Al abrir los ojos parpadeo un poco para acostumbrarme a la luz del sol, la necesidad de ir al baño me hace levantar de la cómoda y caliente cama, el cansancio desapareció por completo. De regreso a la cama Jaxon me saluda con una sonrisa mostrándome sus perfectos dientes aperlados, de la misma manera le sonrió. Regreso a mi habitación y ahí me doy una ducha, luego bajamos y desayunamos tranquilamente.
Después de comer Jaxon me invita a ver una película, pensé que íbamos a salir al cine, me emocioné un poco porque tendríamos una cita, pero no fue así. Jaxon me lleva al fondo de su casa, siguiendo los pasillos llegamos un portón grande de color blanco con pequeños detalles dorados. Inserta la clave y en seguida se abren las puertas dejándome ver una grandiosa sala con asientos de terciopelo color rojo con toques dorados y enfrente una gran pantalla como las de los cines, es como un pequeño teatro, pero en vez de escenario hay una pantalla. Me sorprende que Jaxon tenga su propio cine en su casa, no me imaginé que un cine pueda estar dentro de una casa.
Entramos agarrados de la mano, me lleva al centro de los asientos, me permite el paso y sin dudarlo tomo asiento en una de las bancas. La pantalla se prende, las jóvenes empleadas llegan con palomitas y refresco en una bandeja de plata, nos dejan los snacks y se retiran. De repente la pantalla se prende e inicia una película de anteaños.
Jaxon ve la película con completa atención mientras yo me le quedo viendo. No entiendo su actitud, me asombra que Jaxon no ha mostrado arrogante este fin de semana. Se percata que lo observo, deja de poner atención a la pantalla y me mira.
— ¿Sucede algo? —reacciono y dejo de ver su rostro para verlo directamente a los ojos.
— ¿Mmmm? —pregunto confundida, no le puse atención a lo que dijo.
— ¿Qué tienes?
—Nada, solo yo... me distraje un momento.
—No te invite para que no veas la película.
«Ya se estaba tardando», sale a flote su arrogancia.
—No me gustan este tipo de películas —digo con molestia.
—Si no te gusta te puedes ir.
—Ok, me iré a descansar —detesto cuando se pone de mal humor.
Me levanto del sillón y salgo de la sala. Camino por el mismo pasillo por el que me trajo, de tanto tiempo de estar en su casa ya logro reconocer los pasillos. Llego hasta su habitación para tomar mi teléfono, en seguida me aviento a la cama haciendo que la camisa que traigo puesta se levante un poco de la parte de mis glúteos dejándolos ver junto a unas bragas de color rojo que me compró el arrogante.
No sé qué hacer hasta que la película termine y Jaxon regrese. Decido no perder el tiempo y llamo a mi padre.
—Hola, mi florecita —escucho su vieja voz del otro lado de la línea.
—Hola papá, ¿Cómo estás? —le contesto alegre, me pone de buen humor escuchar su voz. Es mi adoración.
—Bien hija, ¿y tú?
—Bien, el trabajo va normal, aunque en estos días es pesado, como ya te dije la pasarela se acerca.
—Me da gusto escuchar que estas bien.
— ¿Y tú?, ¿Cómo va el trabajo?
—Todo bien. No me quejo.
— ¿En serio? Te noto algo decaído.
Ahora que le presto atención a su voz se nota algo cansada, apagada.
—No hija, estoy bien. Son supersticiones tuyas.
—Ok —no me convence su respuesta.
—Hija me tengo que ir, tengo que seguir con el trabajo.
Antes de terminar la llamada un palmazo en mi trasero me hace gritar, el grito alarma a mi padre. Me volteo a ver quién me la proporcionó, aunque ya sé quién es. Giro mi rostro y lo veo detrás de mí mordiéndose el labio, pensé que tardaría más tiempo.
Estoy por reclamarle, pero mi padre me llama la atención.
— ¿Hija que fue eso? ¿Estás bien?
— ¿Ah? Sí, estoy bien.
Mi padre sigue hablando, pero no logro entender lo que dice, Clark se posa arriba de mí y pega su miembro en mis glúteos, sus manos las recarga a cada lado y comienza a besar mi espalda. Está seduciéndome, eso me complica hablar con mi padre.
—Florecita, te estoy hablando —mi padre eleva la voz.
Estaba por contestarle, pero Clark me da otra nalgada, se acerca al celular justo en mi oído y susurra.
—Señor Hoffman, su hija coge como una diosa.
Al escuchar tales palabras empujo a Clark y le hablo a mi padre.
—Papá te llamo después.
No lo dejo terminar y cuelgo la llamada. Dejo mi teléfono en la cama y con coraje le reclamo.
— ¿Cómo te atreves?
— ¿Qué? ¿No puedo tocar lo que es mío? —se hace como el que no ha hecho nada.
—No es eso. ¿Por qué le dijiste eso a mi padre? —pongo en claro el tema.
—Tenía que elogiarlo. Tengo que reconocerlo por tener una sexy, caliente, seductora, hermosa y perfecta hija.
