—Ayer me comprometí con Umberto. Si lo revisaras, encontrarías la noticia de mi boda. A la familia de Umberto le gusto mucho. Sus padres también me tratan como a su propia hija. ¡Si me matas, Umberto definitivamente tendrá 10,000 formas de dejarte morir en silencio en prisión! —Albina continuó.
Alex estaba respirando aceleradamente, y se podía ver el blanqueamiento de los huesos en sus dedos debido a su fuerza.
Mirando los cambios de sus expresiones, Albina continuó persuadiéndole con palabras.
—Aunque a no tenías libertad cuando trabajas en la mina, al menos no habías pasado hambre. Mientras trabajaras duro, nadie pelearía contigo. Pero si te encarcelan, te esperarán muchas personas viciosas. Además, Umberto no te soltará. ¿Te imaginas qué es lo que te pasará? Tu comida y tus necesidades diarias serán robadas por otros y te golpearán a menudo, pero lo peor es que algunos prisioneros pueden tener algunos gustos especiales en la cárcel...
—¡Cállate!
La cara de Alex estaba llena de ferocidad. La descripción de Albina era tan detallada que él parecía haber visto la terrible imagen.
Albina estuvo en silencio por un momento. Cuando sintió que él estaba respirando más lento, continuó hablando.
—Puedo darte una oportunidad. Suéltame para que llame a Umberto. Si lo haces, Umberto te dará suficiente dinero para que vayas al extranjero. Después de eso, nadie te perseguirá.
Alex parecía estar convencido por sus palabras, pero pronto volvió a la normalidad.
Se rio y apretó la hoja con más fuerza.
—No me engañes. Esta vez no volveré a ser engañado. La última vez que me confundieron tus palabras y nuestra familia entró en tu trampa paso a paso. Esta vez no te creeré.
Albina apretó los labios y frunció el ceño. No esperaba que Alex se volviera más inteligente después de escapar de la mina, lo cual complicó las cosas.
—Pero... —Alex dijo de repente.
Los ojos de Albina se iluminaron. Ella pensó que todavía podía invertir la situación.
—Lo que acabas de decir tiene sentido. No vale la pena encarcelarme por matarte. Me esforcé por escapar de la mina. ¿Cómo podría estar dispuesto a ir a prisión? —Alex continuó.
Se rio, instando a Albina para que mirara a Miguel y sus compañeros que estaban corriendo hacia ellos.
—No me atrevo a meterme con Umberto para no caer en vuestra trampa. Pero tu amante también parece rico. Creo que puede darme lo que me va a dar Umberto.
Cuando Albina vio al ansioso Miguel, apretó los labios y los dedos.
Notando su apariencia, Alex se rio.
—Creí que amabas mucho a Umberto, pero parece que este hombre también te importa. ¿Has traicionado a Umberto? Si Umberto lo supiera, ¿habría roto contigo?
Albina lo miró con frialdad. Alex era muy asqueroso.
—¡Albina!
Miguel corrió desesperadamente dentro de los espectadores. Tan pronto como se acercó a ellos, Alex agarró mejor a Albina y le rugió a Miguel.
—Si te acercas más, ¡la mataré!
Miguel no se atrevió a moverse. Al ver las marcas de sangre en el cuello de Albina, sus ojos se obscurecieron.
Había estado protegiendo a Albina. Incluso cuando estaba muy emocionado, no se atrevía a hacerle daño. Pero este hombre sí lo hizo.
—¿Quién eres y por qué secuestraste a Albina?
La voz de Miguel sonaba frío. Alex lo miró con precaución y ferocidad.
—¿Quién soy yo? ¡Soy el primo de Albina, cuyo familia ha sido arruinada por ella!
Al escuchar esto, Albina quería darle una bofetada. ¿Cómo no puede estar avergonzado al decir esas palabras?
Miguel se enteró de la familia de Alex. Cuando miró a Alex, sus ojos mostraron sarcasmo.
—¡Así que tú eres Alex, el que manipuló el coche del padre de Albina!
Alex parecía avergonzado y enfadado. Miró ferozmente a Miguel y lo interrumpió.
—No hables tonterías. Esta vez no voy a hablarte de esas cosas.
Si Albina viviera, él moría. Con tanta gente alrededor, no podía escapar en absoluto.
Si no podía atrapar a Albina, tendrá que matarla. Porque no quería sufrir solo el dolor.
Levantando el cuchillo, Alex estaba mucho más cerca de Albina que de Miguel.
Los ojos de Miguel se enrojecieron y casi se agrietaron. Él gritó con voz ronca:
—¡Albina!
Albina casi podía oír el sonido del cuchillo atravesando el cielo. Esta vez no podría escapar.
Creyendo que su vida estaba a punto de terminar, no podía parar de pensar en Umberto, así que sus ojos se llenaron de lágrimas.
No se había vuelto a casar con Umberto ni le había dicho que lo quería mucho y aún no había sido la madre de su futuro hijo.
Todavía tenía muchas cosas que hacer. ¡No podía morir tan cobardemente en manos de la bestia de Alex!
El sonido del cuchillo perforando la carne era muy claro, pero Albina no podía sentir el dolor. Estaba sostenida en los brazos de alguien.
Apoyada en un ancho y ardiente pecho, el aliento de la nariz le resultaba familiar. Albina también podía escuchar los feroces latidos de su corazón.
Un par de fuertes y poderosos brazos la abrazaron con fuerza, apretando firmemente su cintura, como si hubiera recuperado un tesoro perdido.
—Afortunadamente llegué a tiempo.
Al escuchar la ronca voz de Umberto, Albina se quedó en blanco.
Sólo se escucharon los gritos de la multitud y de Alex, que estaba siendo controlado.
—¡Llama a una ambulancia! —Rubén gritó con pánico.
A Albina le dolió de repente el estómago, y luego se desmayó.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La venganza de mi mujer ciega
que pasa con el final de esta novela solo llega hasta 577 ?...