Cuando Zoe termina de arreglarse, se mira frente al espejo y queda impresionada de ella misma. Aunque la muerte de su abuelo ha sido reciente, su primo Carlo le dijo que no se dejara morir, que su abuelo no quería eso para ella y pues… sí tenía razón.
Si ella se dejaba hundir en la tristeza, solo iba menospreciar lo que sus padres y su abuelo le enseñaron desde pequeña. Además, el duelo lo llevaba dentro desde hace años, ahora podía hacer lo mismo, mantenerse firme por dentro aunque por dentro estuviera destrozada.
Se coloca unos aros de plata con una fina perla, se coloca la máscara y extiende los brazos para que las alas de su disfraz también lo hagan.
Sí, el disfraz que eligió es un ángel, su madre le decía que eso había sido ella desde que supo que estaba embarazada. Es un vestido que se ajusta a sus curvas con delicadeza, de manga corta y escote reina Anna, las alas son de plumas suaves y blancas, con toques plateados en las orillas, dándole un aura especial a la luz de la habitación.
Toma su pequeña cartera a juego y sale de allí con toda la intención de dejar a su esposo con la boca abierta, pero en realidad a quien deja por completo cautivado es a Sanders.
—¿Y mi esposo? —pregunta ella mirando a todos lados.
—El señor dijo que iría a la fiesta desde la oficina, señora —le responde él, sin poder creer lo que ve delante de sus ojos.
—En ese caso, vámonos.
Se levanta un poco el vestido, para no tropezar y Sanders la ofrece el brazo para que ella se sostenga, oferta que Zoe acepta de inmediato, porque los tacones de trece centímetros no son su especialidad.
Para Sanders salir con ella es un privilegio y no entiende que Daryl no sea capaz de darse cuenta de la increíble mujer que tiene a su lado.
Una vez que se sube al auto, llama a su primo Carlo, porque definitivamente no quiere entrar sola. Él le responde y le dice que la estará esperando en la entrada del lugar.
La fiesta se ha organizado en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, nada más llegar, Zoe se da cuenta que Anabet no se ha medido en nada para festejar su cumpleaños.
—¿Cuándo cumple años, señora? —le pregunta Sanders y ella le responde con una sonrisa.
—El dieciséis de octubre.
—En poco más de un mes… —le responde él y ella asiente—. ¿Hará algo similar?
—¡Por dios, no! Jamás celebré mi cumpleaños de esa manera y no lo haré ahora.
Pero lo cierto era que, aunque ella quisiera hacer algo para ese día, lo más probable es que Daryl no se lo permita.
Al llegar al lugar, Sanders la ayuda a bajarse y Carlo se aparece frente a ella aplaudiendo, con la boca abierta y luego abrazando a su prima. Le da una vuelta con cuidado, mientras que Zoe ríe fascinada.
—No lo puedo creer… —le hace un gesto de agradecimiento a Sanders y le ofrece el brazo, que ella acepta gustosa—. Ahora sí vas a dejar a unos cuantos con la boca abierta.
—No me interesa, soy una mujer casada ahora, así que esas cosas no me son de cuidado.
—¿Y qué te dijo tu esposo?
—No me ha visto aún…
Y justo en ese momento, un auto negro se estaciona en la entrada, desde donde Daryl se baja, Zoe se hace la desentendida, como si no lo hubiese visto llegar y saluda a una pareja de inversionistas de la empresa, que le dice lo maravillosa que se ve.
Carlo la invita a entrar, pero un Daryl molesto los detiene.
—¿A dónde crees que vas con mi mujer?
Zoe lo observa y siente que se le seca la boca, va con un traje de tres piezas, muy parecido al de su boda, solo que una capa adorna el atuendo y va con una máscara que oculta casi todo su rostro.
Pero lo que deja a ambos sorprendidos es la manera de referirse a ella, tan posesivo y como si tuvieran una relación normal. Carlos se repone pronto y le responde con calma.
—A la fiesta, una dama como ella no puede llegar sola a un evento así, ¿no crees?
—Pues entrará conmigo… —va a tomarla de la mano, pero se detiene en el instante que oye su nombre.
—¡Daryl! —la voz chillona de Anabet se oye tras ellos, acaba de llegar en un vestido negro, con una máscara roja y un escote de espanto—. ¿Vas a entrar conmigo a la fiesta?
Zoe lo mira con una sonrisa apacible por un momento, porque sabe que ese ataque de posesividad de hace unos segundos acaba de ser para nada, para ella es obvio que entrará con Anabet.
Puede ver la lucha en sus ojos, pero decide solucionarle el problema, solo para que vea la oportunidad que se perdió.
—Vamos Carlo, creo que el espectáculo de celos se terminó.
—¿No me vas a saludar, primita? —le dice ella colgándose del brazo de Daryl, con una expresión inocente.
—Feliz cumpleaños —es todo lo que sale de su boca y continúan caminando al interior.
Da un par de pasos y puede sentir la risita de Anabet, evita girarse, porque seguramente la escena no le dejará un buen recuerdo.
Mientras que Daryl no puede creer lo que acaba de pasarle, ¿en verdad quería entrar con su esposa?
La respuesta es sí, pero solo para recordarles a los presentes que ella no está disponible.
Anabet ve a una amiga, se disculpa con Daryl y se va con ella para hablar, mientras él se queda observando por donde Zoe se ha marchado y decide seguirla. La ve hablar con un hombre mayor, que mueve las manos, ella asiente de vez en cuando y luego le sonríe.
Pero lo que lo enloquece es ver aparecer a uno más joven, que la saluda con un beso en la mejilla y la invita a irse por un pasillo.
Lo que él no sabe, es que el anciano le presentó un plan de negocios bastante atractivo a Zoe y, si bien ella no está en la empresa, nada le prohíbe hacer los nexos para que Carlo cierre los tratos. Después de todo, ella quiere que la empresa prospere, aunque ya no esté allí.
El hombre le presenta a su nieto, diciéndole que nunca dijo amiga, sino amigo. Aunque tampoco tiene amigos, no quiso desairar al hombre con aquella aclaración.
El chico le dice que tiene la propuesta en la habitación del hotel en donde se está hospedando, porque solo están de paso por la ciudad por asuntos de negocios y aprovecharon de quedarse a la fiesta de su prima.
La invita a revisarla y a llamar a Carlo si es de su agrado, por lo que acepta de buena gana y lo acompaña.
Daryl logra ver que suben en el ascensor, se fija en el piso que se detiene y espera el siguiente, para ir en busca de su esposa. Una vez a adentro, siente que la sangre le hierve de la rabia y los celos que lo atacan.
—Es una descarada, ¡se fue con su amante en mi propia cara!
Zoe se siente animada con el hombre, porque la propuesta que le está presentando es maravillosa, las opciones de inversión en otro país siempre son atractivas, en especial si le presentan más los riesgos que los beneficios, porque eso quiere decir que la relación comercial se puede basar en la confianza.
Por eso, mientras camina por ese pasillo, no se puede ni imaginar que es una trampa.
El hombre abre la puerta, la deja entrar primero y ella se da cuenta que hay una botella de champán, además de algunas velas. Siente una sensación extraña, pero la deja pasar para recibir los documentos que el hombre le entrega.
Zoe comienza a revisarlo, pero él le dice llamando su atención.
—¿Qué le parece si mañana nos reunimos con su primo y revisamos esto con más calma?
En ese preciso momento, Daryl está a punto de llegar.
Espera a que las puertas se abran en el piso en donde supone que bajaron, el asunto ahora es buscar en cada habitación hasta hallarlos. Comienza a recorrer el pasillo, llamando a cada puerta, pero no necesita buscar más, porque oye la voz de Zoe en una habitación en donde la puerta ha quedado mal cerrada.
—Me parece perfecto… —le dice Zoe al hombre en respuesta a su propuesta, pero es interrumpida por un beso de este en el instante en que Daryl abre la puerta.
Ella lucha para separarse de él, pero el hombre la tiene pegada a su cuerpo. Daryl siente que la sangre le hierve, entra al lugar, se va directo hacia ellos y hala a Zoe con fuerza.
—¡¿Qué significa esto?!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Verdadera Novia del CEO
Buenos días:cómo está? cuando sube más capítulos, gracias...