La Dama de los Sueños Dorados romance Capítulo 88

"Ariana, ¡abre la puerta!"

La ira y la humillación burbujeaban en su pecho.

Ariana estaba sentada en el sofá, sin hacer ademán de levantarse, rodeando con sus brazos el cuello de Oliver, el cual la miraba y bajando sus manos, le preguntó: "¿No vas a abrir?"

Ariana se rio, señalándolo a él y luego a sí misma mientras decía: "¿Quieres que él se entere de que el gran presidente Borges ha descendido de su pedestal para consolar a una empleada?"

"No sería mala idea."

El sonido de golpes en la puerta continuaba, como si no fuera a detenerse hasta que se abriera.

Ariana cogió su teléfono con astucia y lo apagó.

En el exterior, Bruno intentaba llamarla.

"Lo siento, el número que ha marcado está apagado."

Bruno estaba a punto de estrellar su teléfono en un acceso de ira, pero en ese momento, Verónica lo llamó.

Bruno frunció el ceño y un destello de impaciencia cruzó por sus ojos, pues recordar por qué había terminado con Verónica era algo difuso en ese momento.

Solo recordaba haber bebido, haberse enfadado con Ariana y luego desahogarse con Verónica.

Con la mente nublada por el alcohol, solo sintió la suavidad de su compañía y sus palabras: "Si fuera yo, jamás te haría sentir así."

Claro, ser elegida por él era una gran suerte, una que Ariana no sabía valorar.

"Vero, ¿qué pasa?" Apoyándose en la puerta respondió a la llamada, su tono era cortante, nada que ver con su calor habitual.

Verónica meditó sobre su estado de ánimo antes de hablar con cautela: "Bruno, ¿fuiste a buscar a Ariana?"

Bruno se sintió aún más frustrado, ya que no sentía amor en Ariana, pero sí en Verónica.

La comprensión y cuidado de Verónica parecían genuinos, incluso al saber que él no quería romper su compromiso, nunca se quejó, en cambio siempre fue tierna y nunca presionó por el destino, siempre leal a él.

Comparada con Ariana, Verónica parecía perfecta.

Tal vez Bruno era una oportunidad.

"Bruno, ¿alguna vez cenaste con el señor Borges en privado? ¿Él sabe lo de Ariana?"

Al escuchar la primera pregunta, Bruno iba a responder, pero al oír la segunda, estalló.

"¿Por qué Oliver tendría que saber algo sobre Ariana? Apenas hablan, solo se ven por trabajo, él solo tiene ojos para su carrera, ¿cuándo le ha prestado atención a una mujer? Y menos aún a una mujer comprometida."

Verónica se relajó, aunque había sido ella quien había esparcido el rumor de que Ariana quería seducir a Oliver y había editado el video, nunca supo por qué ambos aparecían juntos en la subasta, lo que la mantenía inquieta.

Temía perder el control de la situación, pero la respuesta de Bruno fue un bálsamo para ella.

Claro, Oliver siempre había estado dedicado a su carrera y aparte de un breve encuentro con la señorita de los Johnson, ninguna otra mujer había estado cerca de él.

Ariana solo había aprovechado una oportunidad laboral.

Verónica esbozó una dulce sonrisa mientras sus pensamientos se aclaraban como el cielo caribeño al amanecer. Ansiaba ver a Oliver, deseaba hablarle con la ternura de una serenata bajo la luna. Soñaba con mirarlo a los ojos, aunque fuera por unos breves segundos, tiempo suficiente para llevarse un recuerdo eterno en el corazón.

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