Cuando las puertas se cierran, Zoe se abraza el cuerpo, sus rodillas flaquean, pero se sostiene para no caer. Que la vean salir de allí digna, entera… al menos un poco.
En cuanto las puertas se abren, ella camina erguida hasta la salida, el chofer que reconoce trabaja para Daryl le abre la puerta y ella se sube sin decir una palabra, se ajusta el cinturón de seguridad y ya que el auto no avanza, seguramente su infiel esposo debe venir en camino.
Minutos después la puerta se abre y la voz grave de Daryl ordena que los lleven a la mansión de los Marchetti, lo escucha suspirar con cansancio, pero lo cierto es que ella está más cansada aun.
Abre los ojos cuando calcula que podrían estar llegando y no se equivoca, se mira las manos, el vestido y las lágrimas amenazan con caer, pero respira profundo porque necesita pedirle algo y tiene que hacerlo con delicadeza o llevará ese vestido por el resto de su vida.
—Eh… quería preguntarte —dice con duda—. ¿Podría ir a la casa de mi abuelo, para buscar mis cosas?
—Pensé que me pedirías explicaciones sobre lo que acabas de ver —responde él en ese tono desagradable que le dedica solo a ella.
—¿Para qué? No creas que me voy a humillar más de lo que tú y esa… no voy a pelear por algo que no es mío.
—Eres increíble, arruinaste mi relación y ahora actúas como si fueras una víctima.
—Puedes creer lo que quieras, pero menos que yo te arruiné la relación, porque es obvio que no lo hice… de otra manera no habrías pasado la noche con la mujer que estaba llorando en la iglesia mientras te casabas con su prima.
Daryl la fulmina con la mirada, quiere ahorcarla, porque no puede entender que ella no quiera pelear con él por pasar la noche de bodas con otra mujer.
En cambio ella, quiere pelear, protestar, pero lo cierto es que está cansada, así que solo mira por la ventana otra vez. ¿Por qué le molesta que ella no se preocupe con quién pasa la noche? Para ella podría irse con quien quiera, al final, ella solo es un escándalo silenciado con un buen apellido, nada más que eso.
Cuando entran a la propiedad, luce muy diferente a como se veía el día anterior, el auto se detiene, ella se baja y camina al interior, Daryl se queda atrás porque ha recibido una llamada.
La ve caminar, aunque su semblante está algo demacrado, se nota que su espíritu no se ha quebrantado. Aprieta las manos, no sabe si por la rabia de verla así, que no le afecte que pasara la noche de bodas con otra mujer, o porque es más fuerte de lo que creyó.
Osvaldo se acerca para recibirla, la mira con el ceño fruncido pero no hace las preguntas que se le vienen a la mente.
—Tus cosas están en tu habitación —le dice Daryl con molestia y ella solo entra sin mirarlo un segundo.
Una de las chicas del servicio la acompaña y Osvaldo se queda mirando aquella escena que no es capaz de entender.
—¿Me vas a decir qué pasó?
—Nada que importe, padre. Anoche la mujer que elegiste para mí se peleó como una callejera con la mujer que amo, la misma con quien pasé mi noche de bodas.
—¿Qué quieres decir? —le pregunta molesto Osvaldo.
—¿Acaso esperabas que pasara la noche con Zoe? ¡No la amo! —su teléfono suena y responde antes que su padre empiece a darle el sermón que se merece. Su semblante cambia y se mete a la casa bastante molesto—. No, ahora mismo salgo para allá, manda a que los saquen a todos de la obra, para que los ingenieros puedan evaluar la situación.
Cuelga y se queda parado al ver la expresión de su padre. Camina hacia las escaleras, pero el hombre lo detiene.
—¿Me puedes explicar a qué te refieres con eso de que pasaste la noche con tu amante?
—No es mi amante, es al mujer que en verdad amo.
—¡Te das cuenta que te casaste con esa chica para evitar un escándalo! ¡Para callar a la prensa! Pero no, el joven herido se va con su amante… ¿te has preguntado qué clase de mujer acepta ser la amante de un hombre?
—Una que está enamorada.
—No, una que quiere algo más allá del amor —Osvaldo toma del brazo a su hijo cuando lo ve avanzar—. Anabet no debió hacer lo que hizo, si tuviera dignidad y respetara lo que pasó entre los dos, no se habría acostado con un hombre casado.
—No te atrevas a dejarla a ella como una cualquiera, porque los dos sabemos quién es la loca en todo esto.
—Pues por lo poco que estoy viendo, no es tan así…
—Eso sería imposible… tú ve a lo tuyo y yo me quedo en lo mío, querido esposo… además, dudo que a tu amante le haga gracia que vayamos a París de luna de miel…
—¿Quién te dijo que iré a París?
—Sé muchas cosas de ti, tuve una semana para prepararme para mi infierno —deja caer el vestido y así, con aquella lencería trata de intimidar al hombre frente a ella—. Pero tú no sabes nada de mí, solo aquello que otros te han dicho y te puedo asegurar que está muy lejos de la verdad.
Camina al baño con toda la actitud de una ejecutiva, se encierra allí y Daryl se queda mirando aquella puerta como su acabara de entrar su peor tormento.
—Di lo que quieras, pero no va a quedar nada de ti, te lo puedo asegurar, Zoe… Marchetti.
Cuando la mujer sale, va envuelta con una bata y una toalla le cubre el cabello castaño. Se mete al vestidor sin mirar a Daryl ni un segundo, quien da un fuerte portazo al entrar al baño.
Para cuando él sale, Zoe no está por ninguna parte, así que busca una maleta, mete algunas cosas y sale de allí, ordenando que lo espere el auto.
Al salir de la casa, se encuentra a Zoe disfrutando del jardín, admirando los árboles frutales y algunas de las flores. De pronto, ella se detiene frente a las orquídeas, baja la mirada a su muñeca derecha, la toca como su allí hubiese algo y luego se limpia una lágrima.
Daryl retira la mirada y sigue hasta el auto, porque todo en ella le molesta, la manera de hacerse la víctima, de desafiarlo, de hablar mal de Anabet… la odia por todo lo que ella significa. Se va enseguida hasta el aeropuerto, así pone distancia entre él y todas esas cosas que lo tienen mal.
Zoe lo ve salir de la propiedad, se fija en que nadie la mire y camina hasta ese lugar secreto, uno que nadie debe conocer más que ella y tal vez Daryl. piensa en todas esas cosas que se prometieron, las que fueron y que pudieron ser. Camina de regreso a la casa y se va directo a su habitación, la que deberá compartir con su esposo.
De pronto, su teléfono comienza a sonar, mira la pantalla y ve que es su secretaria. Contesta de inmediato pensando que puede ser una emergencia, porque se supone que ese día ella no iría a trabajar, y lo que oye a continuación la deja por completo perpleja.
—Señora Marchetti —dice la mujer algo titubeante—, debe venir a la empresa ahora mismo… tiene que hacer entrega de su cargo y sus acciones.
Zoe deja caer el teléfono, sin entender nada de lo que está pasando. Le cuesta respirar, siente que el mundo se hace pequeño a su alrededor y se deja caer abrazándose a sí misma. Todo por lo que ella luchó, para lo que se preparó, ahora le era arrebatado y no tenía idea por qué.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Verdadera Novia del CEO
Buenos días:cómo está? cuando sube más capítulos, gracias...