La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 201

Alex no se creyó lo que vio, se frotó los ojos ferozmente con las manos sucias.

La luz del sol era tan fuerte que en sus ojos no podían ver nada. Como había estado trabajando aquí desde la mañana, sus manos estaban llenas de arenas, algunas de las cuales se metieron en sus ojos haciéndolos saturados de lágrimas.

Cuando las arenas salieron de sus ojos, pudo ver lo del frente.

Entre la multitud se encontraba Albina.

A todos los conocía bien, sobre todo Agustín y sus prestamistas.

Entre los hombres en trajes negros, Albina, que llevaba ropa de colores suaves, se veía hermosa.

Alex quedó atónito durante mucho tiempo hasta escuchar la voz impaciente de su padre:

—Alex, ¿qué haces? No déjalos ver que estés haciendo el vago.

Pero Alex no reaccionó con sus palabras, lo agarró del brazo de repente y su voz se sobresaltó:

—¡Mira! Es ella, ¡Albina!

Ramon se quedó atónito por un momento cuando vio a Albina.

De repente, todo el resentimiento que se había acumulado en los últimos días explotó. Ramon inconscientemente arrojó las herramientas en su mano y corrió hacia Albina.

—Tranquilo, papá —Alex lo siguió apresuradamente, tratando de sostenerlo.

No podría pelear con Albina, que estaba rodeada por sus guardares. Si lo hiciera, afrontaría una lucha sangrienta.

Pero lo que Alex no esperaba era que en lugar de pelear con Albina, su padre se arrodilló frente a ella de repente.

Ignorando la grava afilada y la arena en el suelo, Ramón la miró con esperanza,

—Albina, ¿estás aquí para encontrarte con nosotros? No sabes qué hemos sufrido.

Alex se quedó atónito.

Pero la expresión de Alex no le llamó la atención a su padre. Ramon extendió la palma de la mano, diciendo:

—Mira.

Sus manos estaban cubiertas de gruesos callos. Debido a el arduo trabajo durante estos días, se le ampollaron gravemente las manos.

En este momento, las palmas de sus manos estaban escocidas, las cuales se veían muy ásperas.

Ramon sintió había sufrido todos los dolores de su vida.

Su rostro era mucho más moreno, lo cual lo hizo envejecido mucho más que antes.

Albina miró su palma con frialdad, escuchando su jura.

—Albina, mientras nos salves, te juro que compensaré la desgracia de su padre y confesaré todas mis culpas a Dios.

Antes de que pudiera terminar las palabras, escuchó voz de risa.

Ramon levantó su cabeza, viendo que todo el mundo se estaba burlando con él.

Especialmente uno de los jóvenes guapos lo miró con odio en los ojos.

—¿De qué te ríes? Mi sobrina es rica y les pagará todas mis deudas. Ya puedo salir y no estoy obligado a trabajar aquí, ¿sí?

Mirando a Agustín y llorando muy fuerte, Ramon ya estaba loco.

Al principio, él y Alex todavía querían escapar, pero después de varios intentos y de ser tundidos muchas veces, ya estuvieron desesperados.

Mientras tuvieran la idea de huir, lo que les espera sería más trabajo duro.

Ramon y Alex pensaron poner fin a sus vidas, pero tenían miedo a la muerte. Por eso, tenían que persistir hasta que se pagaran todas sus deudas.

La llegada de Albina sorprendió a Ramon y le dio una esperanza infinita.

No sabía por qué Albina vino aquí, pero mientras pudiera persuadirla para que le echara una mano y los sacara, Ramon haría lo que Albina quisiera.

Ramon ya no podía quedarse en este infierno.

—Albina, por favor, sálvanos. Si lo haces, te haré todo lo que quieras. ¿Qué te parece me arrodille frente a la tumba de tu padre por el resto de mi vida? Confesaré mi culpa todos los días. Si no está satisfecha, también puedes enviar nos a prisión.

Incluso en prisión no trabajaría todos los días como lo había hecho.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega