Susana frunció el ceño, disgustada. «Esta muda no se echará atrás!» pensó para sí misma.
—Los sirvientes te han visto hacerlo. ¿Aún quieres excusarte?
«Ellos estaban lejos en el vestíbulo delantero cuando Ámbar cayó en el estanque. ¿Tienen clarividencia? Ni siquiera se molestó en decir una mentira más convincente», pensó Delfma. Tenía la mandíbula desencajada. No se creía una excusa tan ridicula.
El ambiente se puso tenso. La familia Echegaray dijo a propósito que la cámara de vigilancia estaba rota, pero Delfma no podía hacer revisar los videos de vigilancia por la fuerza. Justo en ese momento, una voz familiar y suave habló desde detrás de ellos.
—Puedo probar que ella no la empujó.
Delfma se quedó atónita cuando vio quién hablaba. «¿No
es... el doctor Peralta?»
El joven delgado caminó hacia ellos y llegó al lado de Susana. Dijo:
-He vuelto, mamá.
Susana sonrió con alegría al instante mientras cogía cariñosamente el brazo de su hijo.
-¿No se suponía que ibas a volver esta tarde, Julián? ¿Por qué has vuelto antes?
Julián contestó con una sonrisa:
-En realidad volví hace dos semanas, pero estuve un tiempo de interno en el hospital. Volví hoy para darte una sorpresa, pero no esperaba encontrarme con una escena así. -Mientras hablaba de esto, sus ojos se posaron en Ámbar, y su sonrisa se desvaneció un poco-. Te vi perfectamente caerte al estanque sola. ¿Por qué acusaste a la señorita Murillo de empujarte?
Todos se quedaron atónitos al escuchar sus palabras. En particular, Ámbar tuvo un ligero cambio de semblante, y se mordió el labio.
—Yo... yo... sentí que Delfma me empujó. Quizás... me equivoqué.
—Vamos. Hace muchos años que no te veo, así que vamos a tener una buena charla.
La multitud se fue entonces de a poco, dejando sólo a Delfina y a Ámbar en la escena. Ámbar se levantó del suelo y miró a Delfma con una mirada un poco peculiar.
—¿Conoces a Julián?
Sin embargo, Delfma la ignoró.
Ámbar bromeó:
-Como era de esperar, tú y tu madre son de la misma calaña. -A continuación, se marchó, dejando atrás a una Delfma de aspecto frío.
Desde que Delfma se fue a vivir con la familia Murillo, hace más de diez años, Ámbar la había acusado de ser la hija de una zorra, insinuando que su madre la había engendrado seduciendo a Gerardo. Cuando Delfma era pequeña, deseaba poder decirles que su madre no era ese tipo de persona. Su madre no sólo tenía un carácter apacible, sino también talento y conocimientos de literatura. ¡Era la mejor madre del mundo! Sin embargo, no fue hasta que creció que descubrió lo tonta que había sido. ¿Por qué se preocuparían por la verdad unos chupasangres que no sabían distinguir el bien del mal?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La esposa sustituta