La niñera y el papá alfa romance Capítulo 261

Ella

-Soy el hijo del jefe mafioso más influyente de la ciudad.

No podía creer lo que estaba escuchando. Había llegado a esta ciudad con un único propósito: luchar contra el cáncer que representaba la mafia. No aliarme con ellos.

Y ahora, aquí estaba yo, frente al hijo del líder de la mafia más poderosa de la región. Y él era mi cliente.

-¿Y bien?-, preguntó, con una mueca en los labios. -Tenemos confidencialidad cliente-abogado. Ahora que conoces la verdad. Te advertí que había más de lo que preocuparse que mi infidelidad.

-Oh Dios-, exclamó Ema, sonando sorprendida. -¿Un jefe de la mafia? ¿Puede ser peor?

-Llegados a este punto, no me sorprendería que empeorara de algún modo-, respondí.

Tragué saliva. Mi mente se revolvió. Conocía el funcionamiento de la mafia, al menos en parte. Sabía, al menos, que era peligroso enfrentarse a ellos. Por eso el señor Henderson insistía tanto en que aceptara a Logan como cliente. Estaba asustada.

Logan sobornó a mi jefe con ese lujoso reloj Rolex, pero también lo intimidó. Y ahora me encontraba atrapada en medio de todo. Debía tomar una decisión: arriesgar mi vida y mi carrera retirándome del caso, o arriesgarlas de todos modos y seguir trabajando con el abogado de Logan.

-No lo haré, Logan-, afirmé con determinación, reuniendo cada pizca de fuerza interior. -No trabajaré para la mafia. Vine a esta ciudad en busca de buenos abogados... no de corruptos. No permitiré que me atrapen en sus redes de engaño.

Él se reclinó, una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro, mientras la habitación parecía sumirse en una penumbra más profunda.

-Este caso, Ella-, dijo despacio, -es completamente legal. Estoy diversificando: finanzas, bienes raíces, tecnología. Son mis esfuerzos por legitimar ciertas áreas de nuestro negocio familiar.

Eso explicaba por qué tenía tantas empresas aparentemente no relacionadas. Probablemente, lavado de dinero. No creí ni por un segundo que quisiera "legitimar" algo.

Levanté una ceja escéptica. -¿Y se supone que debo creer que has cambiado de rumbo? Seguro que también estás involucrado en otros negocios ilegales.

Con una destreza forjada por años de experiencia, activé discretamente la aplicación de grabación de mi teléfono. Si Logan decía algo incriminatorio, quería capturar cada palabra.

Logan simplemente sonrió de nuevo, sus ojos azules brillando con una nueva intensidad.

-¿Habla de actividades ilegales como drogas, homicidios, tráfico de personas, usura, chantaje y tráfico sexual?-, preguntó abiertamente, con una calma perturbadora.

Mi corazón comenzó a latir más rápido. Esto no era lo que esperaba.

¿Estaba confesándolo todo abiertamente? ¿Sin rodeos, sin ocultar la verdad? ¿Una confesión descarada?

Pero antes de que pudiera reaccionar, se deslizó hacia mí como una serpiente y me arrebató el teléfono, deteniendo la grabación.

-Hay operaciones ilegales, sí-, admitió con desenfado, dejando mi teléfono sobre la mesa. -Pero la mayor parte del tiempo son mi padre y mi hermano quienes las manejan. En cierto sentido, soy como tú.

Me burlé, manteniendo mi teléfono en mi campo de visión. -No te pareces en nada a mí, comadreja resbaladiza-, murmuré.

Logan soltó una carcajada. -Pero te equivocas-, dijo. -Yo, al igual que tú, estoy tratando de abrirme camino. Podría caer fácilmente en la red de seguridad de mi familia. Podría inclinarme hacia el lado ilegal de las cosas. Pero quiero ser diferente.

Su mirada se posó en mí mientras me alejaba, una amalgama de entretenimiento y admiración brillaba en sus ojos. Sin embargo, cuando la puerta se cerró a mis espaldas, un temblor se apoderó de mis manos.

¿Qué acabo de provocar?

Al salir del local, el gélido aliento nocturno me golpeó el rostro, en franco contraste con el ambiente sofocante que acababa de dejar atrás. Las calles aparecían desiertas, envueltas en un silencio inquietante, apenas interrumpido por el distante eco de pasos y murmullos.

Una paranoia incipiente se apoderó de mí. Caminaba con la sensación de que en cualquier momento, Logan podría haber enviado a sus secuaces tras de mí para ejecutar sus órdenes. Desafiar al vástago de un capo de la mafia no era algo que se tomara a la ligera, y las leyendas urbanas sobre las consecuencias de tal acto bullían en mi mente.

- Me preocupa - comentó Ema. - No es de fiar. Los hombres como él...

- Lo sé - asentí, con un gesto negativo. - He escuchado las historias.

Sin embargo, ningún alma apareció. Al menos, no aún. Mientras avanzaba, un peso oprimía mi pecho y una marejada de pensamientos aturdía mi mente. Un par de cuadras más adelante, me refugié en un estrecho callejón y me recosté contra la pared de ladrillo, contemplando la luna en su fase creciente en el firmamento, mientras mi acelerado corazón comenzaba a encontrar calma.

Era como si la Diosa Lunar estuviera esbozando una sonrisa burlona, como si se regodeara con el destino tan cruel que me había otorgado. Sentí el impulso de levantar el puño hacia ella y gritarle por haberme asignado una compañía tan desventurada.

Una risa amarga se escapó de mis labios. - ¿Por qué, Diosa Lunar? - murmuré, sacudiendo la cabeza. - De entre todas las almas en este vasto y poblado mundo... ¿por qué él? ¿Es acaso una burla cruel? ¿Una prueba de algún tipo?

La noche persistió en su silencio, la luna ofrecía ni respuesta ni consuelo.

El incierto amanecer del día siguiente se cernía sobre mí. Sin embargo, por el momento, me consolaba en una certeza: mi firme determinación.

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