"Ángel me acaba de recoger de la estación de policía y me dijo que no puedo tomármelo a la ligera. Estaba pensando, ¿acaso Ariana no es solo una empleada del Grupo de Inversión Borges? ¿Por qué él tuvo que llegar a este extremo?"
Laura respiraba con dificultad y no pudo evitar toser fuertemente varias veces. Cada vez detestaba más su débil cuerpo, que aparte de depender de medicamentos, no podía sufrir el menor estrés, por lo que solo de escuchar la noticia, ya se le formaba un sudor frío en la frente.
"Laura, ¿crees que debería ir?"
Anabel dijo eso a propósito para sondear, aunque en realidad no quería ir para nada.
Además, tenía que ver a Paula y solo de pensar que había acabado en la comisaría por culpa de ella, se sentía furiosa.
"Si él lo ha dicho, entonces ve. Conozco bien las intenciones de Ángel hacia mí y no creo que tenga nada que ver con Ariana."
"Laura, confío en Ángel, pero hay un dicho que es muy cierto: no temo al ladrón, sino al ladrón que acecha. He oído que Ariana es muy descarada."
Laura inhaló profundamente y sus ojos destellaron con una mirada aguda.
"Anabel, mantén los ojos abiertos por mí cuando estés afuera y si ves que Ariana se acerca a Ángel, llámame."
La sonrisa de Anabel se torció con astucia mientras decía: "Descuida, me aseguraré de vigilar a Ángel."
Después de colgar, Anabel le envió un mensaje a Paula, la cual había estado aterrorizada, sabiendo que el asunto se había resuelto, pero saber que tenía que pedirle disculpas a Ariana, le hizo sentir náuseas, por lo que le respondió a Anabel mediante otro mensaje: "¡No iré! ¿Qué derecho tiene esa descarada para que yo vaya a su casa?"
Al ver el mensaje, Anabel se burló fríamente y le envió otro mensaje: "Ya conseguí la dirección de Ariana con Vero. Ángel dijo que tenemos que ir a pedirle disculpas y si no vas, sufrirás las consecuencias."
Paula sabía a qué Ángel se refería y de repente se sintió intimidada, pero al mismo tiempo, estaba muy resentida. ¿Cómo podía Ángel estar del lado de Ariana?
¿Sería que Ariana no solo se había enredado con Oliver, sino que también tenía a Ángel enganchado?
Paula se sintió tan enojada que le hormigueaba el cuero cabelludo y sus ojos destilaban malicia.
¿Pedirle disculpas a ella en su propia casa? Perfecto, ella tenía un montón de ira acumulada que necesitaba desahogar.
Media hora más tarde, las dos llegaron puntuales a la puerta del apartamento de Ariana.
Anabel golpeó la puerta sin miramientos y luego cruzó los brazos, con una actitud claramente combativa.
Echó un vistazo a Paula, cuya expresión era gélida y desagradable.
Él simplemente se sentaba junto a la ventana y el viento que soplaba llevaba consigo su aura fría y distante.
Después de estar ocupado durante cinco horas desde el mediodía hasta la tarde, aún tenía la energía para trabajar.
Ariana se frotó la cintura dolorida, pensando que era su propio merecido.
El ruido de golpes en la puerta de la sala continuaba. ¿Acaso Bruno había regresado?
Se envolvió rápidamente en una prenda de ropa y caminó pausadamente hacia la ventana, dejando un beso en los labios de Oliver mientras decía: "Disculpa, Oliver, quédate escondido en el dormitorio un rato. Yo iré a atender a las visitas."
Oliver detuvo su dedo en el teclado y miró su cuello, ya que las marcas anteriores aún no se habían desvanecido y actualmente se le habían sumado nuevas.
En ese momento, al pensar en el hombre que aguardaba fuera, él frunció ligeramente el ceño sin poder evitarlo y de manera instintiva, levantó la mano y comenzó a abotonarle la blusa, uno por uno, con meticulosa atención.
No paró hasta llegar al botón más alto y aun así, sintió que no era suficiente.
"Envuélvete con una bufanda." Le dijo con un tono protector.
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