Su alago me ruboriza y me gusta que el coraje se me pasa y ya no sé qué decirle.
—No vuelvas a hacer eso, no con mi padre o él interpretará mal las cosas y me interrogará. Hasta podría venir a Alemania solo para conocer al hombre que me anda merodeando.
—No importa, estaré dispuesto a hablar con tu padre.
—No quiero que mi padre se enteré de ti.
— ¿Por qué no?
Mi respuesta le hace cambiar de humor, su voz suena con disgusto.
—Mi padre es muy serio respecto a mis relaciones de noviazgo e incluso a mi edad haría cualquier cosa por casarme... Tú y yo no somos nada y no pasara nada más; es mejor que te mantengas alejado de mi vida privada y yo de la tuya.
La conversación se queda en silencio, el ambiente se tensa, mis palabras lo dejan callado y pensativo. La situación me incomoda un poco, así que decido preguntarle acerca de la película.
—Y la película, ¿Termino rápido?
—No —contesta sin humor, algo le disgusta.
—¿Por qué regresaste tan rápido?
—Porque dije que quería ver una película contigo, te fuiste y no tengo nada que ver.
— ¿Te gusta, amo? —susurro en sus labios.
Eso lo hace sonreír, continúa acariciando mi mejilla y me besa de nuevo.
—Me encantas, nena.
Deposito un pequeño beso en sus labios, admiro unos segundos su rostro. Me cautivo por esos ojos grisáceos, de cerca se ven profundos, pero las largas y risadas pestañas le dan un toque sexy y cautivador. Satisfecha por observarlo me siento sobre mis piernas y bajo mi cabeza a su miembro, abro la boca y lo introduzco hasta mi garganta.
—Nena ~ —exclama excitado.
Lo saco y de nuevo lo introduzco hasta mi garganta, lo saco y me dedico a chupar la cabeza roja; desde mi posición puedo ver como su abdomen se contrae. Con venganza chupo su glande y succiono haciendo un pop al soltarlo, eso lo hace gemir con más fuerza. Lo hago de nuevo hasta que los labios se me cansan. Veo su pecho subir y bajar con rapidez, sus piernas se contraen y sin contenerse el semen sale disparado, solo bebo un poco de ello, lo demás dejo que salga y ensucie mis pechos.
Me levanto y le doy la espalda, él no tarda en golpear mi trasero, me agarra de la cintura y me sienta en sus piernas, sus labios recorren mi espalda baja mientras sus manos acarician mis pechos. Con iniciativa agarro su miembro y lo coloco en mi entraba; bajo deslizándolo en mi interior hasta meterlo por completo, ambos suspiramos por la sensación; recargo mi espalda en su pecho y comienzo a moverme.
Las penetraciones se vuelven intensas por el agarre a mis caderas, se crean sonidos obscenos por el choque de mis glúteos en sus piernas. El brincoteó es constante hasta alcanzar el máximo placer. Rendidos por tanta acción nos dejamos caer por el agotamiento.
—Nena, eres increíble —me alaga.
— ¿En serio? — me sorprende su comentario.
—Sí, ¿Cómo sabes tanto?
—Bueno…
—No digas nada, eso no importa —me interrumpe.
Recuerdo a mis ex parejas, es lógico, tuve relaciones con ellos en ese tiempo, pero nunca llegué hacer cosas morbosas cómo lo hago con él, todo fue simple, penetración, movimiento de cadera por parte del hombre y yo abajo, siempre fue monótono. Pero cuando llego Jaxon a mi vida eso cambio por completo, me di cuenta que eran unos inexpertos.
—Con mis ex novios solo fue sexo común. Comparado a lo que tú me haces sentir, es una miseria lo que ellos me hicieron sentir —confieso.
— ¿Entonces cómo sabes?
—Al empezar la universidad tenía una amiga morbosa que me recomendaba leer libros o ver películas, aunque al principio me disgusto, con él tiempo me acostumbre. Siempre fue teórico nunca lo puse aprueba. Ahora lo aprendido lo hago contigo, y sí, también vi un poco de porno.
Se ríe por mi declaración creando un ambiente de confianza. Me daba pena hablar de estos temas con otras personas, pero con Clark no, me da esa confianza de ser yo, gracias a él he medido mi grado de satisfacción.
— ¿A mi nena le gusta ver porno? —ahora su tono de voz es seductor.
—Sí, pero gusta más si lo practico contigo.
Gracias a su confianza tomo la iniciativa de ponerme arriba de él aplastando su miembro en su abdomen con mi vagina. Comienzo a moverme para prepararnos, lo quiero excitar.
—Nena! ~
— ¿Sí? —muerdo mi labio para verme más sensual.
El ambiente cambia drásticamente a uno de excitación. Muevo mis caderas para encontrar su miembro y adentrarlo en mi interior. Al tener la punta en mi coño la voz de una mujer interrumpe nuestro momento.
— ¡Jaxon! ¿Hijo dónde estás?
Nuestro ambiente se derrumba al escuchar como esa mujer le llama hijo, me espanto y lo miro confundida.
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