Atónita por un momento, Albina presentó una sonrisa rígida como si fuera una marioneta, y respondió:
—Les deseo felicidad.
Nunca quería decir eso, «¿cómo podría una persona viciosa como Yolanda merecer felicidad? ¡No puede ser!»
Umberto no se atrevió a mirarle los ojos, aunque sabía que era ciega.
El personal del ayuntamiento escuchó la conversación entre los dos y miró a la niña ciega frente a ellos. Al darse cuenta de que sus dedos en su regazo temblaban incontrolablemente, no sabían qué decir para consolarla.
Pero aún ella intentaba presentarse en calma como si no hubiera pasado nada.
Después de salir del ayuntamiento, Umberto propuso enviar a Albina de regreso, pero se negó,
—Como estamos divorciados, no puedo molestarte más. Hoy es el última día en que estamos juntos, Señor.
Después de poner fin a sus palabras, dio media vuelta y se fue sin volver a mirarlo.
Umberto se paró en la puerta, observándola alejarse lentamente con su bastón, como si realmente quisiera dejar su mundo por completo. En ese momento, le dolió el corazón de repente.
Albina fue directamente al cementerio, se arrodilló ante la lápida de su madre y le mostró su certificado de divorcio,
—Mamá, estoy divorciada de Umberto ya. No me convertí en su amante. Era su esposa, pero desafortunadamente él no me ama.
Cuando terminó de hablar, empezaron a caer los copos de nieve, como si su madre le estuviera respondiendo.
Tocando la lápida fría, Albina lloraba tristemente,
—Mamá, debes sentirte muy fría debajo de la tierra.
Cuando Miguel la encontró, descubrió que todo su cuerpo estaba frío y congelado. Si no estuviera respirando débilmente, casi pensó que había encontrado un cadáver.
—No tengas miedo, Albina, te llevaré a casa —él estaba muy inquieto.
—¡Debo vengarme! No dejaré a Yolanda vencerme, ¡la puta asesina!
***
Pasaron tres días en un instante. Llegó el día en que Umberto y Yolanda se comprometieron.
Las familias de los novios estaban muy satisfechas con el matrimonio, por eso Albina avisó a cada persona con la que pudo comunicar.
Aunque no podía ver nada, escucharon claramente los nombres de su ex marido y de su amante.
Cuando se casó con Umberto, nadie más que unas pocas personas lo sabían, pero ahora todo el mundo eran consciente de que iban a comprometerse.
Albina fue al cementerio ara que nadie la molestara. Cuando entró, alguien corrió repentinamente hacia ella y le tapó la boca y la nariz.
El gas tóxico se vertió en su nariz y Albina se desmayó.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega
que pasa con el final de esta novela solo llega hasta 577 ?...