LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 16

Fresas, chocolate y chantillí...

La semana pasa rápidamente y con ello aumenta mi estrés, a pesar de que Zeth me ayuda es mucho trabajo, la empresa está hecha un lio. El fin de semana llego, necesito relajarme, estoy muy estresada y cansada.

Estoy por entrar al juego del deseo. Toco su puerta con delicadeza, se abre la puerta pensando que me abrirá una de las chicas, pero esta vez es él.

— ¿Por qué tardaste, nena?

Su aroma invade mi espacio deleitándome con esa masculinidad que tiene siempre presente.

—Lo siento, había un poco de trabajo y tráfico —sin importarle, me sujeta de la cintura y de la nuca, pega sus labios con los míos recibiéndome con un apasionante beso.

— ¿Ya comiste? —pregunta después de darme otro corto beso.

—Aun no.

—Pediré la cena. Mientras ponte el traje rosa que está en tu habitación.

Asiento con la cabeza. Mientras él se dirige a la cocina, me meto al baño y me despojo de mi ropa de trabajo para cambiarla por la prenda rosa. Consiste en un sostén apretado que levantaba mis pechos por la presión, debajo de él deja caer una cortina de tela transparente del mismo color que llega por debajo de mi trasero haciendo que oculte un poco la tanga rosa que traigo puesta. Por último, me pongo un poco de loción de vainilla y salgo del baño.

Al entrar a la habitación me encuentro a Clark con la cena preparada; con él trajo en una bandeja, una botella de vino tinto, fresas enteras, un bolt lleno de chocolate derretido y chantillí en lata.

— ¿Estás lista?

En realidad, no estoy segura si lo estoy. Esa sonrisa que tiene me demuestra lo malvado que puede llegar a ser.

—Si.

Su sonrisa se ancha más al momento en que sus pupilas me analizan de arribar a abajo.

—El traje te queda perfecto —alaga.

—Me aprieta un poco el sostén.

—Lo compré una talla más pequeña que la tuya, justo para que alzará más tus hermosos pechos… Vamos a comer.

Me agarra de la mano al igual que agarra la charola con los frutos. Nos adentramos al guardarropa y nos dirigimos a la habitación roja de siempre. Me da la orden de sentarme en la cama, al parecer no utilizaremos algo nuevo. Sirve el vino en las copas de cristal, me entrega una copa y la otra se la queda él, se sienta a un lado de mí y chocamos las copas.

—Brindamos por ti —dice.

— ¿Por mí?

—Sí.

— ¿Por qué? —sonrío.

—Por qué eres tú —no comprendo su respuesta.

Solo le sigo el juego. Chocamos de nuevo las copas y bebemos del líquido tinto.

—Ahora brindamos por mí.

Bebemos de nuevo el vino y chocamos otra vez las copas.

—Esta es por nosotros.

Bebo todo el contenido de mi copa, antes tragar el vino Clark se acerca a mis labios y los abre para beber un poco del vino de mi boca.

—Sabe delicioso proveniente de ti —susurra en mis labios.

Me paso el vino restante, Clark me da el resto de su copa para hacer lo mismo, beberlo directo de mi boca.

—Es el mejor vino que he probado —me alaga.

Me quita la copa, las deja en la charola y de regreso trae las fresas y el chantillí.

—Ahora vamos a disfrutar el postre.

Agarra una fresa y la pone en mis labios para que la muerda, la muerdo disfrutando del dulce jugo de la fruta y después él se come el restante.

— ¿Están ricas? —pregunta.

—Están dulces, muy deliciosas.

Agarra otra fresa y la pone en mis labios, la muerdo y mastico, antes de pasar bocado se acerca y conecta nuestros labios haciendo un beso intenso. Nos separamos por falta aire y también porque la fresa masticada se cayó de mi boca por los movimientos de nuestros labios.

—Acuéstate —ordena.

Hago lo que Clark pide, me acuesto en la cama sobre las suaves y rojizas sanabas de seda pura. Se acerca a mí y pone otra fresa en mis labios y me indica que la deje en su lugar. Agarra la lata de chantillí y presiona un poco para poner un poco arriba de la fresa.

—Amo, te necesito —digo coqueta.

—Eres mi nena.

Me besa. Se sienta en la cama, me sujeta de la cintura y me coloca sobre sus piernas, aprovecho para enrollar mis piernas en su cintura y se levanta llevándonos al grande sillón de piel.

—Vamos a utilizar mi favorito —comenta.

Se sienta en el sillón, me acomodo en su hombría para penetrarme. Comienzo a brincar para darnos placer, nuestros gemidos se mezclan en el ambiente al igual que el sonido de nuestras pieles chocando; me complazco viendo como su miembro entra con facilidad por la lubricación, sus manos se aferran a mi cintura bajándola con brusquedad.

Cambiamos de posición, vamos al respaldo del sillón, me sienta arriba del respaldo, abre mis piernas, sin perder tiempo me penetra y me embiste con profundidad mientras mi peso cae en mis manos. Los pechos me rebotan por cada estocada, nuestros fluidos se mezclan; es tan placentero que llevo mi cabeza hacia atrás disfrutando del momento.

Cansado me baja del respaldo y se sienta de nuevo; me subo en él, pero dándole la espalda, bajo las caderas y me auto penetro disfrutando tenerlo adentro. Subo y bajo, al bajar agito las caderas se queja y me da una cachetada en el muslo dejando la marca de su mano.

Comienzo a sentir la acumulación en mi vientre, las piernas se me debilitan él lo nota y me levanta, me inca en el asiento y se pone detrás de mí, introduce su miembro, se aferra a mis caderas y empuja con profundidad. La garganta se me seca, me aferro a la piel del sillón, agarra mi cabello y jala de él.

—Nena ¡Ah! ~

Sin contenerse gruñe desgarrándose la garganta y al oírlo me dejo liberar, gimo tan alto que se me acaba la voz. Siento el líquido caliente adentrándose en mi interior; saca su miembro y me dejo caer en el sillón.

Agotados de tantas posiciones, nos metimos a bañar para quitar lo pegajoso del dulce. Puesta mi pijama camino para salir de su habitación para ir a la mía, pero su voz me detiene.

— ¿A dónde vas?

—A dormir —digo con obviedad.

—Hoy dormirás conmigo.

Me agarra de la mano y me hace acostarme, después él se acuesta del lado contrario. Estoy confusa, no pienso más en el asunto y me doy la vuelta dándole la espalda. Esto de dormir con él es nuevo para mí.

—Quiero dormir contigo no para que des la espalda —se queja.

Giro mi cuerpo para verlo cara a cara; de cierta manera me intimida, se acomoda de la misma manera que yo.

—Descansa, nena —besa mi frente y cierra los ojos privándome ver sus lujurioso ojos grises.

Me le quede viendo por un momento; no puedo creer lo que pasó, pienso que le hizo daño comer mucho dulce, otra vez está siendo diferente conmigo.

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