La venganza de mi mujer ciega romance Capítulo 202

—No digas tonterías —Kevin dio un paso adelante y agarró el cuello de Ramon, mirándolo ferozmente.

Ramon se burló y se volvió para mirar a Albina:

—No estoy mintiendo. Queríamos usarlo como la última arma contra ti.

Inesperadamente, Albina fue mucho más despiadada de lo que pensaban, y su ataque fue tan inmediata que no les dio la oportunidad de reaccionar.

—Albina, no eres de los miembros de nuestra familia. Eres una huérfana criada por mi estúpido hermano. Aunque te veía como su hija propia, no tienes derecho de heredar su propiedad.

Ramon la miró con enojo:

—Somos las únicas familiares con tu padre. Tú y tu madre no sois los Espinas, y la propiedad solo puede ser nuestra. Solo nosotros tenemos derecho a recuperar su propiedad, ya que el dinero con el que comenzó su negocio era de nuestra familia, de mi madre.

Al ver lo obsesionado y loco que él era, Albina contuvo sus emociones, corrió hacia él y lo abofeteó con fuerza.

—Creo que estás loco. Mis padres han trabajado muy duro para ganar este dinero, que no tiene nada contigo. Dices que fue mi abuela que financió a mi papá para que comenzara su negocio, pero a mi abuela nunca le ha gustado mi padre, ¿cómo es posible que ella le diera dinero? Solo estás poniendo excusas por su incompetencia y codicia.

Albina miró a Ramon con los ojos rojos, recordando las sonrisas de su padre y su madre:

—¡Mataste a tu propio hermano! ¿Cómo puedes dormir en paz durante estos años?

Ramon se sorprendió por un momento y luego se echó a reír:

—No solo duerme profundamente, sino que toda mi vida se apoya en el dinero de tus padres. Como vivo en la casa que me compraron, me sentí muy cómodo.

Sabía que era imposible que lo rescataran, por lo que solo quería desahogar su ira con Albina y dijo palabras insoportables.

—¿Quién sabe cómo persuadiste a Agustín para que te ayudara? Si mi hermano, que murió trágicamente, lo supiera, saltaría de su ataúd. Ah, olvidé que murió completamente, jaja...

Cuando estaba riendo, Albina lo abofeteó con fuerza.

Sus ojos estaban rojos y estaba completamente irritada por las palabras de Ramon. Seguía golpeándolo con una bofetada tras otra, como para hincharle la boca, evitando que dijera palabras tan desagradables.

Ramon fue agarrado por las personas detrás de él. Albina lo golpeó tantas veces que su viejo rostro estaba rojo e hinchado.

Cuando Albina se puso de pie jadeando pesadamente, nadie se atrevió a hacer un sonido.

Mirando a Albina así, Kevin negó con la cabeza.

Sabían que los padres de Albina eran lo más sensible e intocable en su corazón, por eso no le extrañaba que Albina golpeara así a Ramon.

Albina se levantó y miró fríamente a los dos. Ramon levantó su cabeza con dificultad, como si intentase regañarla.

Asustado por esa escena, Alex no se atrevía a levantar la cabeza, temiéndose que fuera el próximo objetivo de Albina. A diferencia de su padre imprudente, él sabía la importancia de rendirse a los fuertes.

—Llévalos de vuelta al trabajo. Son tan enérgicos que no tienen que cenar esta noche. No desperdiciemos comida.

Después de hablar esto, Albina se fue sin mirarlos.

Cuando Agustín la vio irse, le señalo al responsable de la mina. Entendiendo qué quería Agustín, él asintió y pidió que trajeran a Ramon y Alex y los vigilaran bien.

Siendo escoltado, Ramon le gritó a Albina con todas sus fuerzas:

—Albina, eres un desastre para tus padres. Me temo que Umberto también sea la próxima víctima.

Cuando el responsable escuchó esto, le pidió a la gente que se cubriera la boca y lo alejara.

Albina caminó al frente con una expresión tensa. Escuchando el gemido de Ramon, irguió su espalda.

Kevin la miró con preocupación:

—No escuches sus tonterías. Tú debes ser la hija del Señor Espina. Solo quiere perturbar tus pensamientos. Mira, te pareces mucho a tu padre...

—Kevin —Albina se volvió para mirarlo con una expresión complicada—. No recuerdo qué sucedió antes de tener tres años.

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