La secretaria Indomable romance Capítulo 52

Pero estaba luchando contra ese deseo. Una mujer le había ocasionado muchos problemas antes, y tenía una advertencia por parte de su mejor amigo, su compadre, su socio. No estaba dispuesto  a volver a cometer ese delito, pero por lo menos en un futuro cercano.

Pero antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, la tomo por la cadera y la subió a la encimera que tenía delante de él. Aparto a un lado la caja de pizza y las botellas de cerveza. Que poco le había durado las buenas intenciones. Katty se quedó sin aliento, sorprendida por la reacción. Sorprendida y complacida, o al menos eso indicaban sus ojos provocativos y su sonrisa felina. Por un lado, no hablar de la forma en que colocó los pies a ambos lados de las caderas.

_ ¡Umm! _ murmuró Katty con las pupilas dilatadas. _ ¡Nunca me lo había imaginado!

Kelvin la tomo por las caderas con fuerza, paseando su mirada por su bello rostro y después por sus pechos hasta llegar  a la uve de su entrepierna.

_ ¡Entonces es que tienes mucho que aprender! _ dijo él al mismo tiempo que se inclinaba y saboreaba por fin la boca que lo estaba volviendo loco desde el primer instante que la vio.

Katty no sabía por qué, pero se sitió como  si hubiera respirado y al exhalar  toda la ansiedad y el desasosiego causado por el asunto de encontrar a su hermana pequeña. Una sensación lánguida, casi embriagadora, la inundó, volviéndola increíblemente sensible al cuerpo de Kelvin, incrustado entre sus muslos.

Muslo que estaban cubiertos por ropas y que estaba deseando dejar de estarlo. Katty entrelazo  sus dedos en el pelo de él, que estaban negros, brillosos y rizados. De haberse tratado de cualquier otro hombre, habría juzgado demasiado atrevido la espontánea reacción de Kelvin. 

Pero con él, era distinto. Desde el momento en que se conocieron había sabido inconscientemente que iba a acabar así. Y había sido hermoso dejar que las cosas siguieran su ritmo natural.

Kelvin le oprimió las caderas, restregándole el miembro duro con insistencia. Katty se lamió los labios.

_ ¡Pareces muy seguro de ti mismo.!_ susurro. 

Su sonrisa provocativa la hizo estremecer.

_ ¡Digamos que soy experto en examinar el terreno!

Introdujo los dedos debajo de su top, selo subió y le acaricio un pecho con la mano izquierda. Ella se quedó sin aliento.

_ ¿Y cuáles son tus conclusiones después de la exploración?

 Él le acaricio el pezón erecto con el dedo pulgar a través del tejido del sujetador.

_ Que estás dispuesta a recibir cualquier invasión que yo decida acometer.

Katty se removió. La tensión en el estómago se estaba volviendo insoportable mientras él recorría sus pechos con los dedos.

Habían pasado de una silenciosa batalla de miradas a un beso apasionado en el que él exigía con la lengua una sumisión que ella se resistía a conceder. Katty era indomable, no se obligaban ante los  hombres aun estando en sus brazos en un deleite. Al contrario, desplegando su propia línea de ataque.  Kelvin tenía la piel tensa sobre unos músculos bien  trabajada, lo que demostraba que no se había estado fuera de servicio. 

Aunque Katty no había salido nunca con un hombre, excepto de Jack, su torturador. Él contraatacó quitándole el top y el sujetador. Y cuando le cubrió el pecho derecho con la boca, ella jadeó incapaz de hacer nada más que cerra los ojos y deleitarse en las embriagadas sensaciones que la envolvían. 

Él acunó ambos senos con las manos, lamiendo, chupando, apretando. Katty restregó su cuerpo contra la dureza de él. Lo deseaba demasiado para seguir con ese juego de poder. Dejo de contraatacar a cada uno de sus movimientos y se rindió, un aliento y dejando que él haga de su cuerpo un camino por conocer. Demostró que así una vez la hubo despojando de su última prenda.

Katty sabía a melocotón cubierto de nata fresca. Y el deseo de comérsela entera crecía con cada beso, con cada lametón. Cuando ella le abrió la puerta en bata, él sospechaba que acababa de ducharse, pero lo que estaba saboreando no era jabón, sino la  esencia   misma de  ella.

Dios mio, era aún más bella sin ropa, algo que no se veía todos los días. La lencería solía hacer un buen trabajo a la hora de disimular los defectos de las mujeres. Unos, sostén, podía realizar unos pechos pequeños o sostener unos caídos. Pero no era el caso de Katty. Sus senos, blancos como la nieve, eran abundante e insolentes y sus pezones rosados suplicaban, erectos, la atención que él les concedía.

Katty se removió inquieta contra su miembro erecto y el dejo de mala gana de lamerle los pechos para agarrarla por las caderas y subirla a la encimera. Paseo la mirada por cada centímetro de su cuerpo, por cada suave curva, por cada hendidura. Ella se apoyó en los codos, mirándolo con los ojos  entre cerrados.

Si él hubiera sido capaz de meter en una batalla y vender los  sentimientos que lo embargaban en ese momento, se habría hecho millonario. Vacilo unos instantes. Katty era prácticamente perfecta. Y aunque se negaba a considerarse inferior a ella en cuanto a posición social y capacidad mental, tenía que reconocer que una mujer tan inteligente, capaz y sin miedo a la vida. Bella y sexy como ella era demasiado para alguien como él. Pero katty no solo es la mujer que su amigo, quiere, pero no le da el trato que ella necesita en el amor. 

Él también estaba dispuesto, a poner todo en juego por ella. Sus sentimientos en estos momentos no eran relativos, cada beso, cada lamido. Todo eso solo le agrandaba lo que él sentía desde hace años.

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