Edrick
Yo misma acosté a Ella aquella noche. Me tranquilizó ver lo tranquila que dormía; ojalá yo hubiera podido dormir así. Cuando volví a mi habitación, todavía con la duda de si Moana me estaba mintiendo o no, me pareció que la niñera de mi hija estaba sospechando.
No podía quitarme la sensación de que Moana estaba embarazada de mi hermano. Sabía que había salido a cenar con él la otra noche y que le había visto varias veces antes. Por lo que yo sabía, sólo había aceptado el trabajo conmigo para intentar ascender en las clases sociales, y ahora se había quedado embarazada de mi hermano. Quería creer que me equivocaba, que sólo estaba enferma y había engordado un poco, pero no podía evitar la sensación de que algo más estaba pasando entre bastidores.
Estuve un buen rato dando vueltas en la cama. Finalmente, renuncié a dormir y decidí tomar algo del minibar. Refunfuñé para mis adentros, sintiéndome como un viejo gruñón con insomnio, mientras me levantaba de la cama y salía de la habitación.
El salón estaba tranquilo y silencioso cuando entré. Seguramente todos los demás ya dormían. Los únicos sonidos que oía eran los de la ciudad y la única luz que iluminaba la habitación era el suave resplandor de las luces de la ciudad que entraban por la gran ventana abierta. Suspiré, me serví un vaso de whisky y me acerqué a las puertas dobles que daban al balcón y las abrí. Me quedé allí unos minutos, bebiéndome el whisky mientras me apoyaba en la barandilla y contemplaba la ciudad.
Mientras estaba en el balcón y miraba la ciudad, sólo podía pensar en lo sospechoso que había sido el comportamiento de Moana últimamente.
Llevaba enferma de "intoxicación alimentaria" mucho más tiempo que los tres o cinco días que suele durar una intoxicación alimentaria. El olor a huevos y salchichas le provocaba arcadas, se tocaba constantemente el estómago y yo no podía olvidar aquella noche en que se quedó dormida en el suelo del salón. Nunca lo admitiría, pero esa noche fue la primera desde que pusimos fin a nuestro acuerdo para dormir en la que realmente pude dormir un poco sin tener que tomar somníferos o beber demasiado alcohol.
Hablando de alcohol: mi vaso de whisky ya estaba vacío.
Suspiré y me di la vuelta para servirme otro vaso.
Pero justo cuando lo hacía, vi a Selina saliendo a hurtadillas de la habitación de Moana... y llevaba algo en la mano.
"¿Selina?" la llamé desde la puerta del balcón. Se quedó inmóvil. Vi cómo se metía lo que llevaba en el bolsillo del delantal y fruncí el ceño. "¿Qué haces?
"Estaba viendo cómo estaba Moana", dijo Selina. "Ha estado enferma".
Fruncí el ceño. Me acerqué a Selina y, al hacerlo, me di cuenta de que me ocultaba algo. ¿Acaso mis leales sirvientes, que habían trabajado para mí durante años, me ocultaban algo tan importante?
"¿Le diste la medicina?" Le pregunté.
Selina asintió. Todavía tenía la mano en el bolsillo del delantal, como si eso fuera a impedir que me diera cuenta, pero me vio mirando y sacó la mano.
Selina suspiró, cerró los ojos un momento, luego los volvió a abrir y me miró con expresión seria. "Prometí que no diría nada hasta el fin de semana", dijo, con la voz baja. "Delatarla sólo le habría causado más disgustos...".
"¿Alguno de ustedes sabe quién es el padre?" pregunté. Volví a pensar en todas las veces que Moana había pasado tiempo en privado con Ethan. ¿Cómo iba yo a saber que, la noche del banquete familiar, podrían haber mantenido relaciones sexuales cuando nadie más estaba cerca? ¿Es algún tipo de plan de ella para asegurar su futuro en la familia Morgan? ¿Realmente era como la madre de Ella: una mujer intrigante sin consideración por nadie excepto por sí misma? Haciendo esto, estaba haciendo daño a mi hija.
"No lo sé", dijo ella. "Ella no lo dijo. Sólo mencionó que el bebé será un hombre lobo".
Me quedé helado. Mis sospechas se habían confirmado: Moana se había quedado embarazada de mi hermano a propósito para poder disfrutar de las cosas buenas de la vida. Por eso debió de salir a cenar con él en secreto la otra noche. ¿De verdad pensaba que podía alquilar un restaurante entero para su cita con la niñera de mi hija y que yo no me daría cuenta? ¿Sabía ya lo del embarazo?
Tenía que enfrentarme a ella ahora mismo. Pasé junto a Selina y me dirigí hacia la puerta de Moana.
"¡Espera!" Selina llamó, corriendo detrás de mí. "Ahora está durmiendo. Puede esperar hasta mañana".
Selina volvió a agarrarme del brazo, pero me separé de ella y acorté la distancia que me separaba de la habitación de Moana. Aún tenía el frasco de pastillas en la mano cuando agarré el pomo de la puerta y la abrí de un tirón.
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