicolás entró con cautela.

"Señor Presidente, la reunión en línea ya está organizada."

Oliver asintió, se frotó las sienes y salió del dormitorio.

Tenía tres reuniones previstas para ese día, a las que debería haber asistido en persona, pero la noche anterior había dejado plantados a todos los ejecutivos.

En sus ojos se vislumbraba una sombra de seriedad y sus labios estaban firmemente cerrados. No podía permitirse cometer ese error nuevamente.

Mientras tanto, en la casa de los Rodríguez, Laura no había tomado medidas inmediatas tras recibir la noticia la noche anterior.

Miró el desayuno que estaba sobre la mesa y se sentó con elegancia.

En diez minutos, la gente de Ángel llegaría con lo más popular de la temporada, lo que se había convertido en una tradición en los últimos años.

El día anterior, Ángel había enviado un reloj de pulsera a través de un mensajero y todos en su círculo lo envidiaban.

Desde su compromiso con los Torres, los regalos de Ángel se habían convertido en una costumbre.

La salud de Laura era delicada, siempre había sido frágil.

Por un lado, disfrutaba del cariño de Ángel, pero por otro, se sentía insatisfecha por su mala salud, pues era tan frágil que ni siquiera podía soportar el acto del amor.

Tosió ligeramente, tomó un pañuelo para limpiar la comisura de sus labios y tomó un sorbo de sopa caliente antes de preguntar.

"La señorita de los Moore se llama Ariana, ¿verdad? Yo no he asistido a fiestas en años, ¿es muy conocida? ¿Por qué Anabel quiere ir en su contra?"

Una sirvienta a su lado negó con la cabeza mientras decía: "La señorita Anabel es impulsiva, dicen que es para defender a la señorita Paula, ya que siempre han tenido una buena relación."

Laura no quería involucrarse en esos asuntos, los encontraba molestos y también le disgustaban las artimañas entre mujeres, que no eran dignas de mostrarse en público, pero luego pensó que si podía resolverlo, todos sabrían cuánto la escuchaba Ángel.

"La señorita Anabel fue a la comisaría anoche."

"¿Por qué Paula fue al Grupo de Inversión Borges?"

Había algo en la historia que simplemente no cuadraba. Paula había ido sin motivo aparente al Grupo de Inversión Borges y había tenido un encontronazo con Ariana.

"¿Ariana tiene alguna otra identidad?"

Laura se había mantenido apartada del mundo durante años, saliendo de casa en muy raras ocasiones, por lo que no estaba al tanto del compromiso matrimonial de Ariana con Bruno.

"Señora Rodríguez, Ariana Moore está comprometida con Bruno Borges."

Al escuchar la respuesta de su sirvienta, Laura sintió que se complicaban las cosas, pues si Ariana estaba comprometida con Bruno, era obvio que él se involucraría.

"Pero no tiene que preocuparse por eso, Señora Rodríguez. Pocas personas están al tanto de su compromiso y además, Señorita Anabel ya lo ha dejado claro: Bruno ha expresado públicamente en el Grupo de Inversión Borges que no le agrada Ariana y que tarde o temprano romperá el compromiso."

Laura respiró aliviada.

Si la situación no tenía nada que ver con los Borges y Ariana era solo una señorita de los Moore, entonces el asunto sería fácil de resolver.

Tomó un sorbo de su café, planeando llamar a Ángel en el momento justo.

No creía que su decisión le causara demasiados problemas a la víctima, la cual era Ariana. Después de todo, Los Ángeles era un lugar donde imperaba la ley del más fuerte y si había que culpar a alguien, era a la mala suerte de Ariana por haber ofendido a la persona equivocada.

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