"Sí, claro que sí." Zulema asintió con la cabeza, "¿Ya terminaste con tus ideas? Si es así, ahora me toca a mí."
"Habla, te escucho."
Zulema lo miró fijamente a los ojos: "La muerte de Justino, ¿realmente fue causada por mi padre, o... hay otro culpable?"
La cara de Jacinto cambió de golpe, pero intentó disimular: "¡Por supuesto que no! La policía ya cerró el caso, y Roque también investigó, ¡el asesino es tu padre!"
"¿Estás seguro?"
"¡Seguro que sí!"
Zulema presionó: "¿Por qué siento que el asesino eres tú, o... tal vez Joana?"
"¡Estás diciendo tonterías!" Jacinto se levantó de un salto, "Zulema, eso... eso no se puede decir sin más."
"Porque confío en la integridad y las habilidades médicas de mi padre. También investigué, Justino no se había hecho enemigos en vida, era una persona amable. Solo tú y Joana, en su afán por apoderarse de la fortuna y el poder de la familia Malavé, podrían hacer algo tan atroz y despiadado."
"Tú, tú..."
Jacinto balbuceó sin saber qué responder.
Al final, solo pudo decir con frustración: "Estás difamando sin pruebas."
El ambiente se volvió tenso y solemne.
De repente, Zulema soltó una risita y su tono se relajó mucho: "No tengo pruebas, todo esto son solo conjeturas. Jacinto, estamos a punto de hacer un trato, tienes que darme algo de seguridad, ¿no es cierto?"
Jacinto se sintió evidentemente aliviado: "Zulema, no hagas conjeturas al azar sobre este asunto".
"Solo dame una pista, ¿cómo murió Justino en realidad?"
Jacinto vaciló y al final no dijo nada.
¡Este asunto era de gran importancia y Joana le dijo repetidamente que no le dijera nada hasta que todo estuviera solucionado.
"Bueno, parece que no confías lo suficiente en mí." Zulema suspiró, "Ya no tenemos nada de qué hablar, me voy."
Ella se dirigió a la puerta sin mirar atrás.
"¡Espera!"
"¿Hay algo más?"
"Quiero hacer negocios contigo de verdad. Ya lo he dicho, puedo liberar a tu padre, y si quieres quinientos millones, también puedo dártelos."
Zulema sonrió levemente: "Con lo obsesionado que está Roque conmigo en estos momentos, si le pido quinientos mil millones, me los daría sin pestañear. ¿Para qué iba a ensuciarme contigo?"
"¿Entonces qué es lo que realmente quieres?"
Zulema dijo cada palabra con claridad: "¡Quiero la verdad!"
Los labios de Jacinto se movieron: "No puedo decirte."
"Entonces esperaré el día en que puedas decírmelo."
Al salir del club, el corazón de Zulema se iluminó aún más.
¡Ya estaba segura de que Joana y Jacinto eran los responsables de la muerte de Justino!.
Con el objetivo claro, era hora de actuar.
"Facundo, necesito que hagas una última cosa por mí", dijo solemnemente Zulema en el camino de regreso a Villa Aurora, "¡Es muy importante, el éxito o el fracaso depende de esto."
"Dime."
"Es imposible sacar la verdad de la boca de Jacinto. Para hacerlos confesar, solo hay una manera."
Facundo la miró de reojo: "¿Tienes un plan?"
"¡Sí!" Dijo Zulema, "Solo poniéndolos contra la pared, en una situación límite, podremos oír la verdad."
"¿Piensas... secuestrar a Jacinto?"
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