La niñera y el papá alfa romance Capítulo 129

Moana

Esa misma mañana, después de desayunar en el jardín al aire libre con Ella y Edrick, Ella le recordó a Edrick que quería ir de excursion, Edrick, por supuesto, aceptó, ya que hacía buen tiempo fuera.

-Ve a ponerte los zapatos- dijo, -y los pantalones también, no quiero que te caigas con un vestido-.

-¡Vale!-, exclamó Ella mientras corría a su habitación para cambiarse.

Edrick se levantó y se estiró, mostrando accidentalmente la parte inferior de sus abdominales al hacerlo, iba vestido de manera informal con un simple polo y unos pantalones, lo cual me resultaba extraño, ya que me había acostumbrado a verle vestido únicamente con ropa de negocios, debió de olvidarse de que no llevaba la camisa por dentro cuando se estiró, y ver tan sólo una pequeña parte de sus abdominales me hizo enrojecer.

-No estaremos fuera mucho tiempo-, dijo entonces Edrick, -siéntete libre de explorar donde quieras en la mansión o en los jardines mientras estamos fuera-.

Aunque la idea de explorar la mansión sonaba divertida, fruncí el ceño, hacía demasiado buen tiempo fuera y tenía ganas de dar un buen paseo.

-En realidad, pensaba ir contigo-, dije levantándome de la mesa.

Edrick frunció los labios y me miró, sus ojos bajaron hasta mi vientre; parecía indeciso.

-¿Estás segura de que es una buena idea?-, preguntó. -No quiero que enfermes o te hagas daño si es demasiado esfuerzo-.

Me puse las manos en las caderas y fruncí el ceño, -sólo estoy embarazada de unos meses, todavía no estoy completamente inválida, Además, sólo es un paseo-.

Edrick hizo una pausa y se mordió el interior del labio inferior durante unos instantes antes de asentir finalmente.

-De acuerdo- respondió, -supongo que algo de ejercicio podría ser bueno para ti y para el bebé-.

No pude evitar sonreír, me parecía muy tierno que Edrick se preocupara tanto por nuestro bebé, pero sabía que se preocupaba demasiado cuando se trataba de ciertas cosas, siempre había sido algo atlética y nunca había tenido problemas para hacer ejercicio.

Puede que estar embarazada de unos meses me impidiera hacer locuras como escalada o esquí alpino, pero una buena caminata por el bosque era algo que sabía que podía hacer, además, el médico me había dicho que el ejercicio era muy saludable para el bebé y yo había investigado lo suficiente como para saber que muchas mujeres podían hacer todo tipo de actividades atléticas incluso estando embarazadas de ocho o nueve meses; una vez incluso leí sobre una mujer que corría maratones y siguió ganándolos hasta que rompió aguas.

Ahora que Edrick estaba de acuerdo en dejarme ir con ellos, corrí rápidamente escaleras arriba y me cambié el vestido por algo más adecuado para una excursion, una vez lista, bajé con Ella de la mano y me reuní con Edrick fuera.

Cuando empezamos a seguir el sendero que se adentraba en el bosque, no pude evitar darme cuenta de que Edrick no dejaba de mirarme de vez en cuando mientras caminábamos, parecía fijarse en mi atuendo, y no me di cuenta hasta un rato después de que nunca me había visto con nada que no fuera puramente profesional.

Ahora llevaba una simple camiseta y unos vaqueros con botas y una sudadera con cremallera por encima, con el pelo recogido en un moño, y él casi parecía fascinado por ello.

Al ver cómo me miraba me ruboricé y me sentí un poco avergonzada, hasta que me di cuenta de que yo le había mirado igual antes, de un modo extraño, vernos vestidos con ropa informal me hizo sentir como si se desprendiera otra capa de la barrera que nos separaba.

Mientras caminábamos, no podía evitar sentirme relajada, el aire fresco de la montaña olía dulcemente a pinos a medida que nos adentrábamos en el bosque, y el silencioso sonido del bosque a nuestro alrededor era sumamente relajante, de vez en cuando, Ella se adelantaba corriendo con una flor o una piedra fresca o cualquier otra cosa que exigiera para que Edrick se la guardara en el bolsillo, y muy pronto sus bolsillos estaban a rebosar de piedras y bellotas.

Pero entonces, de repente, este dulce momento con Ella se rompió bruscamente cuando jadeó y señaló algo en la distancia, con los ojos muy abiertos.

-M-Moana-, dijo, dando unos pasos hacia atrás. -¡Lo-lobo!-.

Rápidamente me levanté de un salto y me coloqué frente a ella, mirando hacia donde señalaba.

Tal y como Ella dijo, había un lobo ahí fuera y acechaba hacia nosotros.

Era grande y gris, con unos ojos amarillos brillantes que nos miraban directamente a los dos, dejé caer accidentalmente las flores mientras agarraba rápidamente la mano de Ella y retrocedía, manteniéndola detrás de mí.

-Quédate detrás de mí, Ella-, dije, sintiendo que se me formaba un nudo en la garganta, el lobo venía directo hacia donde estabamos como si tuviera la misión de venir por nosotras.

Y cuanto más se acercaba el lobo, más podía oír sus gruñidos graves y amenazadores retumbando en su garganta.

Si este lobo decidía atacarnos, Ella y yo estaríamos indefensas, mientras abría la boca, sólo esperaba que Edrick estuviera aún lo bastante cerca como para oírme cuando lo llamara por su nombre.

-¡Edrick!, ¡Ayuda!-.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La niñera y el papá alfa