Saco el móvil del bolsillo para ponerlo en silencio. No quiero ni pensar que pueda ponerse a sonar.
Escucho ruidos que provienen de la cocina. Va andando por la casa como si estuviera borracho, chocando con todo y haciendo más ruido del necesario. Enciende la televisión y soltando un eructo, suena como cae en el sofá.
Llevo una hora metida en el armario, me duelen las piernas de estar tanto rato en la misma postura sin poder andar ni moverme y para colmo, mi estómago ruge tanto que temo que Toni lo escuche entre sus ronquidos.
Suena el timbre de la puerta. Cierro los ojos esperando que no sea algún amigo que ha venido a pasar la tarde.
-¡YA VAAA!-grita levantándose del sofá.
Ya no puedo oír nada más. Pego la oreja a la puerta para saber que está ocurriendo.
-Tío, te lo he dicho, aquí no hay nadie.- explica nervioso.
-Ella está aquí.
Esa voz que hace apenas unas horas había comenzado a odiar, se acaba de convertir en mi balsa en medio del océano. Ian ha venido a buscarme y no pienso desaprovechar la oportunidad.
Empujo con todas mis fuerzas las puertas hasta que se abren chocando contra la pared. Frente a mi están los dos, que se han quedado quietos al verme salir. Camino a paso ligero y me pego a él todo lo que puedo.
-¿Qué hacías aquí?.-pregunta Toni cabreado.
-Me olvidé esto.- le enseño las dos cajas que continúan pegadas a mi pecho.
-No vuelvas a venir por aquí. Lo que se te haya olvidado lo has perdido, por guarra.
Ian lo empuja para que retroceda un par de pasos. Tiro de su brazo para que nos vayamos. El lazo final sería que mi jefe se peleara con mi ex-novio y como ya no puede pedirme que me largue de su vida, posiblemente me despediría.
- Vámonos, por favor.
Ian sigue plantado donde está, mirando fijamente a Toni ¿Es esto el ojo de la tormenta? ¿La tranquilidad antes de que estalle lo peor?.
-Por favor.- vuelvo a tirar de su brazo con más fuerza.
Da media vuelta y con mi mano todavía entre las suyas, salimos de la casa. Bajo las escaleras atropellándome los pies. No aflojo el ritmo hasta que entro en el coche, apoyo la frente en el respaldo del conductor e intento calmar la respiración.
No puedo verlo, pero se que me observa en silencio, esperando que me calme para soltar algo hiriente.
Me incorporo, separo la caja de mi pecho que seguía fuertemente apretada. Desvío la mirada hacia los dedos que la sujetan, tienen un leve temblor que llama mi atención. Diez años al lado de alguien para que al final te provoque esto.
-¿Estás mejor?
-Gracias por venir.
No quiero tener ahora mismo ninguna conversación, no quiero ningún reproche ni que me recuerde lo estúpida que soy por volver aquí. Necesito asimilar todos los cambios que están apareciendo en mi vida.
-¿Por qué h....
-Ahora no.- corto tajantemente.
Apoyo la cabeza en la ventana durante todo el trayecto. Ian no ha vuelto a intentar hablar conmigo.
Cuando llegamos al garaje me bajo del coche, junto con ellos, que tampoco han dicho nada en todo el rato.
-Mañana me voy. Espero que no te importe que me quede hoy.- trago saliva intentando contener las lágrimas.
- No es necesario que sea tan precipitado.
- Es lo mejor para los dos. Siento todas las molestias que te he ocasionado.
Desvío la mirada de él. Esos ojos azules que por momentos creo que es capaz de leer mi alma, siempre me intimidarán. Vuelvo a mirarlo con los ojos anegados en lágrimas. Su expresión se vuelve triste. Se acerca a mi hasta que solo nos separan unos poco centímetros.
-Siento haberte hecho daño.
Es cierto que me ha dolido su desplante, pero ya sabía como era y aun así soñé despierta y me dediqué a engañarme con falsas ilusiones. Él solo ha sido como es siempre, no puedo culparlo por eso.
-Estoy un poco tristona pero no es por ti. No tienes que disculparte.
-Entonces ¿qué te pasa?-pregunta colocando sus manos en mis mejillas.
-No me apetece hablar.-contesto suspirando.-Tu debería entenderme mejor que nadie.
Me froto los ojos para que desaparezcan las lágrimas. No quiero que Ian me vea llorar. Conforme las voy quitando, van apareciendo más y siento que en cualquier momento puedo romperme. Me levanto, dejo de sentir el cálido contacto de sus dedos en mi cara. Le doy un beso en la mejilla.
-Buenas noches. Descansa.
El estar tanto tiempo con él ha hecho que aprenda a leer el algunos detalles que antes pasaban desapercibidos. Cuando le he dicho que no era por su culpa, su primera reacción ha sido arrugar un poco las cejas para al momento volver a su pose de estatua.
Me meto en la cama, busco algo de música en mi móvil y me acuesto haciéndome un ovillo.
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