Edrick
Esa noche llegué a casa después de un largo y agotador día de trabajo, la noticia de mi falsa relación con Moana se extendió rápidamente y me vi obligado a esquivar todo tipo de preguntas al respecto de mis intrigados compañeros de trabajo, por suerte, mi padre aún no había aparecido para reñirme por ello, aunque sabía que era cuestión de tiempo que eso ocurriera.
Cuando llegué a casa, sólo quería dormer, el apartamento estaba tranquilo y oscuro, así que me quité los zapatos y la chaqueta antes de dirigirme al salón para tomar algo antes de acostarme, sin embargo, cuando entré por la puerta, por fin vi a Moana mirándome por encima del respaldo del sofá.
Por la expresión de su cara, supe al instante que había visto las noticias; por lo visto tendría que explicarle las cosas, ya que estaba claramente disgustada.
Es cierto que sabía que no debía haber dicho lo que dije aquella mañana; se me escapó en el calor del momento y después me arrepentí, pero lo hecho, hecho estaba, y ahora había que sacar lo mejor de ello.
-Seguro que te apetece hablar-, dije metiéndome las manos en los bolsillos mientras veía a Moana levantarse del sofá. -Hablemos en mi despacho-.
Moana, que iba vestida con bata y camisón, me siguió hasta mi studio, cerré la puerta detrás de nosotros por si alguien oía nuestra conversación y le hice un gesto para que se sentara en uno de los mullidos sillones junto a la chimenea, pero ella siguió de pie, con los ojos encendidos por una combinación de confusión e ira.
-Deja que te explique-, empecé a decir, pero Moana me interrumpió rápidamente y sacudió la cabeza con fuerza.
Tenía las manos cerradas en puños a los lados y, al sacudir la cabeza, le cayeron trozos de pelo rojo rizado a la cara.
-Sólo dime si soy sólo un juguete humano o no-, dijo, su voz baja e intencional.
Arrugué la frente, -¿qué? pregunté. -¿De qué estás hablando?-.
Moana soltó un suspiro exasperado y se sacó el teléfono del bolsillo de la bata, la observé en silencio mientras daba golpecitos furiosos en la pantalla del teléfono y luego me lo tendió para que lo viera.
Por supuesto, era tal y como sospechaba; parecía que muchos de mis fans estaban enfadados por esta relación, lo cual sí me esperaba.
Sin embargo, para empeorar las cosas, decían cosas horribles sobre Moana y la llamaban juguete humano, aún no sabían que Moana era una mujer lobo y que, en realidad, era mi compañera predestinada, claro que no importaba que el público supiera que Moana era una mujer lobo, porque esas mujeres encontrarían cualquier motivo para enfadarse.
Yo estaba acostumbrado a este tipo de cosas y por eso me había retirado por completo de las redes sociales, pero para Moana todo esto era extremadamente nuevo.
Al ver la expresión de su cara y cómo le temblaba la mano cuando me tendió el teléfono, me sentí aún peor por haberme precipitado tan pronto, debería haber hablado antes con ella y haberle dado tiempo para prepararse, ni siquiera le pregunté si era lo que quería, y me sentí mal por ello.
-Puede que yo haya dejado claro que no tengo ningún interés en que nos casemos, -dije por fin-, pero tú también has dejado claro que no quieres que me case con nadie, ni de verdad ni de mentira, porque está claro que no quieres que Ella o nuestro hijo tengan otra madre, así que has tenido tanto que ver en esto como yo, y ahora espero que desempeñes el papel de mi falsa prometida, ¿no es esto lo que querías?-.
Los ojos de Moana se abrieron de par en par, pude ver la ira burbujeando en su interior, mezclada con un poco de confusión.
-¿Así que sólo es falso?-, preguntó.
Asentí con la cabeza.
Moana se quedó un momento en silencio, mirándome incrédula con sus grandes ojos verdes, antes de responder por fin y me cogió completamente por sorpresa con lo que dijo a continuación, al parecer, a diferencia de mí, para ella era un problema vivir sin intimidad.
-¿Y si algún día me enamoro de alguien?-, preguntó, -¿y entonces?-.
Las palabras de Moana me dejaron helado, no pude más que mirarla fijamente, completamente sorprendido por aquella afirmación.
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