La esposa sustituta romance Capítulo 7

Ámbar le contó a Susana toda la historia con una actitud inocente, tachando a Delfina de mujer vanidosa e intrigante que había engatusado a su hermana menor. De pie junto a ellas, Delfina observó con frialdad el pretencioso acto de Ámbar con un rostro inexpresivo. No se defendió ante la mirada disgustada y despectiva de Susana, pues sabía que era innecesario hacerlo. Como a Susana no le gustaba, nunca la creería.

Como esperaba, Susana la miró con recelo, como si estuviera viendo algo sucio.

-No me extraña que no quieras irte: vas detrás de la fortuna de la familia Echegaray. Qué vana e intrigante eres.

Ámbar sonrió con suficiencia al ver esto. Luego, se acercó a Delfina y le susurró en una voz audible sólo para las dos:

-Papá dijo que debías acompañarme.

Delfina giró la cabeza de repente y sus pupilas se encogieron.

-«¿Qué quieres hacer?»

Naturalmente, Ámbar podía entender el lenguaje de signos de Delfma. Sonrió y respondió en un susurro:

-No tienes que preocuparte por eso. Sólo tienes que acompañarme, o si no... se lo contaré a papá.

Al ver cómo se comunicaban las hermanas, Susana miró a Ámbar y preguntó desconcertada:

—¿Qué te ha dicho?

Ámbar se mostró preocupada mientras suspiraba y decía:

—Delfma me odia. Me estoy disculpando con ella.

Susana dejó escapar un bufido frío.

-¡Qué mujer tan repugnante eres! He visto a muchas zorras trepadoras, pero es la primera vez que veo a una muda tan molesta.

El corazón de Delfma se había entumecido después de escuchar tantos comentarios hirientes.

En el tiempo que siguió, Susana suavizó su actitud hacia Ámbar, y pronto hablaron y se rieron mientras charlaban. Después de todo, en comparación con Delfma, Ámbar era más del agrado de Susana. Además, tenía una lengua dulce y hacía feliz a Susana con unas pocas palabras. Por el contrario, Delfma parecía una forastera despreocupada.

—Ven conmigo.

Se apresuró a seguir a Santiago con un atisbo de alegría en su rostro. Por otro lado, Delfma se quedó de pie junto al sofá con los ojos fijos en él todo el tiempo, sin embargo, él fue directamente al segundo piso sin mirarla.

Susana lanzó una mirada a Delfma, que siempre había sido prácticamente inexistente, y se burló.

-¿Lo ves? Ámbar es la persona a la que Santiago quiere, y aquí no hay lugar para ti. Si eres inteligente, deberías irte cuanto antes. No termines en la miseria y traigas la desgracia sobre ti.

Delfma se había quedado aturdida después de escuchar las burlas de Susana. Sin embargo, había una cosa que no podía entender. Antes de la boda, la familia Echegaray siempre había creído que era Ámbar la que se iba a casar con Santiago, pero ¿por qué no había ninguna ceremonia ni invitados a la boda? Al fin y al cabo, Santiago era el que había pedido la mano de Ámbar por iniciativa propia. Sin embargo, no quería pensar en esto. Por muy extraño que fuera, no tenía nada que ver con ella.

Cuando Delfma regresó a su habitación, descubrió de repente que su teléfono móvil había registrado varias llamadas perdidas. Cuando lo miró en detalle, descubrió que esas llamadas eran del hospital, por lo que de inmediato les devolvió la llamada.

-¿Habla la señorita Murillo? Algo ha sucedido, así que por favor venga al hospital tan pronto como sea posible -dijo la persona al otro lado.

«¿Le pasó algo a la abuela?», pensó Delfma.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La esposa sustituta