"¿Qué quieres decir con eso?". Al notar que algo en su tono no estaba bien, Evaristo se sintió algo inquieto.
Vanessa levantó la vista, miró alrededor de la mansión y dijo con despreocupación: "Lo que quiero decir es que esta casa ahora es mía. Les daré treinta minutos para que junten sus cosas y se larguen".
¿Que juntaran sus cosas y se largaran?
Evaristo no pudo creer lo que escuchó y abrió los ojos como platos, casi rugió: "¡Vanessa, estás loca!".
Vanessa soltó una risita: "Mi querido padre, ¿realmente necesitas que te lo recuerde? Tú mismo te casaste con mi madre sin ni un centavo, esta casa siempre estuvo a nombre de mi madre. Después de su muerte, pasó a ser mía, pero tú usaste métodos bajos para quitármela".
Sus ojos destellaban una luz fría: "Ahora, es hora de que las cosas vuelvan a su legítimo dueño".
"¡Soy tu padre! ¿Quién te crees para echarme?". Evaristo estaba tan furioso que temblaba, deseaba estrangular a Vanessa.
"Si no te quieres ir, está bien".
Vanessa no perdió más tiempo hablando, hizo una señal con la mano y el guardaespaldas se acercó con un megáfono.
Presionó el botón.
Del megáfono salió la voz clara y fuerte de un hombre:
"Evaristo, un hombre que salió de la nada, se enriqueció a costa de una mujer, abandonó a su esposa e hija para mantener a una amante, es un inútil y no tiene dinero, un pobre desvergonzado".
La frase se repitió una y otra vez, resonó en toda la mansión.
"¡Tú! ¡Tú!".
Evaristo escuchó dos veces antes de creer que estaban hablando de él. Levantó la mano para señalar a Vanessa, estaba tan furioso que podría a estallar.
¡Esa maldita!
Rosalía y Lorena se habían puesto pálidas del susto.
¿Vanessa se había vuelto loca?
¡Cómo se atrevió a hablar así de Evaristo!
Vanessa seguía con su actitud de jefa, dijo con una sonrisa en la comisura de los labios: "Vine aquí por la casa. Si insisten en no mudarse, no me importa que otros escuchen estas palabras".
Si otros escuchaban esas palabras...
Ya no podría seguir en San Cascada.
"¡Bien! ¡Nos mudaremos!". Evaristo apretó los dientes.
Una casa más, una casa menos, él tenía más de una docena de mansiones a su nombre, eso no significaba nada para él.
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