Ella
Al salir de la mansión, la grava crujía bajo nuestros pasos, el sonido reverberando en la noche silenciosa. Logan caminaba delante, con pasos largos y seguros, sin mostrar prisa alguna.
Nos acercamos a un elegante coche negro con cristales tintados. Su superficie pulida reflejaba el resplandor de la luna, creando inquietantes reflejos de nuestras figuras.
-Sube -dijo, no como una orden, sino como una sugerencia casual. Sin embargo, sus ojos azules y claros narraban una historia diferente. Siempre estaban observando, evaluando.
Dudé, mi mirada alternando entre el vehículo y él.
-¿Adónde vamos? -pregunté con un dejo de desafío, una pizca de la desconfianza que me embargaba. Logan tenía una vena impredecible que lo hacía intrigante, pero también innegablemente peligroso.
-A comer -respondió con indiferencia, como si fuera lo más obvio del mundo. -Conozco un buen sitio.
Mi expresión cautelosa no abandonó mis ojos. -¿Y por qué debería confiar en ti? Si intentas algún truco, Logan, te juro que te mataré.
Su respuesta fue rápida e inesperada. Con una sonrisa divertida en los labios, inclinó la cabeza, dejando al descubierto la vulnerable columna de su cuello. -Como dije antes, eres bienvenida a destrozarme, Ella. Consideraría un honor ser asesinado por alguien tan cautivadora como tú.
Fruncí el ceño, sorprendida por su audacia. -Estás lleno de mierda.
Logan soltó una carcajada, un sonido rico que contenía auténtica alegría. -Tal vez. Pero ¿no tienes un poco de curiosidad?.
Con un suspiro de reticencia, cedí y abrí la puerta del acompañante, entrando. Cuando se sentó en el asiento del conductor, el aroma del cuero y una pizca de su colonia llenaron el espacio, un olor extrañamente reconfortante que adormeció mis sentidos agudizados.
El motor empezó a ronronear y nos pusimos en marcha, serpenteando por las carreteras menos transitadas. Me di cuenta de que no estábamos tan aislados como pensaba. Los imponentes edificios de la ciudad se alzaban en la distancia, iluminados por una miríada de luces, un impresionante telón de fondo para nuestro viaje.
Era fascinante observar el perfil de la ciudad desde esta perspectiva, un resplandor irreal contra el telón oscuro de la noche.
El trayecto fue más breve de lo anticipado. Sin percatarme, Logan estaba estacionando frente a una pintoresca hamburguesería junto al agua. El letrero de neón zumbaba suavemente, proyectando su cálida luz sobre el exterior, mientras a través de las ventanas se vislumbraba el animado trajín de los clientes.
-Aquí estamos -anunció Logan, con un matiz de orgullo en su voz. -Te dije que conocía un buen lugar.
La declaración me tomó por sorpresa. No parecía el tipo de sitio al que alguien como Logan frecuentaría. A simple vista, era solo una sencilla hamburguesería a la orilla del agua. Sin embargo, supuse que este mafioso guardaba más de lo que mostraba.
-Sigo sin comprenderlo del todo -murmuré mientras descendía del lujoso coche. -¿Por qué siempre termino cenando con este mafioso?
Logan se rió a mi lado, mostrando una sonrisa juguetona. -Para alguien que presume de independencia, pareces tener debilidad por mi compañía.
Un nudo se formó en mi garganta. Maldición, pensé. Eso era para Ema.
-Lo siento -dije, apretando la mandíbula con fuerza. -No debería haberlo dicho en voz alta.
Logan echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, cuyo sonido resonó en la serena noche. Era extrañamente contagiosa y, a pesar de lo absurda que era nuestra situación, me encontré conteniendo una sonrisa.
Di un mordisco calculado a mi hamburguesa, evitando su mirada. -¿Qué quieres decir?
Sus dedos golpearon la barandilla en un ritmo constante, enviando vibraciones metálicas a lo largo de su extensión. -Tu sueño, Ella. Tu ambición de cambiar la ciudad. Es intrigante. Y me ha hecho reflexionar.
-Te escucho-, respondí con cautela.
-Si regresas a tu bufete, comienzas con ese pequeño caso que mencioné y demuestras tu valía, tal vez entonces...-. Se detuvo, inclinándose más cerca. -Quizás entonces, pueda ayudarte con un caso que te presente una verdadera batalla contra la mafia.
Casi me atraganto con la bebida. -¿Tú? ¿Ayudándome a derrotar a la mafia? ¿No eres parte de ella?
Sonrió, dejando entrever una chispa de astucia. -No es mi mafia, querida. Es otra.
Fruncí el ceño, procesando sus palabras. -¿Una guerra de facciones? ¿Qué ganas con eso?
La mirada de Logan se intensificó y se inclinó aún más, tan cerca que pude sentir el calor de su aliento. -¿Y si este es un paso hacia tu objetivo final? ¿Aceptarías entonces mi oferta?
Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho. -¿Qué esperas de mí?
Su voz se redujo a un susurro, cargado de sinceridad y de una emoción que no pude identificar. -Finge ser mi novia.
Me atraganté con la hamburguesa y abrí los ojos con incredulidad. Tosiendo, logré balbucear: -¡¿Qué?!
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